Todo tipo de dictaduras han buscado y buscan suprimir la libertad de enseñanza, de modo que la Administración moldee desde la infancia lo que busca: en vez de servir a la educación, se sirve de la educación para imponer una ideología. También es totalitario el poder emergido de las urnas si lamina derechos y ahoga el pluralismo propio de la libertad. La dictadura en tierras valencianas se traduce ahora en imponer el valenciano y ahogar los conciertos educativos, pero se reviste de eufemismos como “plurilingüismo”: son disfraces del totalitarismo que pilota el conseller Marzà. El sectarismo preside decretos y leyes, que una y otra vez se están encontrando con sentencias judiciales que las anulan y con iniciativas ciudadanas que lo están impidiendo, con gran esfuerzo y constancia, y también con víctimas de este totalitarismo insultante.
Se acaba de constituir la Plataforma por la Libertad Lingüística en Educación. La integran la Federación de APAs de la provincia de Alicante Escuela y Familia, FCAPA Valencia, CONCAPA Castellón, CONCAPA Comunidad Valenciana, Defensa del Castellano, Idiomas y Educación, y la FAPA Gabriel Miró. Defienden algo tan básico como la libertad de elección de la lengua vehicular. Se han unido para sumar fuerzas y plantar cara al falso modelo “plurilingüe” de la Consellería de Educación. Han elaborado un programa de acción, que incluye actuaciones sociales y movilizaciones contundentes para defender la libertad de las familias, como lo avalan reiteradas sentencias del Tribunal Superior de Justicia (TSJCV). Esperan que más entidades se sumen a esta plataforma.
Por otra parte, el TSJCV acaba de pronunciarse sobre los conciertos educativos que anuló la Consellería, y los ha restablecido. El tribunal ha recordado que no se pueden suprimir conciertos en vigor y que “debe renovarlos siempre que (el colegio) siga cumpliendo los requisitos”. Antes he escrito “víctimas”, y no es una ligereza: ¿cómo compensar a los padres que han sacado a sus hijos de colegios que tenían concierto, porque sin él no podían económicamente? Dramas familiares y una vez más la libertad se ha convertido en víctima. La concertada es un derecho y, además, sale más barata que la pública, pero este dato se oculta: prima el sectarismo.
La sociedad está viva y se ve que el “meninfotisme” o pasotismo valenciano no rige en la educación: los padres están dando una lección.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.