Con frecuencia las peticiones espontáneas de la sociedad reflejan un sentir generalizado. Es lo que le sucedió al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hace unos días, que en una carrera popular tuvo que escuchar cómo le increpaban: “¡Convoca ya elecciones, caradura!”
Lo de “caradura” es suave, al lado de una realidad política que la mayoría ciudadana rechaza: un octopartito, el gobierno más débil que ha tenido la democracia española, con un presidente del que salta a la vista su reiterado hábito de mentir. Y, sobre todo, que prometió que, al llegar al poder, convocaría elecciones “pronto”.
Lo de “pronto” no sé quién se lo creyó, pero lo dijo. Hasta en el PSOE son conscientes de que no es fiable Pedro Sánchez, PP y Ciudadanos pidiendo elecciones ya, Torra y Podemos lanzando diversos ultimátums a Sánchez. Los plagios de la tesis de Pedro Sánchez, que él decía que era pública, hasta que la opinión pública le obligó a publicarla, y se descubrió el pastel.
Hace unas semanas volvió a prometer algo que no va a cumplir: que comparecería en el Congreso si se le pedía. El PP lo ha pedido, para que aclare su tesis, y ahora no está dispuesto a comparecer.
La lista de mentiras de Pedro Sánchez va siendo extensa. Podemos se encarga de recordarle lo que prometía en la oposición y lo que está haciendo ahora con los dos ministros en el alero.
Sánchez podría convocar elecciones anticipadas si se creyera de verdad la última encuesta del CIS, pero es una encuesta que muchos no se creen, y tal vez Sánchez tampoco, y por eso no convoca elecciones. Está feliz en La Moncloa, y parece dispuesto a aguantar lo que sea para seguir ahí. Convocar elecciones siempre es un riesgo que puede llevarle al desalojo de La Moncloa: ¿tiene otros intereses más nobles que ése?
Nadie se cree que no hipotecara el apoyo de siete partidos políticos más para ser presidente, y van saliendo a relucir. Promesas que probablemente nunca sabremos, aunque sí las iremos conociendo cuando se produzcan esas concesiones abusivas.
Susana Díaz adelanta elecciones al 2 de diciembre, dice que para no contagiarse de la inestabilidad política del país. Busca, también, su supervivencia, viendo que es probable que el PP recupere votos con Pablo Casado, y los escándalos que van saliendo y pueden salir.
Parece que el único motivo para que Sánchez convoque elecciones es que le obliguen sus socios de gobierno. Pero los socios o apoyos en el Gobierno están felices con Sánchez en el poder, pueden apretar y exigir lo que quieran, catalanes y vascos saben que la debilidad de Sánchez es su oportunidad, y que con otro Gobierno –podríamos calificar como “normal”– no había concesiones, chantajes o privilegios, como ahora se están produciendo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.