El conseller Marzà llegó con unas prioridades muy conocidas a la Consellería, y no deja de insistir. El polémico decreto plurilingüe fue aparcado tras nueve recursos en los tribunales y numerosas protestas en las calles de la Comunidad Valenciana. Quería imponer el valenciano, y sigue queriendo hacerlo, ahora con más prisa incluso por la proximidad de las elecciones autonómicas, dentro de menos de año y medio.
Si el totalitarismo es pernicioso, sumemos ahora las prisas, y es más que peligrosa la mezcla explosiva, pues las prisas son malas consejeras, y en educación hay que pensar muy bien los cambios, escuchar a los padres, profesores y sindicatos, sin hurtar en ningún momento el debate. La educación debería ser una materia en que una amplia mayoría esté de acuerdo, sin vaivenes constantes según el partido político o partidos que gobiernan, pero es un deseo que Marzà no comparte: él quiere imponer el rodillo, no escuchar.
Ahora se tramita el proyecto de Ley de Plurilingüismo en las Cortes Valencianas. La asociación alicantina Idiomas y Educación, nacida ante los anuncios totalitarios de Marzà, ha sido constante en denunciar el totalitarismo, y lo es también ahora. Esta asociación presentó el pasado 1 de diciembre unas propuestas de enmiendas a la citada Ley, calificando el nuevo plan de Marzà como inaceptable, tanto y más como el decreto ahora tumbado y enterrado.
Desde dicha asociación alegan que de nuevo se impide a los padres elegir la lengua vehicular de la enseñanza de sus hijos, en una comunidad autónoma donde se reconoce la cooficialidad del castellano y el valenciano. Pretende imponer una sola línea en los centros, en vez de las dos actuales. Alega graves fallos del proyecto de Ley, por no garantizar la libertad de elección de lengua, por no garantizar el nivel de inglés de los alumnos, por no respetar las zonas de exención del valenciano recogidas en la Ley 4/1983 de Uso y Enseñanza del valenciano. Todo ello lo valoran como un daño importante en la educación, pues no prepara para una sociedad globalizada como la actual, y efectivamente lo es.
Se acercan las elecciones autonómicas y Marzà tiene prisa, una sospechosa prisa. La libertad y la calidad no presiden el mencionado proyecto, y es una lástima. Pero es de esperar que no salga adelante, como no salió el decreto plurilingüe porque la comunidad educativa se movilice, empezando por los padres y asociaciones.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.