El título de estas líneas no lo he elegido al azar o sin apenas pensarlo: lo he pensado mucho. La iniciativa de Podemos, ERC y Bildu en el Congreso de los Diputados de investigar los abusos a menores exclusivamente en la Iglesia tiene alta dosis de inquina y hasta crueldad, pero no contra una institución asimilada a edificios o estructura material, sino contra personas, que son los católicos.
La Iglesia está compuesta por clérigos y laicos, en su inmensa mayoría por estos últimos. La mayoría de los españoles nos declaramos católicos. Que haya disminuido la práctica religiosa no es óbice para respetar y exigir justicia ante cualquier tipo de ataque o discriminación, y sobre todo por parte de los laicos, que somos la mayoría, sin descargar en sacerdotes y obispos las iniciativas, reacciones o exigencias que corresponden en un Estado de Derecho.
Todos los abusos a menores repugnan, dan asco. Para colmo, las estadísticas señalan que van en aumento en nuestra sociedad, y curiosamente casi nadie analiza las causas. La mayor parte de los abusos se producen en la familia, esfera donde debe primar el amor y la entrega. Hay abusos en el ámbito escolar, deportivo y lúdico, en todas partes por desgracia. Y también los hay en la Iglesia, en un porcentaje situado en el 0,5% del total de abusos, pero el Congreso no quiere investigar el 99,5% de los abusos a menores, sino únicamente ese 0,5%. Más que sospechoso, es escandaloso.
Tenemos todo el derecho a exigir que esgriman los motivos de esa discriminación. Que se investiguen todos los abusos, y me atrevería a decir que sobre todo en los ámbitos en que sea más necesario. Tal vez en los ambientes católicos, en la Iglesia Católica, es donde más se ha investigado y adoptado medidas. Sin embargo, se ve un gran interés de algunos por airear y ensuciar a la Iglesia, que es ensuciar a los católicos, digámoslo con claridad: pidamos respeto, no focos excluyentes ni sectarios.
Es una iniciativa que busca alejar a los católicos de su fe, tejer desconfianza hacia catequistas y sacerdotes, reducir la frecuencia de Sacramentos, vaciar en lo posible las iglesias. Si no, no tiene explicación que se excluya la investigación de todos los demás abusos, el 99,5%. Y de paso es una maniobra de distracción en la opinión pública, pergeñada con mucho cálculo para cuando interesara a este Gobierno.
Admitamos un deber de ejemplaridad de sacerdotes y católicos. Es cierto, por eso duele más a los católicos, y parece generar regocijo sangrante y cruel entre los enemigos de los católicos. ¿Y no hay más deber de ejemplaridad en la propia familia? Pero eso no interesa tratarlo, por si aparece un sexo frivolizado cada vez más extendido en planes educativos y redes sociales, una pornografía que lleva a la violencia sexual y los abusos, con intereses ideológicos y comerciales: no interesa ver causas y remedios.
No se van a investigar los abusos a menores tutelados en Baleares y Comunidad Valenciana. La izquierda cierra filas, todos se apoyan y se esconden.
Indigna esta iniciativa. Intentar extender la mancha de los abusos a los católicos, de modo visible a los clérigos –que han de aguantar ya insultos de ese tipo cuando van por la calle-, es una maniobra rastrera, vil. Estamos orgullosos del gran ejemplo que dan la mayoría de los sacerdotes y religiosos. Es contra la Iglesia, pero es contra los católicos, y los laicos deben reaccionar sin complejos, exigiendo justicia para todos y delatando maniobras sectarias.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.