Da igual de dónde sea uno. Las ciudades españolas tienen ahora un aspecto desolador, casi todos los locales comerciales cerrados y en sus puertas, letreros en los que se avisa de la intención de sus dueños: se vende, se alquila, se traspasa...
Finalmente llegamos a la conclusión de que, en las últimas décadas, las políticas de los sucesivos gobiernos españoles han tenido un único objetivo: destruir empleo, empresas, tejido productivo, estuviera este dónde estuviera.
En la situación en la que nos encontramos, un país como Chequia, supuestamente arrasado, después de medio siglo de comunismo, ha conseguido tener, actualmente, un PIB más alto que el español, según una noticia de “El País”, de Antonio Maqueda de 8 de febrero 2021:
“La República Checa, un país que en los años noventa salía del comunismo y era un tercio menos rico que España, ha conseguido en tres décadas batir a la economía española en PIB per cápita corregido por el poder de compra. Y Estonia, Lituania y Eslovenia están cerca. El sorpasso constata un fracaso de España, que antes de la crisis de 2008, propulsada por la burbuja, sí que había recortado distancia con los países más avanzados. Sin embargo, desde entonces pierde posiciones con el norte, se estanca con Italia y Francia y le comen terreno los del este.”
Y como dice el artículo, no es el último país excomunista en adelantarnos, a plena carrera vienen ahora Lituania, Estonia, Letonia. ¡Quien nos lo iba a decir hace sólo unos años!.
Así que mientras contemplamos, atónitos, cómo los tan denostados países comunistas nos adelantan, llegamos a la lamentabilísima conclusión de que, finalmente, no se puede producir nada en España. La globalización impuesta desde Bruselas, a más del servilismo de los “políticos de turno”, nos llevan a que, sin el permiso de esta capital, no se pueda vender ni un litro de leche ni un kilo de harina.
España se encuentra sometida a un implacable proceso de desindustrialización desde los años 80, y en pleno proceso de destrucción de su agricultura; amputados ambos sectores, y limitada a ser un país de sólo servicios turísticos de baja productividad y que en realidad no puede absorber ni su propia mano de obra, se convierte en un lastre económico para los triunfadores de esta infernal UE, Alemania y Holanda. Bienvenidos al tercer mundo. España, patio trasero de Centroeuropa.
Esto deja a nuestros jóvenes con unas cifras de paro demenciales, y la emigración y el desarraigo como única salida.
Porque, ¿cuáles son las cifras reales de paro en España? Cierto es que la situación actual se ha venido agravando, pero las cifras oficiales y actuales de paro nada tienen que ver con la realidad que todos palpamos en la calle. El número total de parados en España es de 3.719.799,97 personas, nos cuenta el INE Instituto Nacional de Estadística.
Sin embargo, ni mucho menos esta cifra engloba el paro real. Según un artículo de “El Mundo”, la cifra real de trabajadores en situación de paro se elevaría hasta los 9 millones. Esta es la conclusión a la que se llega en un artículo de Cesar Urrutia, de abril del pasado año 2020. La conclusión del artículo es que nada menos que el 40% del total de la población activa se encuentra en esta situación.
Existen 4 millones de trabajadores acogidos a un ERTE, que supuestamente es un paro “temporal”. A estos, hay que añadir 1’2 millones de autónomos que han pedido la “ayuda por cese de actividad”. Y los que se reconocen en el los datos de paro “oficial”, que eleva la cifra en 3’7 millones más. Sumado todo ello, nos da una cifra de 8’9 millones de españoles en esta situación.
En el mismo artículo se advierte de que la estimación es “conservadora” dado que la cifra de afectados por el ERTE se incrementa diariamente y habría sobrepasado la cifra de los 4 millones.
Supuestamente, los ERTE son un desempleo temporal, dado que los trabajadores deben de reincorporarse a su puesto en un periodo de seis meses, sin embargo, desde distintas fuentes ven dicha reincorporación como imposible, y, en el mejor de los casos, como problemática.
Sin embargo, a la cifra de los nueve millones facilitada por “El Mundo”, hay que añadir otro millón de personas que, encontrándose en edad de trabajar, ha desistido de buscar empleo. Esto elevaría la cifra a 10 millones de parados.
Si tenemos en cuenta que la población activa es de 19 millones, podemos llegar a la conclusión de que el paro afecta, de una forma o de otra, a más de la mitad de la población activa.
Otro dato, si de esos 9 millones de personas que trabajan, restamos 3 millones y medio de funcionarios, y 500.000 por puestos políticos, en realidad tenemos que actualmente, el país está siendo sostenido, únicamente, por 5 millones de personas, en su mayoría, autónomos, unos héroes a los que sin embargo se les demoniza a diario y se les lincha fiscalmente, a fin de pagar el gasto estatal, en una nación de nada menos que 47 millones de habitantes.
Con estos datos, no sorprende que uno de cada cuatro españoles se sitúe bajo el umbral de la pobreza; según “La Razón”, el 25% de los hogares españoles se encontrarían en esta situación.
Finalmente, sin nada que funcione, en realidad. Sin poder producir nada. Tenemos a una nación quebrada que tiene en el crédito su única opción de futuro. Más créditos, más deuda, más ruina. Según Gay de Liebana, sólo este año, España necesitará nada menos que 300.000 millones de euros en préstamos para poder pagar el gasto.
A pesar de toda esta debacle, sin embargo, al parecer, no pasa nada, sectarismo, politiqueo, ideología y estupidez, están antes que este desastre, y si no, veamos: ¿qué aparece en portada en las noticias de la primera cadena?: “la Princesa Leonor estudiará en un colegio de Gales”, o “se va de España como su abuelo”. En un absurdo intento por generar polémica sobre el centro escogido para sus estudios.
¿Soluciones a la situación? No se ven, cuando llevamos décadas soportando a los distintos “políticos de turno”, cuyo único objetivo en esta vida es medrar y salir bien en las fotos, por lo que se comprenden muy bien los números que acabamos de facilitar. El “político de turno” tiene en su interés personal su objetivo profesional y suele perder el tiempo en teatralizaciones ideológicas, aspavientos sectarios, mientras desprecia a sus conciudadanos y oculta descaradamente cómo se saquea al pueblo al que dice servir.
España necesita hoy más que nunca todo lo contrario, necesita estadistas y patriotas, que se preocupen de lo que conviene a la nación y vivan entregados a los intereses de ésta. En una palabra, necesitamos menos políticos y más patriotas, y los necesitamos con urgencia. S O S.
Imagen: Verónica Rosique