Retos educativos

Nos rodea un clima en que predomina la comunicación breve, las redes sociales, los videos cortos, los impactos. Está comprobado que nos cuesta mantener la atención, ejercitar la reflexión. Aprovechar las ventajas educativas y sociales de las nuevas tecnologías no equivale a rechazar la lectura, la reflexión, sino que las pide a gritos.

Leer un libro parece una propuesta temeraria, pero leer algo más breve puede atraernos. Si nos referimos a leer un texto del Papa, como una encíclica o una carta apostólica, puede suscitar sorpresa o perplejidad, sobre todo si nunca se ha leído una. 

Vale la pena leer la carta apostólica del Papa León XIV “Diseñar nuevos mapas de esperanza”, de fecha 27 de octubre. Tiene un ingrediente de reto “atreverse” a leer esta carta del Papa. Es breve: en media hora se lee, asequible y sano para todos.

Tiene interés para católicos y no católicos, porque lo que escribe tiene muchos puntos comunes con cualquier credo o cultura y entronca con cuestiones que incumben a todas las familias. Desde luego, tiene especial interés para quienes acuden y desean una educación cristiana en centros escolares que así se presentan. El público interesado es muy amplio, incluido todo aquel que quiere cultivar una cultura abierta a lo religioso.

Irradia realismo y optimismo, consciente de que hay un “entorno educativo complejo, fragmentado y digitalizado”. “La educación no avanza con la polémica, sino con la mansedumbre que escucha”: atractivo e interesante planteamiento.

Apela a respuestas originales, no recurrir a “fórmulas rígidas” o nostalgias amparadas en el “siempre se ha hecho así”. Hay nuevos retos que hay que afrontar, y los señala.

La formación cristiana “abarca a toda la persona: espiritual, intelectual, afectiva, social, corporal, sin oponer ciencia y humanismo, técnica y conciencia”, de manera que el eje central de la pedagogía católica sea una “visión antropológica integral”.

El centro escolar no es el primer lugar educativo, pues es y debe ser la familia. Resalta su afirmación de que la educación cristiana es “una obra coral: nadie educa solo”, y quedamos incluidos todos. Educar es una siembra constante de todos. ¡AMPAs!

Con su llamamiento a evitar la “tecnofobia”, pone el dedo en la llaga al afirmar que “el punto clave no es la tecnología, sino el uso que hacemos de ella”. También pide un claro esfuerzo para que la educación llegue a los más pobres, como siempre ha procurado la Iglesia, y menciona la “promoción de becas”.

Es una carta que admite múltiples aplicaciones. Desde luego, depende de las posibilidades y sensibilidad de cada uno, pero es una llamada a la responsabilidad de todos. A mí me sugiere, de modo especial, que es preciso reforzar en la Iglesia la iniciativa de los laicos, sin esperarlo todo de la jerarquía o las instituciones católicas: imprescindible también ante la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas.

Los retos educativos actuales son diferentes, nuevos. A la vez, entrelazar fe-cultura-vida es un reto permanente en la educación católica. Conviene reflexionar, y luego actuar.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.