Hace no demasiados años, se nos decía que el globalismo era bueno, se nos hablaba de la prosperidad que generaba, se nos vaticinaba que era el futuro…todos los economistas de carrera, convenientemente adoctrinados en sus respectivas universidades, estaban de acuerdo en este punto, era lo políticamente correcto; sin embargo, finalmente, la globalización sólo ha sido bien aprovechada por dos países en Europa, Alemania, la fábrica del mundo, y Holanda con sus reexportaciones clandestinas; y ha bastado un simple microbio, un simple virus, para que ese sistema, a priori tan perfecto, se fuera totalmente al traste, como lo absolutamente inútil que es, colapsando instantáneamente, de repente, en un momento, y colocándonos ante la peor catástrofe sanitaria que nadie recuerda y ante una total paralización de nuestra actividad económica, que asimismo nos augura ya una crisis financiera inmediata sin precedentes.
Es un hecho que un sistema que colapsa con esta facilidad es un sistema nefasto. De todo, menos seguro. Globalismo: fiabilidad cero. Y esa es la realidad, un absoluto desastre. Es evidente que, después de que esto pase habrán muchas cosas que habrá que replantearse, como por ejemplo, comenzar por respetarnos a nosotros mismos, considerarnos como nación, como España, elegir a unos hombres capaces como políticos, para variar, y recuperar unas competencias económicas que en su momento transferimos a Bruselas, a dos mil kilómetros de distancia, en un acto de buena fe, inocencia e inconsciencia, ¿o quizá de estupidez? e iniciar las acciones oportunas para recuperar nuestra industria y proteger nuestra agricultura, reactivar nuestro comercio… nuestros intereses, como hace cualquier país serio, que se respete asimismo.
Ahora nos encontramos con que necesitamos mascarillas que nos protejan del virus, pero que resulta que no tenemos porque se fabrican en China. Necesitamos respiradores, pero también resulta que tienen que fabricarlos en China. Necesitamos test que nos digan si tenemos o no el virus, pero sólo los produce China. Necesitamos más material médico variado, pero resulta que solo China lo fabrica…
Al margen de que este hecho ya de por sí nos convierta en un país de idiotas, la consecuencia es que nuestros médicos y enfermeros, nuestros servicios sanitarios, unos auténticos héroes, no como la legión de los incapaces 500.000 políticos que tenemos en toda España; el personal sanitario, el que de verdad se enfrenta en estas horas decisivas al virus, a la muerte, al miedo, al pánico del contagio a sus familiares cuando regresan a casa, son los que se encuentran con que esta desastrosa globalización les obliga a hacerlo sin la necesaria protección, y sin embargo… lo hacen, y mientras… enferman y mueren… heroicamente. Lo mismo que ocurre con nuestros policías y cuerpos de seguridad, que en estos momentos están trabajando y arriesgando tanto como ellos, en la calle, a pie de pista, cara a cara con el virus, sin la protección debida, porque no la hay, porque todo viene de China y, como consecuencia, también enferman y mueren.
Vergonzoso resulta el dato de que nada menos que el 20% del personal sanitario se haya infectado con el virus por falta de protección. ¿De verdad que esto es Europa? ¿De verdad que podemos decir que somos un país avanzado cuando nuestro personal sanitario ni siquiera tiene con qué protegerse? ¿De verdad que en esto consistía el globalismo? ¿En qué tipo de juego de tontos hemos caído?.
¿Y qué decir de nuestros científicos? ¿es que acaso pensaban que como el virus era chino solo afectaba a los ciudadanos de esa nacionalidad? ¿Cómo no alertaron a los gobernantes sobre el riesgo? Y si lo hicieron, aún la responsabilidad es doble, de ellos y del gobierno, pues supone que la decisión pesó más la cuestión económica de un cierre de fronteras preventivo que hubiera cortado ese comercio globalista que tanto aprecian, pero que hoy salvaría millares de victimas en España; una decisión que hubiera tomado cualquier político capaz, una persona seria, un gobierno responsable, pero claro, no este, que eligió las muertes antes que detener esa aciaga globalización que nos lleva a nuestra peor ruina y miseria.
Como decimos, nadie tiene mascarillas, por lo que se pide material médico a China, a proveedores dudosos, nada menos que por el mismo Gobierno, que es el que hace las compras, porque aquí ya no producimos nada, porque se nos dijo que no servíamos para nada y porque todo era más barato en China, y era la maravillosa globalización la que imponía dejar a la gente sin empleo en España, para producirlo barato en China. Para ello, no importaba dejarles en el paro, deslocalizar empresas, generarles desgracias personales y familiares, provocarles ruinas, depresiones, enfermedades, los suicidios por haber sido desposeídos de la única dignidad que poseían, la de tener un trabajo.
De forma que en esta hora de oscuridad, de muertes y destrucción y caos, dependemos de unos proveedores Chinos dudosos, que fallan más que una escopeta de feria, y sin ir más lejos, el último envío de los test que se suponía detectaba el virus ha sido igualmente en vano, enviado por una empresa China sin condiciones, sin garantía alguna, de forma que no se pueden hacer los test porque su resultado no determina nada. El hecho en sí no resultaría tan sorprendente si el pedido no lo hubiera realizado el propio Gobierno… Lo cual nos lleva a preguntarnos ¿qué nivel tiene el gobierno de seriedad, de capacidad, como vamos de rigor, como vamos de seriedad, de competencia? Parece que bastante o muy mal, y buena muestra de ello es el chiste que a propósito del pedido del gobierno, circula por internet y que todos habremos leído en el whasapp: alguien ha utilizado el test chino para detectar el coronavirus y el resultado le ha dado niña.
Ha fallado el gobierno, este y los anteriores, confiándose a China, a Bruselas, a los países del norte, a los globalistas que si viven de ese globalismo para hacer negocios y amasar fortunas que luego esconden en sus paraísos fiscales de Luxemburgo, mientras que luego no tienen ningún reparo en cerrar sus fronteras sin miramiento alguno, y prohíben la exportación de cualquier material médico a cualquier país europeo que lo necesite. Y por el camino, con total indiferencia, hemos dejado en el paro a todos nuestros compatriotas, nuestros trabajadores, por la deslocalización de nuestras empresas, que, oh sorpresa! Ahora descubrimos, sorprendidos, que las necesitamos no sólo para tener un trabajo digno, si no para sobrevivir, para evitar el contagio, para conservar la vida, para poder respirar cuando el virus ya no te lo permite, para aferrarnos a este mundo cuando el enemigo te lo impide, en la peor crisis sanitaria de los últimos cien años.
Y los únicos que junto a nuestro personal sanitario y fuerzas de seguridad no han fallado: nuestros agricultores, nuestros ganaderos, nuestro campo, que sigue vivo, que late y que resiste al error de la globalización, que mantiene nuestra soberanía alimentaria a pesar de los políticos, y que gracias a ello ha conseguido que esta crisis sanitaria no lo sea también alimenticia, pues gracias a ellos, a su firmeza, a su lealtad para con nosotros, a su generosidad, podremos tener problemas de salud pero con la nevera llena, y con productos de calidad, pues, como acaba de decirles en una carta nada menos que el ex ministro Lamo de Espinosa, “habéis asegurado la alimentación de nuestra población en los peores momentos… habéis asegurado el abastecimiento de España…y por ello también habría que salir a los balcones a aplaudiros por esa hazaña, a todos vosotros, a agricultores y ganaderos de España”.