Albert Rivera le pdió ayer a Pedro Sánchez que haga pública su tesis doctoral para disipar dudas. Por su parte, Pablo Casado avisó que un modo más de desviar el foco de los problemas realmente importantes del país.
Me parece que tanto Rivera como Casado tienen razón. Pedro Sánchez mintió al decir que “está publicada en TESEO”, pues sólo está publicada una ficha y no se puede consultar el texto completo.
La tesis de Pedro Sánchez tiene peculiaridades. Fue leída en noviembre de 2012. Lo normal es que una tesis sea pública y de fácil acceso. ¿Qué tiene su tesis “Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012)” que le lleva a tener interés en que siga oculta?
La tesis doctoral tiene un valor muy distinto según las personas. Para quien se está introduciendo en la docencia universitaria o desea hacerlo, hay un esmero especial, porque es la puerta de entrada, y se elabora con esmero. En otros casos, algunas personas realizan la tesis para tener el título de doctor, porque les ilusiona o les interesa, pero no con un trabajo excelente de investigación en algunos casos, sino un mínimo de calidad para que el tribunal la apruebe. Y en otros casos la tesis recoge análisis de los que el autor se arrepiente pasado un tiempo.
El secreto hace daño a Pedro Sánchez, y se lo seguirá haciendo. Si es de los que hicieron la tesis para salir del paso y le parece mediocre, que no se preocupe, porque la mayoría de los españoles no pensamos que Sánchez tenga excelencia profesional, sino una ambición política a prueba de bomba que le ha llevado a La Moncloa pactando con bajeza de miras. Ha sido llegar él a La Moncloa y la ralentización económica de España se nos ha venido encima: puede que no sea tan casual, aunque tampoco hay que responsabilizarle.
Sánchez ha tenido complejos en su trayectoria profesional. Afirmar que tiene un máster del IESE –con una exigencia y duración que tal vez no soportaría, si es que le admitieran en esa prestigiosa escuela de negocios– cuando en realidad sólo hizo un curso, ya es una mentira más que significativa. Y otras mentiras –él diría que “imprecisiones”– que fueron engrosando su currículum, ahora ya retocado, no sea que tras Carmen Montón sea él el siguiente en dimitir.
Algunos afirman que no la hace pública por su mediocridad. Otros se aventuran en que tal vez no le interese políticamente que se difundan textos de su tesis.
Sea como fuere, Sánchez ha de evaluar ya si le conviene que la tesis sea pública, porque las dudas pueden ir en aumento, ya que el ocultismo –y más en una tesis– es una fuente de rumores e hipótesis que no beneficien a quien, desde luego, no destaca por su excelencia profesional. Y en un profesional mediocre y acomplejado está el gobierno de nuestro país: ésa sí que es una realidad.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.