EUROPA EN CRISIS

Hace un siglo, Europa era, en muchos sentidos, el centro del mundo. Nuestra cultura, nuestra ciencia, nuestra economía componían el modelo a exportar al planeta entero. Europa había sido raptada e imitada en los otros cuatro continentes como modelo de modernidad y progreso. Tenía una población potente -la cuarta parte de todo el mundo- y homogénea.

Las dos grandes guerras nos quebraron y debilitaron dejando al continente a merced de los Estados Unidos y de la Unión Soviética, una situación dramática que se prolongó hasta la construcción de la Unión Europea, que propició la caída del Telón de Acero y la recuperación de una etapa de reunificación del continente con renovado esplendor y optimismo.

Fue una etapa breve pues la crisis económica de 2008, la pandemia de 2019, las guerras de Ucrania y Oriente Medio, ambas prolongándose en el tiempo mucho más de lo previsto y las dificultades conocidas en Alemania y Francia, verdadero eje vertebrador de la Unión, todo ello unido a la inminente reaparición de Donald Trump en la Casa Blanca, hacen sospechar la aparición de un escenario europeo particularmente complicado.

Pero la verdadera razón de nuestra crisis no es ninguna de las apuntadas, pese a que todas ellas ensombrecen nuestro panorama. En Europa empieza a aflorar la consciencia de que estamos asistiendo a una transformación que conllevará cambios sociales y culturales profundos e irreversibles.

Los bajísimos índices de natalidad existentes en Europa -1,4 hijos por mujer- están lejos de asegurar el relevo generacional que requeriría índices del 2,3 para mantener la población actual.

Dada la transformación de vida y costumbres de la sociedad y en especial del sector más joven, con dificultad para encontrar trabajo estable que les permitiera independizarse, la idea de contraer compromisos familiares -casarse, tener hijos- se vuelve difícil y en tales condiciones la población europea decaerá con las consecuencias económicas que ello conllevará, tales como escasez de mano de obra, descenso de productividad, quiebra de las empresas.

Los europeos somos conscientes de que esta crisis demográfica solo se resuelve o con el crecimiento de los índices de natalidad, muy difíciles de lograr por el cambio del estilo de vida de la mujer, el crecimiento de la soltería y las dificultades apuntadas de la juventud.
De ahí que la alternativa sea la inmigración. Sería deseable que ésta fuera ordenada y derivara en una rápida integración. Lo cierto es que nada de esto está ocurriendo, al menos con los inmigrantes procedentes de África y Asia que entran a oleadas con cifras escandalosamente altas de muertos en ruta y sin garantías de conseguir trabajo e integración. Todo ello unido a los altos índices de natalidad de los inmigrantes -4 o 5 hijos por mujer- nos llevará a medio plazo a una transformación poblacional rotunda.
El problema demográfico y migratorio está creando a su vez una mutación política igualmente rápida. Los votantes se decantan masivamente por la derecha que ya han accedido al gobierno en algunos países como Italia y Hungría, siendo primera o segunda fuerza votante en Francia, Alemania, Países Bajos, casi todos los países Nórdicos, Rumania y por mucho que la izquierda pretenda demonizar dichas fuerzas lo cierto es que toda Europa se decanta hacia una derecha en cuyo ideario se encuentra la preservación de la Europa de siempre, la recuperación demográfica y el control migratorio.

 

Imagen: Reddit y tlpa.aero

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.