Víctimas o señoritos

Los jóvenes de cada época reciben un mundo heredado, que pueden mejorar o empeorar. Referirse a los jóvenes en general requiere medida sin caer en generalizaciones facilonas y simplistas.

Nos dieron una lección inolvidable los jóvenes con su reacción ante la DANA. Su solidaridad y generosidad puso en evidencia a instituciones y gobernantes. Esa fuerza que mostraron no se improvisa, responde a algo que tienen en su cabeza y en su corazón, y que poníamos en entredicho con frecuencia, al aludir a la comodidad y falta de esfuerzo de nuestros jóvenes españoles.

Se atribuye a George Bernard Shaw la frase “la juventud se cura con el tiempo”, considerando a los jóvenes impulsivos e inexpertos, inmaduros, que el paso del tiempo modelará. No estoy muy de acuerdo: el tiempo por sí solo no resuelve casi nada, y hay adultos que se empeñan en seguir siendo jóvenes, asociándolo a falta de compromiso.

Los jóvenes de hoy recogen lo que hemos sembrado. Por lo tanto, ¿son “víctimas” o señoritos? Yo pienso que son más bien víctimas, pero han de reaccionar.

Un amigo, médico bien situado con dos hijos veinteañeros, me decía recientemente que no le gustaría haber sido joven en estos momentos, por la dificultad laboral para trabajar en lo que se adquiere formación, la migración laboral al extranjero por la remuneración, o la dificultad en alquilar o comprar una vivienda.

Por el contrario, Isabel Rábago tiene claro que “los jóvenes no quieren trabajar”: “Es una estafa que mis impuestos paguen el paro a niños que quieren disfrutar del verano”.

¿Qué entendemos por “joven”? Las Naciones Unidas definen a los jóvenes como personas entre los 15 y los 24 años. Una franja de edad discutible, pero respetable. A partir de los 24 años, ¿trabajan y se emancipan, iniciando proyectos de persona madura, en lo profesional y la formación de un hogar, o prefieren seguir con los papás?

Este verano he visto jóvenes que están trabajando en un bar, con un letrero que pone “Cerrado del 15 al 18 de agosto”, acondicionándolo un 16 de agosto: extranjeros. He visto jóvenes barrenderas, limpiando calles con el calor que ha hecho estos días: por el color de su piel y su lenguaje de términos castellanos muy rudimentarios, no hay dudas. He visto jóvenes paseando a ancianos, cuidadosamente por la sombra: eran extranjeras. He visto jóvenes trabajando en bares y restaurantes: algún español, pero la mayoría extranjeros, de África, América del Sur o Centroamérica, o de países del Este de Europa. Y lo mismo en la construcción, en residencias de mayores y un largo etcétera.

¿Dónde están los jóvenes españoles entre 15 y 24 años? Veo la nutrida asistencia a festivales musicales, jóvenes españoles con mochilas que viajan al extranjero. 

Nuestros jóvenes españoles no trabajan en su mayoría en verano. O al menos yo no los veo. Nunca un joven ha logrado un “sueldazo” en verano, pero me preocupa lo que veo.Tal vez su flojera la fomentamos en vez de una cultura del esfuerzo: les dañamos.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.