Un polígrafo valenciano europeísta VICENTE SALVÁ

1. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA. El político, crítico literario, editor y bibliófilo, D. Vicente Salvá Pérez nació en la ciudad de Valencia en 1786 y murió por una epidemia de cólera en París el 5 de mayo de 1849. Salvá estudió en el Colegio de las Escuelas Pías de Valencia y se licenció en la Universidad de su ciudad natal, donde estudió idiomas, filosofía y derecho. Muy joven, a los 21 años, en 1805 se trasladó a Madrid para opositar a una cátedra de Lengua Griega de los Reales Estudios de San Isidoro, plaza que no obtuvo. Dos años más tarde, en 1807 se le nombró para desempeñar la suplencia de la cátedra de griego en la Universidad “Complutense” de Alcalá de Henares. La Guerra de la Independencia provocó la suspensión de las oposiciones a esa misma Cátedra, decidiendo regresar a Valencia. Las primeras impresiones de este desplazamiento las reflejó en un curioso diario de viaje, del que sólo se conservan dos páginas.

Su evolución cultural y política puede seguirse analizando sus actividades como editor, librero, escritor y político; así como las vicisitudes que atravesó durante y después de la guerra de la Independencia española en el primer tercio del siglo XIX.

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El 16 de abril de 1812, el rey Fernando VII llega a Valencia. Los representantes de los absolutistas presentan al Monarca el documento denominado “Manifiesto de los Persas” y le solicitan que acabe con el proceso reformador liberal, emanado de las Cortes de Cádiz (1812). El rey firmará el 4 de mayo de 1814 el “Decreto de Valencia” que derogaba el régimen constitucional y anulaba parte de la obra legislativa aprobada en las Cortes, recientemente celebradas.

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El 5 de mayo, Fernando VII sale de Valencia e inicia una marcha triunfal hacia Madrid. El entusiasmo popular ante el retorno del El Deseado” fue clamoroso. Los partidarios del régimen constitucional no logran oponer resistencia y las Cortes son disueltas el 10 de mayo de 1814. El regreso del monarca significó, entre otras cosas, la vuelta al Antiguo Régimen de 1808. El descontento de los liberales y de una parte del ejército provocará intentonas fallidas de pronunciamientos militares. El triunfo de la revolución liberal y la implantación del Régimen Liberal (1820-1823) supusieron un ínterin transitorio que finalizará con el establecimiento, de nuevo, del régimen absolutista de la “Década Ominosa” (1823-1833) del reinado de Fernando VII.

Las estancias de Vicente Salvá en el extranjero y sus ocupaciones y acontecimientos políticos internos dejaron profunda huella en la vida de este liberal erudito valenciano.   

La instauración de la Restauración en el trono de España con Fernando VII le indujo a exiliarse en Londres, donde abriría la “Librería Española y clásica”, en el número 124 de Regent St.

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Su vida en Londres, sus amigos, relaciones y trabajo han quedado reflejadas en sus escritos. De Londres se trasladó en 1830 a París, donde fundó una nueva librería y vivió durante un largo tiempo. En Francia, tuvo ocasión de proseguir con su actividad editora. La publicación de dos obras llenaban, en ese momento, sus preocupaciones: el Diccionario latino-español de Valbuena, y la Gramática de la lengua española. El polígrafo Vicente Salvá es reconocido por su colaboración en las actualizaciones del diccionario español.

Tras liquidar sus posesiones y negocios en el extranjero, regreso a su ciudad natal en 1834, siendo elegido de nuevo diputado en Cortes constituyentes en 1836, militando ahora en las filas moderadas.

Una vez hubo abandonado su actividad política, en 1839, se dedicó a organizar y completar su excelente biblioteca privada.

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Vicente Salvá, junto con su hijo Pedro, formó una extraordinaria biblioteca, hecho que demuestra su preocupación por el mundo de la cultura y especialmente por la producción literaria. El “ex-libris” de su biblioteca fue ideado por su hijo quien dijo a su padre: “No me parece que se debe poner en el escudito para nuestra biblioteca las armas de Valencia, para que nadie le pase por la cabeza que se han puesto como signos de nobleza. Lo que yo sí pondría, si usted lo permite, son dos manos unidas para indicar que los dos unidos trabajaremos para formarla”.

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2. VICENTE SALVÁ, POLÍTICO. Fue un personaje comprometido y hombre de convicciones. Se ha subrayado de él, que el virus político se metió en su sangre y una y otra vez estuvo dispuesto a sacrificarlo todo: familia, bienestar económico, posición social por un ideal al que será fiel hasta su muerte.

En el Trienio Liberal fue elegido diputado a Cortes por Valencia y llegó a ocupar el cargo de secretario del Congreso. Defendió el principio político de que la soberanía nacional residiera en las Cortes y las prerrogativas parlamentarias. Perteneció al ala de los parlamentarios exaltados liberales. Sus intervenciones estuvieron encaminadas a proponer soluciones a problemas concretos de Estado, adoptando una actitud serena y razonada. Destaca su colaboración en el Proyecto de Ley adicional a la de Libertad de imprenta de 22 de octubre de 1820 y la defensa de la Conservación de la propiedad en las obras literarias, ambas iniciativas las presentó a las Cortes, en Sevilla, en la sesión del 11 de mayo de 1823. Propuestas que tenían relación con su labor como editor.

Con la llegada de los absolutistas a la Península de la “Cien mil hijos de San Luis” se desplazó con las Cortes a las poblaciones de Sevilla y posteriormente a Cádiz, oponiéndose a la restauración del monarca Fernando VII. Con el triunfo absolutista, se refugió en Gibraltar a finales de 1824 y después se instalaría en Londres donde abrió la “Spanish and Classical Library”. Esta librería adquirió gran prestigio y afluencia entre los bibliófilos ingreses y fue lugar de reunión de españoles exiliados. Allí, acudían, entre otros los significados diputados en las Cortes de Cádiz (1812) Joaquín Lorenzo Villanueva y José Antonio de Canga Argüelles, y el que fuera también diputado a partir de 1822, en el Trienio Liberal, Antonio Alcalá Galiano, etc. 

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De nuevo lo encontramos en España en las Cortes de 1837, interviniendo en la discusión de ley de libertad de imprenta. Sobre este tema publicó el folleto Apuntes sobre la propiedad literaria, publicación de carácter jurídico, en la que expone una breve historia de los usos y leyes de esta cuestión, recordando que las primeras Cortes que legislaron sobre el asunto fueron las de 1823 y que el Decreto de Isabel II, de 11 de enero de 1834, establece de manera clara y justa la propiedad literaria, pero sólo de aplicación en el territorio español. Plantea una serie de argumento para defender el derecho de impresión de una obra en un país extranjero. Adoptó una postura proteccionista al sugerir que no conviene a España que se admita la propiedad de lo que se imprime fuera, porque Francia aventaja en bondad y baratura de papel, imprenta y encuadernación.

En las Cortes españolas de 1836 y 1837 las intervenciones del político Vicente Salvá son menos encendidas y frecuentes, con propuestas breves y concretas, sin alarde de oratoria. Tratan esencialmente de puntos legales de funcionamiento de las Cortes, y se percibe en ellas un tono escéptico y desencantado. El transcurrir de los años y las diversas vicisitudes políticas y personales habían quebrantado su fe en los hombres y en los sistemas políticos.

 

3. VICENTE SALVÁ, EDITOR. Desde muy joven sintió una gran inclinación por los libros. En 1809 se estableció como librero en la ciudad de Valencia, asociado con su cuñado Pedro Juan Mallén. Entre 1811 y 1813 comienza su fecunda y sobresaliente carrera de editor, con obras de carácter prerromántico, en las que figura como traductor y refundidor; es el caso de la obra El cementerio de la Magdalena de Regnault-Warin, en la que el autor discurre entre la historia de Francia desde Luis XVI a Luis XVIII. Libro que será reimprimido, en edición ampliada y revisada, en París en 1833. Completamente prerrománticas son Atala, de Chateaubriand, y las Cartas de Abelardo y Eloisa, que publicó en 1813 y 1814.

Asimismo publicó El contrato social de J.J. Rousseau, cuya reimpresión le acarreó un proceso inquisitorial, del que no se libró hasta 1820, con la restauración del régimen liberal.

La labor editorial de V. Salvá se interrumpió durante los años del primer gobierno absolutista de Fernando VII (1814-1820). Con la proclamación del gobierno liberal en 1820 reanuda sus publicaciones con los Votos de un solitario, de Bernadino de Saint-Pierre, que incluye además, La Cabaña indiana y El café de surate. Salvá corrigió la traducción e impresión y escribió el prólogo. En éste entona un canto a la libertad que halla en las ideas de Saint-Pierre.

El resto de la labor de Salvá entre 1812 y 1823 es de carácter político y polémico y se halla en las páginas del periódico Aurora Patriótica Mallorquina, fundado en 1812, en Palma de Mallorca, en la imprenta de un valenciano, Miguel Domingo. Fue el primer periódico de orientación política de Palma y su orientación liberal levantó arduas polémicas. También se puede seguir su trayectoria ideológica en las intervenciones recogidas en los Diarios de Cortes de 1822 y 1823.

Nuestro polígrafo introdujo, con traducciones propias y revisadas, ideas de Rousseau, Chateaubriand, Saint-Pierre y otros, que contribuyeron a que penetraran y se difundieran ideas románticas y liberales en territorio español.

Las tareas políticas, la caída del régimen liberal y las vicisitudes de su exilio paralizaron la labor editorial y literaria de V. Salvá. Pero nada más instalarse en Londres con su familia, abre librería y reanuda su labor. A fines de 1824 edita el Romancero de Depping; en 1825 reimprime las Obras póstumas de don Nicolás Fernández de Moratín y las Obras líricas de don Leandro Fernández de Moratín; en 1826 reimprime, también los Salmos, de González Carvajal y publica un pequeño catálogo de su librería de “Regent Street”, cuya segunda parte redactaría su hijo, publicándola en 1829 cuando ya Salva había marchado a París.

 

4. VICENTE SALVÁ. AUTOR Y CRÍTICO LITERARIO. Su intensa actividad como librero, editor, profesor de griego en el Ateneo Español Londinense y su vocación política le redujeron el tiempo disponible para realizar publicaciones propias. Sin embargo, dispuso del suficiente para poder redactar su Gramática de la lengua castellana, y tres artículos que se publicaron en el Repertorio Americano. Estos artículos, que llegan el título genérico de Bibliografía española antigua y moderna, parecen ser el comienzo de una serie que quedó interrumpida, pues al citar autores y obras por orden alfabético sólo lega a Amadis de Gaula, ya que la revista tuvo una corta vida, (octubre de1826- agosto de 1827).

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Salvá no fue escritor de obras literarias importantes. La edición y revisión de libros de otros autores y la redacción y constante revisión de su Gramática le privó de ello. Nuestro polifacético autor expuso sus ideas sobre la materia literaria en las notas y apéndices de su Gramática y en los prólogos y notas a obras de otros creadores que editó.

Sus gustos personales se deducen de las opiniones vertidas sobre las obras: Juicio crítico sobre los principales poetas españoles de la última era, (París, 1840) de Gómez Hermosilla; el Arte de hablar en prosa y verso, (París, 1842) del citado autor, y El moro expósito de Angel de Saavedra, más conocido con el sobrenombre de Duque de Rivas. Asimismo, muestra sus preferencias literarias al escribir: “No será malo advertir aquí a los lectores que hablan el español, ya que para ellos se ha escrito la presente obra – se refiere a Arte de hablar en prosa y verso – que lean mucho las obras de Fray Luís de Granada, entre las antiguas, y las de Gaspar Melchor de Jovellanos, particularmente la Memoria a sus compatriotas, entre las modernas, si desean acostumbrar su oído a la armonía y rotundidad de los períodos.

Con verdad puede decirse, afirma V. Salvá en el Catálogo de Londres, que si Cicerón hubiera hablado en castellano el estilo y formas de su lenguaje serían idénticos a los que empleó Jovellanos en esta interesante vindicación.

La admiración que sentía V. Salvá por Jovellanos la pone de manifiesto también su hijo Pedro Salvá, en el mismo Catálogo, al escribir: “Mi padre decía que a Jovellanos se le conoce más como autor de la Ley Agraria y de El delincuente honrado, porque cualquiera de estas obras por sí sola bastaba para hacer célebre a un autor”; ahora bien, en su opinión, “la Memoria a sus compatriotas era el mejor de sus escritos y llevaba gran ventaja a los anteriores”.

Mención especial merece su Gramática, obra que fue corrigiendo y perfeccionando a lo largo de su vida y por la que es universalmente conocido Vicente Salvá. Esta publicación revela, un profundo y extenso conocimiento de la lengua y de la literatura españolas y un dominio de la sintaxis francesa, inglesa e italiana, que sólo pudo adquirir a través de amplias y detenidas lecturas, como puso de manifiesto la Dr. Carola Reig Salvá, que fue académica de número de la actual RACV, catedrática de lengua y literatura en el Instituto de Luis Vives de la ciudad de Valencia, y descendiente de este egregio linaje.

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Como literato escribió, en castellano, la novela Irene y Clara (1830) y la Bruja en colaboración con el clérigo, historiador y político liberal setabense de la ilustración Joaquín Lorenzo Villanueva (1757-1837). En lengua valenciana, compuso la poesía Lo somni (1831) por lo que debe ser considerado como precursor de la Renaixença valenciana.

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En conclusión, el polígrafo Vicente Salvá Pérez fue una ilustre personalidad de la vida político-social y cultural de la España del siglo XIX. Su reconocimiento se debe a su polifacética actividad que abarcaba diversos aspectos y campos intelectuales; esencialmente, su faceta de activo y comprometido político, su labor editora y de apasionado bibliófilo, su dedicación docente, sus estudios sobre la lengua y la literatura española y europea, y su tarea de crítico literario.

  • José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, 
    Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de 
    Plata de la Ciudad de Valencia.