La batalla de Las Navas de Tolosa: La unión hace la fuerza

Hace ochocientos años, el día dieciséis de julio del año mil doscientos doce, los reyes de Castilla, Aragón y Navarra, causaron una definitiva derrota a las tropas almohades mandadas por el temible Al-Nasir. Aquella victoria dejaba sentadas las bases que conducirían más tarde al final de la Reconquista. La liturgia romana dedicó desde entonces aquella fecha a la conmemoración de la fiesta de la Santa Cruz. Lo mismo, que en razón de la victoria de Lepanto sobre los turcos, fue introducida en las letanías del Santo Rosario, la invocación a la Señora como “Auxilio de los cristianos”.

En las fuerzas cristianas militaban las huestes de Alfonso VIII, rey de Castilla; de Pedro II de Aragón y de Sancho VII de Navarra, aquel rey de gran fortaleza y cuya estatura no envidiaría en nada a la de Pau Gasol. Con razón sus contemporáneos le llamaron Sancho el Fuerte.

La indiferencia religiosa

Entre los profundos cambios que ha experimentado nuestra sociedad occidental en los últimos cincuenta años, hay que destacar la gran extensión de la indiferencia religiosa, la mayor dificultad a la que se enfrenta la Iglesia en su labor pastoral y evangelizadora. Es un fenómeno cultural y social nuevo, que no tiene precedentes. En la mayor parte del siglo veinte, el ateísmo militante de los regímenes marxistas fue la gran amenaza contra la religión, perseguida política y socialmente como alienación del hombre, a través de la intimidación y de la fuerza; hoy la situación es de muy distinto signo: Dios y la religión han dejado de ser, no ya una vivencia, sino una cuestión que despierte atención e interés en una gran parte de la gente. La animadversión de una minoría se ha convertido en la indiferencia de la mayoría.

La repugnancia natural ante el aborto

1.- Un militante socialista y segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Paradas (Sevilla), ha tenido el valor y la coherencia de participar en la magna manifestación celebrada ayer en Madrid a favor de la vida. No creo que haya sido el único. Y lo hace en base a un razonamiento muy sencillo: Si la izquierda siempre ha estado a favor de los más débiles ¿cómo no voy a estar a favor de los concebidos no nacidos que ahora son los seres humanos más indefensos?.

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