No fue una guerra civil

Me indigna sobremanera que, a la Guerra de Liberación contra el comunismo, desarrollada en España, en una de sus fases, entre 1936 y 1939, se le llame guerra civil, porque no fue una guerra entre españoles exclusivamente, sino que fue una guerra entre españoles y entre otros, nacidos, sí, en España, pero que estaban adheridos a organizaciones e ideologías subordinadas a intereses internacionalistas y antiespañoles. Es decir, los contendientes rojos no eran, y, desde luego, no merecían serlo, españoles, porque la nacionalidad no es una circunstancia político-administrativa, es algo más, además de eso. Cierto es que las fuerzas nacionales recibieron el apoyo de potencias extranjeras, pero éstas  no tenían ningún interés en trocear a España. Es más, el gobierno asesino del Frente Popular, en 1937, para entorpecer esa ayuda, entró en contacto con el III Reich y con la Italia fascista, a quienes se les ofreció la entrega de partes del territorio sagrado de la Patria, ofrecimiento rechazado. Por lo tanto, eterno agradecimiento a ambas naciones y a sus gobiernos de entonces.

También me indigna esa especie de chantaje emocional que algunos, no sé si por imbecilidad o por ignorancia, utilizan, para justificar su neutralidad y/o su cobardía, consistente en decir que aquello no debería de repetirse, porque es terrible una guerra entre hermanos. Idiotas.

Yo no voy a obviar el drama humano de que un hijo de mi padre y de mi madre esté en la trinchera de enfrente de la mía, pero eso es un hecho estadísticamente muy poco significativo. Ahora que si queremos confundir la regla con la excepción, pues muy bien, de algún modo se habrá de justificar la gilipollez. También se intenta justificar el asesinato prenatal aludiendo a los embarazos consecuencia de violación, que son rarísimos.

Yo soy hermano de mis hermanos de sangre, pero no lo soy de mis compatriotas, aunque los pueda querer mucho, y menos todavía de mis enemigos, porque los que combaten en la trinchera de enfrente, ni son mis hermanos ni mis compatriotas. No olvidemos que los rojos no hubiesen dudado, ni entonces, ni ahora, en exterminarnos.

Por lo tanto, aquello fue una guerra, pero consecuencia de una reacción de supervivencia de España, concretada en la formación de un movimiento cívico-militar, frente a la actuación del gobierno más asesino que ha operado en toda la historia de España.

Al principio del artículo, he dicho que la guerra del 36 fue una fase en la guerra contra el comunismo. Y digo que es una fase, porque esta guerra se está desarrollando permanentemente, bajo distintas formas, y no terminará hasta que el comunismo sea erradicado, sin olvidar que los arrepentimientos sinceros siempre deben tenerse en cuenta.

No hay otra solución. Y dejémonos de zarandajas: la espada tiene forma de cruz.

 

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  • Miguel José Alabort Jiménez es licenciado en Derecho y Graduado Social.