Creíamos que la patética sesión parlamentaria del día 10 para intentar colar tres decretos leyes, era lo peor que podíamos esperar del legislativo. Ingenuo error, apenas tres semanas más tarde, el Congreso nos muestra un espectáculo mucho peor, el fallido rifirrafe para intentar aprobar la inconstitucional ley de amnistía.
En el último minuto, Junts decidió "enriquecer" dicha ley incluyendo mayores garantías para asegurarse que ningún participante en los actos del tsunami de 2017 quedará excluido de la amnistía y que el delito de alta traición -por la trama ruso-catalana- quedará también a salvo dentro de la amnistía.
Esta vez Bolaños no pudo activarse para ensanchar el contenido de lo amnistiado. Quizá porque aquello habría restado muchas posibilidades al PSOE en las inminentes elecciones gallegas y también porque las pretensiones de Puigdemont difícilmente podrían tener el visto bueno de nuestras Cortes, pero seguramente en ningún caso el de nuestro poco fiable Tribunal Constitucional y menos aún el de la Corte Judicial europea.
En los últimos días ha quedado muy claro que en Europa se ve con muy malos ojos no ya los dos gravísimos delitos apuntados -terrorismo y alta traición- sino también el de malversación. La Unión reparte muchos fondos, tanto estructurales como de cohesión, gracias al sacrificio de los ciudadanos de los países contribuyentes y no están dispuestos a aceptar que aquellos fondos sean malgastados por culpa de una mala administración de los países receptores.
Por añadidura, siendo la rebelión y la sedición delitos muy graves, lo es todavía más la alta traición. Los responsables del procés lo cometieron. Hace casi un lustro lo denuncié desde este mismo diario. Señalé las reuniones que Putin organizaba en un hotel de San Petersburgo con delegados de las principales regiones separatistas -Cataluña, Córcega, Escocia entre otras- con importantes ofertas de apoyo militar y económico por parte de Rusia a cambio de asegurarse bases navales estratégicas en el Mediterráneo y todo ello con el claro propósito de debilitar a la Unión Europea. La cuestión cayó en el olvido durante la pandemia y la guerra de Ucrania. Ahora rebrota en el caso catalán como consecuencia de la ley de amnistía.
Por el momento, después de la sesión del día 30, la ley ha entrado en vía muerta pero no cabe dudar que una vez pasadas las elecciones gallegas, Sánchez y Puigdemont volverán a la carga con miras a que la cuestión quede superada antes de que en 2025 se convierta en prioridad un nuevo referéndum.
Todo va a ser muy difícil. Garantizar que quienes malversaron, aterrorizaron y traicionaron se paseen tranquilamente por España y puedan ser candidatos ante futuras elecciones, no resulta imaginable. El blindaje que busca Puigdemont no va a poder dársele, por mucho que chantajee a Sánchez e insulte a los jueces ante las mismísimas narices de Armengol y Bolaños.
Y sin embargo, la banda de Junts, de ERC y de Bildu son conscientes de que con nadie estarán mejor que con Sánchez sin que ello implique que las relaciones autonómicas hayan entrado en la normalidad. Por el contrario, los separatistas basarán su bienestar en la desigualdad respecto al resto del país.
Nos esperan tiempos difíciles. El año 24 conocerá tiras y aflojas respecto a la amnistía y al nuevo presupuesto. Junts buscará quedar limpio para antes del año 25. Bildu intentará liberar a los etarras encarcelados. ERC y PNV lucharán para no quedar atrás de sus rivales autonómicos. Confiemos en que el PP no pierda su mayoría absoluta en Galicia. Cada sesión parlamentaria será una autentica agonía. Nos esperan once meses difíciles en que, por añadidura, se buscará alcanzar un nuevo presupuesto so pena de tener que prorrogar el existente con las fragilidades que ello conlleva.
2025 será un año aún más difícil por ser año electoral en Cataluña donde Junts y ERC se la juegan.
Y entretanto seguimos con la gran crisis agraria, con una sequía sin precedente, con elecciones en la UE y por si todo ello fuera poco, con las guerras en Ucrania y Gaza que no llevan trazas de acabar. Abróchense los cinturones que vienen turbulencias.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.