Periodistas

San Francisco de Sales es el patrono de los periodistas, y la fiesta se celebra el 24 de enero. Es un momento de celebración y reflexión para nuestra profesión, con frecuencia criticada, temida y minusvalorada al mismo tiempo, y con cambios constantes -a veces vertiginosos-, que hay que asimilar en nuestro trabajo. Para tranquilidad de algunos, los más críticos con los periodistas somos los propios periodistas, precisamente porque vivimos con intensidad cada día, porque es una profesional muy vocacional y porque palpamos nuestras posibilidades y limitaciones.

Hace unos días, casi por casualidad, coincidí con un matrimonio que no conocía. Comentaron que una hija acudió a una charla-coloquio sobre los medios de comunicación porque tenía en la cabeza estudiar Periodismo. Se celebró en la Cámara de Comercio de Teruel, en noviembre de 2017. Salió de esa reunión con la decisión de no estudiar esa carrera. No se acordaban de qué periodista había impartido esa sesión, hace seis años. Ante mi sorpresa y la de ellos, me di cuenta de que ¡yo era ese periodista! Pasados los años, los padres me manifestaron su gratitud por haber expuesto la realidad de nuestra profesión.

Si una joven se decanta por no estudiar Periodismo –o Comunicación Audiovisual, o algunos estudios similares– al escucharme, puede parecer que mi experiencia es negativa, y no lo es. Simplemente, en aquella ocasión y siempre, procuro hablar de la realidad del trabajo periodístico, no de sueños facilones, éxito inmediato apareciendo en la televisión o firmando noticias que remuevan el país.

Sigo siendo un apasionado del periodismo, todavía recordando el que posiblemente fue mi primer artículo, en una revista juvenil, a los 15 años: en estos 50 años hay de todo. Se aprende mucho y todos tenemos algunos hitos de satisfacción profesional, de haber contribuido a informar y servir de verdad, a veces contra viento y marea.

Es un trabajo en el que la cabeza trabaja continuamente, pues nos interesa la vida en todas sus manifestaciones, también cuando estamos de vacaciones y observamos hechos o fenómenos que nos parecen noticias. Obtener información y tratarla es nuestro trabajo, no es un “copiar y pegar” notas de prensa: pueden ser un punto de partida para contextualizar, implementar, contrastar.

No es una profesión bien remunerada, en general. Requiere valentía: hay continuas ocasiones de claudicar, no complicarse la vida, pues casi toda noticia molesta a alguien. Se habla de “cuarto poder” y no se conoce la fragilidad existente en un periodista. Se pide independencia y criterio propio, a la vez que se vive en un mundo competitivo donde la publicidad, la suscripción digital y la entidad propietaria marcan contenidos o enfoques.

En la era digital, la tentación periodística de “ser el primero en dar la noticia” es un peligro constante. Hay que calibrar, entre los periodistas y entre los lectores, si preferimos la rapidez o el rigor, aunque no son incompatibles teóricamente. A la vez, con la cantidad ingente de información a la que tenemos acceso gratuitamente, se impone elegir entre la cantidad y la calidad: poniendo como ejemplo el jamón de Teruel, valorar si preferimos mucho jamón de menos calidad, o menos cantidad pero jamón de Teruel Denominación de Origen. Las facilidades para manipular, tergiversar y difundir bulos se han multiplicado con las redes sociales.

Se pide medios de comunicación independientes con cierto fariseísmo de bar, sin implicarse en su sostenimiento económico: quien se queje en España del periodismo que hacemos, le aconsejo que se gaste algo, y tal vez deje de quejarse. Gastarse algo tiene muchas fórmulas, pero hay que fijarse en que, con la tecnología digital, el lector evita gastos, picotea de diversos medios… y puede pensar que todos somos periodistas. Estar bien informados incumbe a todos, y requiere gastar un poco todos.

Para mí y todos mis colegas, pido también difundir noticias positivas, no sólo el fango. Por supuesto que en cada entidad, colectivo o municipio hay podredumbre, pero no seamos escarabajos peloteros, y contribuyamos a ser realistas.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.