CITA EN ALASKA

Trump y Putin acaban de reunirse en Alaska, un enorme estado norteamericano que Washington compró a Moscú en 1867 por el módico precio de 7,2 millones de dólares. Hagamos un pequeño repaso de geografía e historia. Alaska es un lugar cargado de simbología que los Estados Unidos absorbió en un momento histórico dominado por el "Destino Manifiesto" que respaldaba la expansión del país por todo el continente enfrentándose a Méjico, al Reino Unido, a Francia e incluso a España.

Si Rusia vendió Alaska fue precisamente porque Catalina la Grande necesitaba fondos para llevar adelante la guerra de conquista de Crimea. Con sus 1,7 millones de Kms2, tres veces la superficie de España, Alaska representa el 10% del territorio de los EEUU pero posee tan solo 743.000 habitantes de los 347 millones que suman los 50 estados que componen el país.

La primera objeción que se ha formulado contra esta cumbre es que en ella, la víctima, el país agredido, Ucrania estaba ausente y que cualquier decisión que se alcanzara se haría de espaldas al gobierno de Kiev.

No es esa, sin embargo, la principal objeción a avanzar. El proceso negociador no estaba aún maduro para un encuentro a tres que hubiera fracasado instantáneamente cerrando cualquier posibilidad de futuro al proyecto. Como primera toma de contacto, la reunión de Alaska ha sido importante, bien entendido que en el momento de tomar decisiones definitivas, cuando ese momento llegue y si es que llega, la presencia de Ucrania y su punto de vista serán indispensables.

Por el momento, el talante con que ha acudido Rusia a la cumbre con el Ministro de Exteriores Lavrov luciendo una camiseta con las iniciales de la URSS, un burdo mensaje imperialista, no permite ser optimistas.

Es evidente que Rusia irá a por todas. Exigirá quedarse con todo el territorio ocupado en Crimea, el Donbass y la costa del mar de Azov, cerca del 20% de la superficie del país. Por añadidura exigirá la neutralización de lo que quede de Ucrania, sin excluir la desvergonzada petición de indemnizaciones por el millón de víctimas conocidas en el conflicto.

En este difícil proceso, los Estados Unidos juega solo el papel de mediador y Trump parece estar guiado por dos objetivos: el conseguir ese absurdo premio Nobel de la paz que Netanyahu ya ha solicitado para el amigo americano y un indudable enriquecimiento económico que obtendría de la venta de armamento necesario que Europa compraría para que Ucrania pudiera mantener el actual nivel de resistencia militar.

A su vez Putin se encuentra reforzado. Cuando desapareció la URSS, Rusia quedó encogida y acomplejada. Las alianzas con los países BRICS, en especial con China e India ayudaron a Putin a acrecer su moral enfrentando con vigor las sanciones económicas que le impuso la Unión Europea, sobrellevando una guerra muy desgastante humana y financieramente, ayudándole también a recuperar presencia en Asia, África y Sudamérica.

Para Ucrania será muy difícil conservar todo el territorio que obtuvo tras la división de la Unión Soviética, pero el 80% de aquel espacio podría componer uno de los estados mayores de Europa que si pudiera integrarse en la UE y en la OTAN podría ser también un estado próspero y seguro.

Si el proceso de paz continua y si Trump es capaz de convencer a Putin de que una Ucrania miembro de la Alianza Atlántica no sería ninguna amenaza para Moscú, el proceso podría concluir con éxito. Comprendo que hay muchos condicionales de por medio pero la alternativa no es nada esperanzadora: la guerra continuaría y los dos bandos seguirían sumando muertos.

Sin excluir que Rusia vista la debilidad de Bruselas y la indiferencia de los EE.UU tuviera la tentación de hacer algún tanteo agresor en el territorio hoy miembro de la OTAN pero hasta hace poco integrante de la URSS y que sigue contando con un elevado porcentaje de población rusa.

Imagen: LISA News

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.