El líder de Podemos –por ahora es el líder– responde bastante bien al concepto de caradura que tenemos en la cabeza. Ya no sirven otros calificativos como el de populista, ególatra o radical izquierdista, ni siquiera el de tardomarxista. En el diccionario se define al caradura de la siguiente manera: “Dícese de la persona que tiende a aprovecharse de los demás”. Además, el diccionario ofrece sinónimos: “jeta, sinvergüenza, aprovechado”. Pablo Iglesias no es que “tienda” a aprovecharse, es que chupa la sangre sistemáticamente a quienes están a su lado, les utiliza hasta que ellos se dan cuenta o el propio Iglesias atisba que hay otras personas que le pueden aportar más a su enorme ‘ego’, a su carrera política o a su mera ambición. Usa y tira a las personas.
Pablo Iglesias se ha aprovechado del sufrimiento social y económico de los españoles, engañándoles con promesas utópicas –resquicio del marxismo– y agitando la demagogia con ocasión y sin ella. Bajo los efectos de una durísima crisis económica y laboral en España, olfateó que había llegado su oportunidad, sin parar en engaños, y vio con claridad que el altavoz actual son los medios de comunicación, no los mítines ni las hojas volanderas. Creó sus plataformas mediáticas y se aprovechó de otras, que le brindaron éxitos ya pasados. Iglesias es, hoy, un líder decrépito. Tras sus reiterados ataques anti-sistema, a sus 40 años vive instalado en el sistema. Viene Irene Montero.
Para Pablo Iglesias, todos son culpables en Podemos de los reveses electorales del 28-A y del 26-M, menos él. Ha culpado a Pablo Echenique y lo ha defenestrado. Se siente traicionado por Íñigo Errejón. Los malos resultados son de los líderes autonómicos y locales. Quiere aprovecharse de Pedro Sánchez, pero la verdad es que lo está haciendo como un caradura de tebeo. El colmo ha sido postularse como ministro de algún área social -como Hacienda-, para traernos a este país la justicia y la equidad.
Todavía suenan las carcajadas en muchos corrillos y terrazas de este final de primavera: ¡El millonetis de Galapagar quiere ser ministro y ayudar a los necesitados! Su chalé de Galapagar ha sido un hito en su declive. Vive como un marqués gracias a los votos de millones de españoles que se creyeron sus ideas y ahora le están abandonando, que más que ideas son insultos a quienes destacan por su esfuerzo y la creación de puestos de trabajo: esas personas son la antítesis de Pablo Iglesias, como es el caso de Amancio Ortega. Se está comportando como lo que es: un jeta que está muriendo matando, suplicando ansiosamente una poltrona ministerial.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.