TERGIVERSACIONES e INTROMISIONES INACEPTABLES

La histórica Corona de Aragón ha sido una configuración monárquica constituida por diversas entidades políticas de distinto rango nobiliario con peculiares jurídicas propias que tenían en común la persona del Soberano de Aragón. Era una monarquía hereditaria que funcionaba como un estado no centralizado. Cada uno de los territorios que la conformaban tenía sus propios parlamentos y su legislación foral singular.

Hasta finales del siglo XIX y los albores del XX no habían surgido polémicas históricas sobre la denominación de este territorio. Esta nomenclatura de Corona d Aragón era la que prevalecía para llamar a esta entidad monárquica y así aparece en los historiadores como testimonian la documentación archivística, las crónicas históricas -Jerónimo Zurita, Martí de Viciana- y los anales. Otras expresiones han sido esporádicas, a veces, con la intención de tergiversar la realidad histórica con fines espurios. 

La denominación de la supuesta confederación catalano-aragonesa fue un título acuñado e impulsado por Antonio Bofarull Broca en la segunda mitad del siglo XIX y extendida por autores chovinistas catalanes, como Ferrán Soldevila y Prat de la Riva, entre otros, y utilizada actualmente por numerosos autores. Su utilización evidencia una manipulación histórica y una falacia incongruente. 

El que fuera catedrático de la Universidad de Valencia, el catalán Joan Reglá sostuvo que “la unión entre los diversos reinos integrantes de la Corona de Aragón fue de tipo personal”. La Corona de Aragón fue una unión real, nunca llegó a ser una confederación, ni una federación, y por supuesto jamás una confederación catalano-aragonesa. 

Nos preguntamos: ¿Por qué se bautizó esta nomenclatura?

La terminología diplomática de la Corona de Aragón no satisfacía las ansías nacionalistas de Cataluña. Suponía para ellos el reconocer la preeminencia del rey y del reino de Aragón sobre los demás territorios de la Corona, incluido el condado de Barcelona, que no poseía el rango de reino. Para reflejar su delirio, lo mejor es inventarse una nueva como fue el título de “comte-reis” para los reyes de Aragón. Esta nomenclatura se utilizaba para igualar el título de rey de Aragón al de conde de Barcelona y no supeditar la dependencia del territorio catalán, entidad de menor rango diplomático, a la figura del rey de Aragón.

Y para completar su paranoia se inventaron la figura de rey de Cataluña y sustituir al título nobiliario de conde de Barcelona. Y aún más, han antepuesto el título de Corona de Cataluña a la de Aragón. Nacía así la mal llamada Corona catalano-aragonesa, eliminando los lazos de dependencia jerárquica del territorio catalán a la “potestas” del rey de Aragón.  Con esta terminología se otorgaba un rango de superioridad al inexistente y falso título de rey de Cataluña al anteponerlo al verdadero título de rey de Aragón.

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El medievalista Domingo Buesa subrayó: “Cuando se habla de Corona catalano-aragonesa se está mintiendo; esa denominación es un disparate”. En la misma línea, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y académico de la Real Academia de la Historia José Ángel Sesma señaló: “Este tipo de artimañas es muy habitual en cierta historiografía catalana”.  El historiador José Luis Corral apuntó: “desde hace mucho tiempo los historiadores catalanistas, que no catalanes, intentan falsificar la Historia. Hay quien habla de “reyes-condes” para referirse a los condes de Barcelona”.

Ramón Menéndez Pidal rebatía a ciertos historiadores que interpretaban los documentos en función de un maniqueísmo político, redactando historias y artículos partidistas, falsarios y lacrimógenos sin ningún rigor científico. El historiador catalán Jaime Vicens Vives se propuso desmitificar los tópicos nacionalistas heredados de la Renaixença. Afirmó que la historiografía catalana repetía fábulas sin fundamento, mantenía equívocos y perseveraba en tópicos falsos y peligrosos que no reflejan las fuentes.

En 2018, el “Institut d’Estudis Catalans” se entrometió en la política cultural de Aragón atacando al Gobierno de esta Comunidad cuando ésta tomó la decisión de aconsejar la retirada de libros de texto que contenían expresiones con los términos Corona catalano-aragonesa o Confederación catalano-aragonesa refiriéndose a la Corona de Aragón.

Las denominaciones históricas, no son inocentes, constituyen, a veces, la mentalización de una entelequia con el objetivo de potenciar el sentimiento de identidad y tergiversar, manipular e interpretar de manera arbitraria la documentación histórica. 

Recientemente el presidente catalán Salvador Illa se ha comprometido a proporcionar a Cataluña, además de una financiación singular, a dar una mayor visibilidad al catalán, inmiscuyéndose en Comunidades autonómicas diferentes a la suya y vulnerar el Estatuto de Autonomía de la CV, siendo replicado por el presidente Carlos Mazón.

 

LAS PROVINCIAS. Opinión. Publicado el jueves 19 de septiembre de 2024, p. 29

 

Imagen 1: Heraldo de Aragón
Imagen 2: Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis

  • José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, 
    Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de 
    Plata de la Ciudad de Valencia.