Mariano José de Larra escribió en 1833 el antológico artículo “Vuelva usted mañana”. Escrito con humor, refleja la desidia y dejadez de la administración ante el deseo de un extranjero por invertir en España, la lentitud y el papeleo. En vez de 1833 podría estar escrito ahora, con las lógicas modificaciones tecnológicas, pero con el común denominador de la desidia y la falta de agilidad para los trámites administrativos, como si el funcionario o empleado correspondiente nos hiciera un favor. Todos conocemos funcionarios ejemplares, y son los que más ven y sufren con lo que aquí expongo.
Para facilitar los trámites de modo presencial o de atención telefónica, los funcionarios y quienes llevan tareas de atención al público deberían trabajar alguna o algunas tardes, porque es demasiado cómodo ver cómo, una y otra vez, se nos dice que el horario de atención al público es de 9.30 a 1.30. Y no especifico ese horario al azar: debe ser para que el funcionario “se acomode” al llegar al trabajo, y que “ordene” su extenuante trabajo antes de las 2. Yo exigiría que los servicios públicos se atiendan también por las tardes, de modo que no se tenga que prescindir necesariamente de horas de trabajo para hacer un trámite municipal, judicial, autonómico o laboral: pedir a cada funcionario una o dos tardes de trabajo, y que podamos optar entre ir por la mañana o por la tarde a ese organismo, ¡que pagamos de nuestro bolsillo!
No es de recibo lo que estamos soportando, en el siglo XXI, en 2021. Me gustaría que Larra viviera para que reflejara el hartazgo ciudadano: con tantos medios digitales como existen, las quejas son innumerables por no coger el teléfono, por no funcionar una página web, por decirnos que la persona encargada está almorzando, por no contestarnos a un mail bien dirigido, por no darnos opción a una atención presencial –porque la vida no es una cuadrícula, y existen dudas no siempre reflejadas en formularios de las web, o simplemente porque tenemos derecho a ser atendidos presencialmente–, o por líneas telefónicas saturadas durante horas.
Que no nos esgriman el argumento de la pandemia. Estamos viendo escenas de echarse a reír o llorar. Nos tratan como a tontos. Si hablamos de cómo cumplen con su trabajo funcionarios que no acuden a su lugar de trabajo por el aforo ante el virus, cabe escribir un tratado. Los profesores y la docencia virtual sería otro capítulo. Y si hablamos de los liberados sindicales… se les teme. Me parece que Larra apuntaría a los votos y el temor a los sindicatos para que la situación no cambie: los ciudadanos pagamos esa ineficacia.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.