Hace unos días, en un edificio público, leí: “Solo es imposible lo que no se intenta”. Me parece que es muy matizable esa afirmación porque se puede intentar ser un Juan Roig, presidente de Mercadona, o un naviero como Vicente Boluda, y el tortazo puede ser mayor que la pared que alberga ese letrero.
Llama mucho la atención el clima que se respira en el PSOE de que Pedro Sánchez es inamovible, que no tiene competidor para llevar las riendas socialistas.
Por supuesto en la reunión de la Ejecutiva Federal del pasado lunes, en que “todos le hemos mostrado nuestro apoyo y le hemos hecho saber la necesidad de que siga al frente del PSOE”, como anunció Esther Peña, la portavoz socialista.
En abril Sánchez jugueteó con el país expresando que tenía dudas sobre si valía la pena seguir. Reflexionó. Amagó. Quiso agitar la compasión de una parte de los socialistas por el caso de Begoña, su mujer. “Te necesitamos”, le dijeron a Sánchez.
Ahora ha anunciado que se presentará a la reelección como secretario general en el Congreso Federal que se celebrará los días 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre. Obsérvese que adelanta casi un año la celebración del Congreso: maneja sus intereses con suma habilidad y ve que su desgaste va a ir a más, no es ciego.
Necesario, lo que se dice necesario, no es nadie, y desde luego Pedro Sánchez no lo es, sino todo lo contrario: España respiraría aparcándole. Sin embargo, las filas socialistas se han puesto en marcha para dar la imagen de que es imprescindible: desde luego, lo es para quienes su cargo dependen de la continuidad sanchista.
Los socialistas que critican a Sánchez, por cuestiones muy graves –amnistía, cupo catalán, Maduro y el silencio cómplice de ZP, que casualmente, es el apoyo de Sánchez en su campaña electoral– deben hacer un ejercicio de conciencia ahora.
No solo el valenciano Ábalos, que curiosamente acaba de decir que a partir de ahora votará en conciencia, lo cual nos lleva a concluir que hasta ahora no ha actuado en conciencia, al menos en algunas cuestiones.
El ahora diputado independiente fue ministro y secretario de Organización del PSOE hasta 2021, que se dice pronto. ¡Y lo mucho que debe Pedro Sánchez a José Luis Ábalos por la campaña electoral que le llevó a Moncloa!
Apelo a la conciencia de los socialistas para un relevo en el PSOE. No bastan las críticas de Felipe González, Alfonso Guerra, Javier Lambán y su ejecutiva aragonesa en pleno, Emiliano García-Page, Susana Díaz, y un largo etcétera, pues hay muchos líderes socialistas hartos de Pedro Sánchez, pero que no se atreven a rechistar, porque su cargo o el de algunos de su familia correrían más que riesgo. El caso del extremeño Guillermo Fernández Vara, ahora senador, es prototipo de criticar-amagar-apoyar.
El Congreso Federal se celebra en el mes de los Difuntos. ¡No está escrito quién será el difunto político! Alfonso Guerra ya dijo en mayo que Pedro Sánchez es “cada vez más autócrata y está cavando su propia tumba”. Más bien es Sánchez quien lleva años cavando tumbas para otros, porque está enterrando a muchos, y no se irá si no se le echa, si otros no cavan una tumba para él.
Pesebrismo o conciencia, es el dilema, ahora y siempre presente en la vida. A todo ello se suma la inexistente y nefasta política migratoria. Somos un coladero mundial y tal vez la explicación la tiene solamente Pedro Sánchez.
Begoña Gómez, imputada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, está contando para su defensa con Moncloa, servicios jurídicos que pagamos todos, y Comunicación a su servicio.
Puede añadir el lector más motivos para que el PSOE tenga otro líder. A ver si puede más Pedro Sánchez que la conciencia de millones de españoles. Desde luego, la purga que piensa hacer Sánchez es de campeonato, aunque sonriendo y a veces catapultando: que le pregunten al bueno de Ximo Puig, que esperaba ser nombrado ministro, y está con un trabajo estresante en París como embajador de España ante la OCDE: 140.000 euros de sueldo, piso lujoso, coche oficial, sin ninguna experiencia internacional y sin otro idioma que el valenciano. Sánchez sabe enterrar cuando quiere.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.