La situación económica en España tiene un calificativo: insostenible.
Tanto predicar los partidos de “progreso” la sostenibilidad y resulta que no funciona nada. No hace falta tener un título universitario para darse cuenta de que un país no puede vivir sin ningún sector productivo que funcione. O, en otras palabras, la nación no puede vivir de pagar impuestos. En frase de Churchill, esto es lo mismo que intentar levantar dos cubos metiendo los pies dentro y tirando de las asas. Muy visual.
Hace poco tuve una conversación con una conocida. Entre otras cosas me dijo que estaba preparando a sus hijos para poder trabajar “en cualquier parte del mundo”, algo así como si fuera una tropa expedicionaria. Cuando le pregunté si no le gustaría que trabajaran aquí, en Valencia, o en España, me miró como si estuviera loco. Por un instante me sentí estúpido. Se me había olvidado que estamos rodeados de las mejores tierras y tenemos el mejor clima del mundo, pero no podemos cultivar nada porque todo lo traen más barato desde fuera gracias a las maravillosas políticas que nos impone Bruselas, y sin el importante aporte económico que proporcionaba la agricultura, la zona está muerta económicamente.
Después del crack de 2007, nos faltaba el coronavirus. Si Ud. trabaja en el sector privado sabrá de lo que hablo. La situación es tan desastrosa, que hoy día a nadie se le ocurre en España que sus hijos sean otra cosa que no sean funcionarios. La alternativa es la emigración o la pobreza. España tiene unos niveles de pobreza comparables a los países bálticos, a los países del este, machacados después de setenta años de comunismo intensivo. Los jóvenes sufren, con más intensidad, esta situación. Que no se hagan ilusiones ni el PSOE ni el PP, la próxima generación no les va a aportar ni un solo voto, pues es difícil encontrar una tasa tan alta de ineptitud, indiferencia y crueldad con sus votantes.
Pero resulta curioso el dato, en realidad, tras cuarenta años de sistema bipartidista, en España, los efectos son los mismos que setenta de comunismo en el este de Europa.
Lo cierto es que el estado ha venido, desde hace décadas, destrozando el sector productivo español de dos formas, o bien depredándolo a base de impuestos y tasas cada vez más altos, con independencia de quién esté en el gobierno, o bien, directamente, provocando la ruina de los negocios y pequeñas explotaciones con una política de ribetes delictivos que ha provocado una competencia desleal, dirigida a liquidar el sector privado.
Con el coronavirus, todo se ha acabado agravando, solo nos quedaba el sector servicios, pues Bruselas ya había conseguido que todos fuéramos camareros, pero también han acabado cerrando los bares y los restaurantes. Ni siquiera la peor de las políticas de Stalin fue tan eficaz.
Esta es la realidad: España es el país con peores vaticinios del FMI, que no se conforma con ayudar a destruirte, sino que luego también te lo recrimina.
En una economía patria plagada en un 90% de autónomos y Pymes, las ayudas brillan por su ausencia, más bien, todos ellos han sido abandonados a su suerte. Los ERES se multiplican, al igual que los ERTES, amenazando con nuevas avalanchas de paro, que en la realidad roza ya la cifra de SEIS MILLONES DE PARADOS, porque, en materia de cifras, pasa como con las que se dan por el gobierno con el coronavirus, hay que utilizar un múltiplo para llegar a las reales.