Ruleta Rusa y vacunación contra el covid-19

Existe un juego de azar, conocido como “la ruleta rusa”, consistente en introducir un proyectil en una de las recámaras del tambor de un revólver, darle un enérgico movimiento de giro a este tambor y, cuando se detiene ese movimiento, entregar el revólver al jugador a quien le toca el turno, el cual pondrá el cañón del arma sobre su cabeza, oprimiendo a continuación el gatillo, de modo que si, ha tenido suerte, y la recámara que contiene el proyectil no ha quedado alineada con el cañón, se librará de recibir un balazo en su testa. En caso contrario, se volará la tapa de los sesos. Como vemos, la cosa es muy sencilla. 

El tambor de un revólver suele tener entre seis y nueve recámaras, dependiendo del calibre del arma. 

Un juego de tales características, como es natural, y dada la naturaleza humana, con toda seguridad generará un sustancioso negocio, basado en las apuestas, de las cuales, una parte importante, irá a parar al bolsillo del jugador, o de sus herederos. 

Desde el punto de vista puramente matemático, de acuerdo con el cálculo de probabilidades, y partiendo del supuesto de jugar con un arma de seis proyectiles, el jugador tiene una probabilidad de sobrevivir de seis contra una. Es decir, que la probabilidad matemática de sobrevivir es muy superior a la de morir. ¡Qué bonita es la teoría! 

Ahora bien, explícale eso a quien se vuela la cabeza, confiando en las matemáticas, la ciencia exacta por excelencia. 

Otra cuestión a tener en cuenta es la motivación de cada jugador para participar en tan peligroso juego. Habrá gente que participe por pura codicia o por cualquier otro motivo, guiado por su libertad personal. Sobre esto, creo que no tengo derecho a decir nada. Creo que uno de los peores pecados que existen es el de juicio y yo no quiero juzgar a nadie. Diferente es el caso de quien participa porque está desesperado y necesitado de ganar dinero de forma rápida y “fácil”, porque, un hombre en tal situación es mucho más manipulable y, por lo tanto, su libertad está disminuida. 

Disculpen mis amables lectores tan larga introducción, que no está motivada por un afán pedantesco de mostrar mi erudición. En absoluto. Lo que pretendo es establecer una relación entre tan macabro juego y la vacunación contra el COVID-19. 

Establezco esta relación, basándome en unos hechos que, aunque estén siendo ocultados por el poder, no, por ello, dejan de ser ciertos.

Uno de esos hechos es el de las muertes y otros serios problemas de salud, sufridas por personas que han recibido las vacunas. Ciertamente, el número de personas que han sufrido estos problemas, inmediatos, es mucho menor que el de quienes no los han sufrido. Es decir que, según la probabilidad matemática, sucede lo mismo que lo que ocurre con el juego de la ruleta rusa. Basándose en esto, los defensores de la vacunación generalizada, quieren imponer su criterio, en nombre del bien común. Lo cual quiere decir, ni más ni menos, que le dan más valor a la vida de quienes se vacunan, sin sufrir efectos inmediatos, que a la vida de quienes se vacunan y sí que los sufren, y eso, desde el punto de vista moral, es una aberración. A esto, hemos de añadir el hecho de que la libertad de quienes deciden vacunarse queda muy condicionada por la abusiva actuación del poder y de los medios de comunicación del pesebre, quienes impiden la libre expresión de quienes tienen motivos, tan poderosos como los de quienes defienden lo contrario, para cuestionar la efectividad de las vacunas, así como los efectos negativos, a medio y largo plazo, de las mismas. 

Por otro lado, la excusa del bien común es falsa de toda falsedad, puesto que, la vacuna, no libra a los vacunados de la posibilidad de sufrir la enfermedad, así como tampoco evita que los vacunados puedan transmitir la enfermedad. Eso sí, parece que, los vacunados, en el caso de infectarse, van a pasar la enfermedad con efectos menos agresivos. Eso, si acaso, irá en supuesto beneficio de una sanidad pública que, por otro lado, está siendo destruida aprovechándose de la situación creada por una pandemia, que se niegan a estudiar seriamente, dado, por ejemplo, el hecho de la prohibición de necropsias clínicas hechas a los cuerpos de los fallecidos como consecuencia, según los certificados de defunción, del COVID-19. Otro argumento para justificar mi afirmación de que se quieren cargar la sanidad pública es la canallada de prestar, casi exclusivamente, asistencia médica telefónica. Vamos, que podríamos afirmar que, a esa sanidad pública, la están convirtiendo en una especie de consultorio de Dª Elena Francis, en versión modernizada, puesto que, ahora, la comunicación es telefónica y no postal. Pero, para el caso, es lo mismo. 

En resumen. Nos encontramos con que mucha gente se está vacunando, exponiéndose a graves peligros. Quien dirige todo esto, afirma que las posibilidades de sufrir tales efectos son mucho menores que las de no sufrirlos (como en la ruleta rusa). Además, la libertad para decidir está muy condicionada por la desinformación y la presión del poder y que los beneficios, sobre todo para las farmacéuticas, son altísimos (como para quienes organizan el juego). Y, finalmente, el gran perjudicado es quien se vacuna, es decir, quien se pone el revólver en la sien. Además, a los beneficios económicos, hay que añadirle los beneficios ideológicos y políticos de quienes están detrás de todo esto.

 

Imagen: Alibaba. Instrumento veterinario

  • Miguel José Alabort Jiménez es licenciado en Derecho y Graduado Social.