El avance del islamismo, la proliferación de células yihadistas y la expansión del ateísmo en Europa no son buenos síntomas para la estabilidad social
En pleno siglo XXI en una Europa dividida social, económica y políticamente el acto de concesiones al islamismo por parte del presidente de la República de Turquía Recep Tayyip Erdogan de autorizar celebraciones musulmanas en Santa Sofía de Estambul y el malestar expresado al respecto por el Papa Francisco no han pasado desapercibidos para algunos analistas políticos. El Papa se mostró muy afligido por la conversión en mezquita de la antigua basílica durante un milenio, declarada museo en 1934, y actualmente Patrimonio Cultural de la Humanidad, desoyendo las autoridades turcas el llamamiento de la Unesco para que no cambien el estatuto de la histórica basílica cristiana.
El avance del islamismo, la proliferación de células yihadistas, la expansión del ateísmo en Europa y la crisis de los valores del humanismo cristiano, base de la cultura occidental, no es un buen síntoma para la estabilidad social de Europa.
La iniciativa del expresidente Rodríguez Zapatero, entre otros, de promover una alianza de las civilizaciones acabó en un profundo fracaso, pagado por el erario público.
En el siglo XVI, el humanista valenciano Juan Luis Vives en el opúsculo titulado 'De la insolidaridad de Europa y de la guerra contra el turco' (1526) expone una de las ideas centrales de su pensamiento político-religioso; la concordia y la colaboración de los reinos europeos cristianos. Refiriéndose a Carlos I de España y a Francisco I de Francia afirmó que la aspereza y el enfrentamiento cesarían «si aquellos dos jóvenes pudieran avenirse a vivir entre sí en buena paz y armonía» y dirigiesen sus esfuerzos contra el enemigo común de la cristiandad, que no es otro que el Imperio Turco, el cual podría aprovechar la situación interna de los cristianos para amenazar cierta porción de Europa.
En un diálogo entre Teresias y Minos expone los peligros que podrían acechar a una Europa dividida y enfrentada, y propugna la liga de la paz para hacer la guerra al turco. Consecuentemente, el pacifismo vivista cede ante el Imperio Turco. Sus desvelos no alcanzaron el eco deseado a pesar de su insistencia y de la labor de persuasión.
Consejos o principios que son expresados, igualmente, en el opúsculo 'De la condición de los cristianos bajo el turco' (1526), en donde se queja de la ceguera que existe entre los cristianos. Subraya que bajo el dominio turco se restringiría la libertad, se abandonarían el cultivo de las letras, la religión correría grave peligro y se implantaría el despotismo.
Nuestro filósofo plasma sus deseos en este campo político-social no sólo en misivas y opúsculos dirigidos a personalidades de la esfera religiosa, política o intelectual sino también en dos excelentes tratados como son: 'De concordia et discordia in humano genere' (1529) y 'De pacificatione' (1529), obras que contienen propuestas concretas pacificadoras y antibelicistas, redactadas con el vigor característico del humanismo cristiano renacentista.
La obra 'De concordia et discordia' la destinó a Carlos I, rey de las España. Es un tratado de una gran sagacidad y prudencia política, compuesto en una coyuntura que estaba presidida por las ambiciones territoriales, una Europa necesitada de una reconstrucción y un inmediato apaciguamiento y concordia para no verse abocada a una situación de calamitosa inestabilidad.
La obra 'De pacificatione' la dedicó a don Alfonso Manrique, arzobispo de Sevilla. Su contenido sigue las motivaciones de la anterior y expone las vías de acceder a la pacificación.
Son obras de amplio contenido moral y convincente vocación pacificadora, conclusión que se colige al señalar que «no puede llamarse cristiano (...) ni siquiera hombre, quien no se afane con la posible porfía por la paz, por la concordia, la caridad, la benevolencia mutua».
Vives manifiesta en sus escritos su afán de impedir las guerras e implantar la paz. Pone todos los recursos de persuasión que tenía a su alcance. Para ello, redacta tratados y cartas dirigidas a sus amigos Guillermo Budé, Francisco van Craneveld, Juan Vergara, entre otros, con la finalidad de hacer realidad sus deseos, a la vez que consuela su conciencia y muestra su impotencia por no alcanzar los objetivos codiciados.
Nuestro pensador se interrogó: ¿De qué, nos sirve la cultura?, ¿de qué la humanidad?, ¿de qué tan numerosas artes que hacen agradable la vida?, si los pueblos son incapaces de lograr la concordia.
LAS PROVINCIAS. Domingo 2 de agosto de 2020
José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia,
Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de
Plata de la Ciudad de Valencia.