La pandemia del Covid-19 nos ha recordado que la población mundial está condenada a sufrir, de vez en cuando, epidemias que reflejan la debilidad de nuestra condición humana. La actual, no ha sido la primera, ni por desgracia será la última, a pesar de las investigaciones, medidas tomadas y precauciones que la ciencia y los gobernantes se afanan en desarrollar y aplicar. También está poniendo de manifiesto la solidaridad, la implicación de la ciudadanía y la improvisación.
La Peste Bubónica, llamada también Peste Negra, fue una pandemia devastadora que azotó la Humanidad en el siglo XIV. Esta epidemia, según algunos cálculos, segó la vida de un tercio de la población de toda Europa. Fue transportada de Asia a Europa por viajeros europeos, propagándose rápidamente por la cuenca del Mediterráneo desde la ciudad comercial y portuaria de Caffa, población ubicada en la península de Crimea, Afectó a todas las clases sociales, siendo las más vulnerables las más desfavorecidas, pero atacó igualmente a la realeza, falleciendo el rey Alfonso XI de Castilla y la esposa y la hija de Pedro IV de la Corona de Aragón. Se ha considerado que ha sido la primera pandemia intercontinental de la Historia.
El Dietari del capellà d’Anfos el Magnanim refleja que “l’any de MCCCXXXXVIII, fonch la gran mortaldat, e fon la primera mortaldat, e fonch tan gran, que en Valencia hi hac jornada que y moriren M persones. Aquesta mortaldat fonch general per tot lo mon, que apenes los podien soterrar”. La Crónica del rey Pedro el Ceremonioso cifra el número de muertes diarias en una cantidad menor: “ans que fos mijant juny, hi moriren tots jorns mes de CCC persones”. Otra fuente medieval como es unos Anales Valencianos recoge una relación de las pestes y constata que “En juny del any MCCCXXXXVIII fon la primera y major mortaldat”. En Valencia y su Reino ese año de 1348 se manifestó por primera vez los efectos de la Peste Negra con gran virulencia.
Este elevado número de muertes creó la necesidad de agrandar los cementerios de las parroquias como los de San Martín y San Juan en Valencia. En algunos casos fenecieron todos los miembros de la familia. Casi nadie quería desempeñar la labor sanitaria, de sepulturero, ni de notario, al que acudían los descendientes para testar.
Las epidemias se repitieron en 1350, 1356, 1362, 1370, 1374, 1375, etc., denominada esta última la “peste dels infans”.
Els Manuals de Consells de la ciutat de Valencia de 27 de octubre de 1374 recoge que se decretó que se celebrase una procesión por “les fams, malalties, morts, guerres e altres adversitats” y el 7 de diciembre, dicha fuente histórica, alude a la carestía de “viandes”.
Los efectos de la Peste Bubónica aparecieron en el Reino de Valencia y fueron devastadores en la población, siendo los más afectados la población urbana y la mudéjar. Se produjeron grandes espacios despoblados y se dispersó la población de la huerta. La falta de brazos hizo que la producción agraria disminuyese. Los ingresos de los terratenientes padecieron mermas importantes por carecer de mano de obra para laborar sus tierras. En la ciudad y Reino de Valencia se produjeron graves alteraciones socioeconómicas y una disminución de ciertas actividades artesanales e institucionales.
Esta epidemia actuaría de manera cíclica durante años sucesivos a lo largo de esta centuria y proseguiría con brotes menos virulentos en el siglo XV.
El descenso demográfico en el Reino de Valencia es difícil de cuantificar por falta de fuentes fidedignas. No existen datos estadísticos, ni todas las poblaciones fueron afectadas de igual modo. Vilarreal, parece ser que casi no se vio afectada por la peste de 1348. Sin embargo, Morella se quejaba en la celebración de la feria de Sant Mateu por verse despoblada por la peste. Morvedre, en 1349, no pudo renovar el “Consell” debido a la fuerte mortandad del año anterior.
Nos sirva la pandemia del Covid-19 para aprender y la investigación pueda frenar su propagación, efectos y consecuencias de otras futuras. En estos tiempos, la recuperación de los afectados nos debe alentar a no caer en el desánimo.
LAS PROVINCIAS. Opinión. Publicado el viernes 27 de marzo de 2020, p. 39.
José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia,
Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de
Plata de la Ciudad de Valencia.