Su esposa, su hermano, su amigo, su fiscal general. Todos ellos están a punto de sentarse en el banquillo. Pero, quién gravita indispensablemente alrededor de todos y cada uno de ellos?, ¿sin la presencia de quién, Begoña hubiera intentado hacer carrera con malas artes?, ¿a santo de qué a David se le hubiera ocurrido colocarse en Badajoz en un puesto que ni siquiera existía?, ¿cómo habría prosperado tanto ese modesto maestro valenciano, para rodearse de residencias propias o prestadas y de señoritas circunstanciales?, ¿y por qué el fiscal general se convierte en fiel, leal y seguro servidor del gobierno?
La respuesta en cada caso, evidentemente, es Pedro Sánchez, un joven político sin muchos méritos, con desmedida ambición de poder, resistente, definitivamente reñido con la verdad y dispuesto a todo para mantenerse en la poltrona.
Parece evidente que en los próximos meses vamos a asistir a una cascada de juicios y sentencias que pueden poner el país boca abajo.
La imputación al Fiscal Ortiz está ya sobre la mesa. ¿Por qué el gobierno y en especial el presidente insisten en mantener su inocencia y decir que le apoyarán "hasta el final"? Se comprendería que el presidente apoyara a fondo a los miembros de su gabinete a quienes él ha escogido, pero el Fiscal General debería tener, como otras instituciones judiciales, un amplio margen de independencia y ello a pesar de la inolvidable afirmación de Sánchez "¿De quién depende el fiscal general?, pues eso”.
No hay más lógica explicación a ese apoyo incondicional, que Ortiz, al desvelar secretos profesionales sobre la pareja de Isabel Ayuso, estuviera cumpliendo instrucciones de la Moncloa y que ahora no quiere dejar caer a su hombre, pues la salpicadura podría llegarle a Sánchez hasta la solapa. La posible culpabilidad del Fiscal -un caso nunca visto en nuestra democracia ni en ninguna otra de nuestro entorno-, no exime de las responsabilidades fiscales del Sr Amador quien deberá purgar también sus fraudes, que hubieran sido mucho menos notorios de no tratarse del enamorado de quien lo es.
El caso de la esposa y el hermano son los típicos de nepotismo en que la parentela más directa del mandamás piensa tener derecho a obtener "pequeños beneficios colaterales" como puedan ser "una pequeña cátedra honorífica" o "un modesto puesto de coordinador musical en una ciudad de provincias". Lo que hubo que dar a cambio -unas recomendaciones para la recuperación de una compañía aérea fallida o imponerse sobre otros posibles mejores candidatos- no les parece a Begoña y David un gran sacrificio comparado con lo que su marido y hermano está haciendo por España.
El caso Ábalos es probablemente el más delicado de los cuatro para Sánchez, porque el amigo de la banda del Peugeot se lo sabe todo sobre las interioridades de Sánchez, de La Moncloa y del PSOE.
De ahí pueden saltar chispas, que, de momento Ábalos se resiste a detonar ya que una vez desvelados los pecados del sanchismo ya no habría marcha atrás para nadie, ni para Sánchez, ni para Ábalos. Ello representaría el final de lo poco que quedara de legislatura. Pero aún más, significaría el final del sanchismo y del socialismo que tendría que reinventarse sobre nuevas vías. Nada nuevo; es lo que está ocurriendo en Francia, en Alemania, Italia, Grecia, Portugal y otros países del entorno.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.