Escribo antes del funeral de Estado por las víctimas de la DANA, la tragedia imborrable de hace un año. No es fácil escribir en medio de tanto dolor, conociendo a personas que la sufrieron, que perdieron todo o casi todo, y observando cómo todas las administraciones fallaron, y han seguido fallando en este año.
Falló estrepitosamente y ha seguido fallando el Gobierno de Sánchez, falló y ha seguido fallando la Generalitat Valenciana, fallaron y han seguido fallando muchos ayuntamientos.
Solo los voluntarios acudieron rápidamente, con comida, ropa y palas o cualquier tipo de equipo para ayudar. Conozco a voluntarios que, al cabo de unos días o semanas, volvieron a ayudar, y marcharon asqueados por lo que vieron: desidia, abandono, intereses de partido político en vez de ayudas.
Es unánime la queja por la excesiva burocracia para pedir ayudas. Juan Roig, presidente de Mercadona, fue el ejemplo que las administraciones deberían aprender: ayudó a sus trabajadores afectados, y los testimonios fueron ocupando espacio en los medios de comunicación: al día siguiente de pedir la ayuda a Roig, la recibían.
Sin embargo, la Generalitat Valenciana ha tardado mucho en reaccionar. ¡Este martes, 28 de octubre, el Consell ha aprobado la tramitación de urgencia del Decreto de Simplificación Administrativa de Formularios!
Ahora reconoce el Consell la dispersión, duplicidad y complejidad de los formularios existentes que generan ineficiencias y no aprovechan la agilidad y prontitud que ofrecen las nuevas tecnologías.
El cáncer de la burocracia reconocido un día antes de cumplirse el primer aniversario de la tragedia. Patético, tercermundista.
El Gobierno central ha hecho del calvario burocrático su salvaje venganza: devuelve dos de cada tres solicitudes de ayuda, y ni se plantea facilitar los trámites. Más cruel incluso.
Aquel comentario de Pedro Sánchez de que, si necesitaban ayuda, que la pidieran, y su escapada en Paiporta, eran la foto de un fracaso descomunal. Carlos Mazón aguantó en Paiporta, pero todo un año ha pasado como si fuera el único responsable por su inacción o “desaparición” en los momentos críticos de la riada. Ni es el único ni tal vez es el principal responsable.
Ahora Mazón ha dado una nueva versión de esa tarde del 29-O: que acompañó a la periodista Maribel Vilaplana al parking, tras comer en El Ventorro.
Para Santiago Abascal es evidente que Mazón miente. Tras lo sucedido en Extremadura, habrá que ver qué sucede con Vox en la Comunidad Valenciana, si el PP ha de convocar elecciones anticipadas.
Los socialistas valencianos han pedido que Maribel Vilaplana entregue el ticket del parking en las Cortes Valencianas, para “ayudar a la comisión de investigación para esclarecer los hechos”.
A estas alturas, el justificante de un parking no debería atraer tanta atención. Las diversas explicaciones de Mazón sobre aquella tarde no tienen salvación: no estuvo donde tenía que estar, en el momento preciso, para tomar las decisiones pertinentes, y eso es lo que pesa de verdad.
Mazón está acabado políticamente, y así opinan la mayoría de los valencianos. Ni parking, ni casa, ni gin-tonics.
Del mismo modo que es cierto que Carlos Mazón no debe ser el candidato del PP a presidir la Generalitat Valenciana, sean cuando sean las elecciones autonómicas, la memoria exige rigor, no limitar a Mazón la exigencia de responsabilidades.
Las encuestas en la Comunidad Valenciana son reveladoras: el PSPV perdería escaños a favor de Compromís, el PP perdería escaños a favor de Vox, y podrían seguir gobernando PP+Vox.
Las encuestas son un castigo para la campaña socialista de centrar toda la responsabilidad en la Generalitat, en Mazón. Casi un millón de valencianos sufrió, y muchos sufren todavía, el abandono del Gobierno, y en clave autonómica lo van a pagar presumiblemente.
Pedro Sánchez, Diana Morant y Pilar Bernabé han dado muestras de una bajeza moral y política que los valencianos no olvidan ni olvidarán.
Recomiendo visionar de nuevo el vídeo en que el historiador y novelista Santiago Posteguillo relata a 50 metros del barranco del Poyo cómo vivió la DANA. Desolado, comprobó que nadie apareció ante la magnitud de la tragedia ¡en tres días! Bueno, en el tercer amanecer vio aparecer a algunos voluntarios. A mí me sigue escandalizando tal inacción institucional.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.
