La jornada electoral de ayer sorprendió a todos: a la derecha que se daba por vencedora, a la izquierda que se consideraba perdedora, a los encuestadores que han errado colectivamente, a los columnistas y comentarista políticos que basábamos nuestros análisis en los cálculos matemáticos proporcionados por los demóscopos.
Fue una noche triste para todos los que confiaban en presenciar la liquidación del sanchismo, la recuperación de un sistema judicial independiente, con un código penal con la sedición y la malversación recuperados, triste para quienes queríamos ver a los separatistas, comunistas y filoterroristas orillados. En suma, debía haber sido la noche en que desapareciera Frankenstein y comenzara a gobernar un gobierno moderado y de recuperación nacional.
Fue una noche gozosa para quienes creen que los enemigos de España no son Otegi, Puigdemont, Junqueras, Díaz y Sánchez, sino que lo es Abascal y Vox.
El votante español que había reaccionado enérgicamente el 28M, se ha encogido en estos dos meses y al albur de una convocatoria electoral de diseño orientada a dificultar el voto, de un voto por correo que ha sido ensalzado excesivamente y con una campaña, hay que reconocer, mejor llevada por la izquierda nos ha llevado a este resultado pírrico de 136 (PP), 122 (PSOE), 33 (Vox), 31 (Sumar), en que por primera vez en nuestra joven democracia, el vencedor lo va a tener difícil para gobernar y por el contrario el perdedor tiene bastantes probabilidades de reconstruir el gobierno Frankenstein a hombros de un sanchismo que parece empeñado en reeditar su Manual de resistencia corregido y ampliado.
Cabe una tercera posibilidad y me atrevo a decir que sería la más conveniente: el bloqueo y la repetición de elecciones, lo que entre otras virtudes tendría la de librarnos de sendos referéndums que sin duda tanto Bildu como ERC y JXCAT exigirían.
De las cifras más llamativas que dieron las elecciones están la victoria de Bildu (6) sobre PNV (5) y el empate de JXCAT y ERC a 7, lo que convierte a estos partidos regionales, que una ley electoral debidamente diseñada debería situar en su debido nivel de influencia, en una fuerza decisiva en la formación del gobierno nacional.
Podrán alegarse muchas razones que expliquen esta victoria insuficiente de la derecha: el exceso de confianza del PP tras el cara a cara, la ausencia de Feijóo del tercer debate, los coqueteos del PP con el PSOE y también con PNV antes que acercarse sin complejo a Vox. Lo cierto es que el votante que se asustó del mapa azul tras el 28M, ha rectificado el tiro y nos ha llevado a este casi empate técnico.
A la derecha le queda haber conseguido 300.000 votos más que a la izquierda, haber logrado 47 escaños más en la Cámara Baja que en 2019 y mayoría absoluta en el Senado uno de cuyos escaños ha recaído merecidamente en nuestra alcaldesa de Benicasim, doña Susana Marqués, que en mayo había logrado una meritoria mayoría absoluta el 28M.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.