ALONSO DE SANTA CRUZ

Nació en Sevilla en la primera quincena de agosto de 1505.

Erudito, Geógrafo, cartógrafo y cronista. No se tiene noticia de su paso por universidad alguna, aunque muy posiblemente adquirió su formación del trato con Hernando de Colón y cosmógrafos y pilotos de la Casa de Contratación, siendo que su padre fue teniente de alcalde de los Reales Alcázares desde 1525 hasta 1535, lugar por donde debían pasar todos los aspirantes a esos empleos.

Humanista, prolífico escritor de obras históricas, didácticas, políticas, económicas, geográficas, astronómicas, cosmográficas y cartográficas de las que buena parte han desaparecido y muy probablemente han sido dadas a conocer a nombre de un plagiario. El motivo de tal hecho radica en que la Corona le impidió la publicación de sus obras al objeto de que sus descubrimientos fuesen conocidos por los enemigos de España.

Y es que sus conocimientos, muy en concreto sus trabajos sobre náutica, cartografía o astronomía, eran esenciales en el proceso de descubrimiento y conquista del mundo en el que España estaba inmersa, y el carácter de secreto de los mismos debía ser mantenido, máxime cuando quedaba manifiesto que una nación con una náutica desarrollada, con navíos suficientes y con puertos estratégicos tenía la capacidad de controlar  y organizar el territorio.

Contando veintiún años, en 1526 se embarcó en la expedición de Sebastián Caboto a las Islas de las Especias navegando hacia el oeste. Lo hacía con el empleo de veedor, siendo que su padre era el mayor inversor de la expedición, y él mismo había aportado capital para la empresa, que acabaría en fracaso.

El 28 de julio de 1530 regresó la expedición, que había realizado un periplo por el Río de la Plata, Charcas (Bolivia)… y Caribe. A partir de ese momento y durante cinco años, con el bagaje que había adquirido durante el viaje, donde comprobó las dificultades de la navegación, se dedicó a la construcción de instrumentos cosmográficos y astrológicos que facilitasen el conocimiento del rumbo y el levantamiento de mapas, trabajos que fueron revisados en 1533 por el Consejo de Indias, que reunió una comisión de expertos, dando pie a que dos años más tarde fuese nombrado «Cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos para la navegación»

Sus obras, de un gran carácter didáctico, estaban especialmente escritas para pilotos y demás hombres de la mar, si bien esa didáctica permite que legos en la materia puedan tener acceso a las mismas, como era el caso del propio Carlos I.

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La realización de estos trabajos tuvo consecuencias, ya que en 1535 fue nombrado examinador de instrumentos náuticos y revisor del padrón real, cosmógrafo de la de Contratación, adjunto a la Casa Real y profesor de Carlos I, a quién pasados los años, explicó muchas de las cosas que tenía hechas; entre ellas, un gran mapa de España y otros de Francia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Alemania, Flandes, Hungría, Grecia, Italia, Córcega, Sicilia, etc.

Preocupado por la exactitud de las informaciones, quería que los navegantes tomasen minuciosa nota de la localización de los lugares así como de todo tipo de datos y reseña exacta de las vicisitudes sufridas. Con tal objetivo, en 1535 presentaba instrumentos y cartas náuticas así como un instrumento para medir la longitud por las distancias de la Luna y los planetas.

Era necesario que los pilotos supiesen las exactas variaciones de la aguja como precaución para el viaje de retorno; que se anotase toda característica geográfica económica y humana, especificando los reinos, sus límites, sus dimensiones… atendiendo la toponimia propia y los datos antropológicos y culturales (religiosidad, templos, creencias, escritura, armas, comercio, pesas y medidas, vestimenta, alimentación, matrimonio, poligamia y adulterio, jefatura y sus privilegios)…

En 1536 perfeccionó el Padrón Real al tiempo que,  conocedor de los errores de la cartografía, inventaba un aparato para calcular la longitud por las desviaciones magnéticas y presentaba una carta de marear con indicación de las desviaciones de la aguja, realizó planisferios con diferentes proyecciones, con el dibujo de una carta universal, un mapamundi, a la par que escribía la primera redacción del Islario General y presentaba una Historia Universal.

La “carta abierta por los meridianos desde la Equinocial a los Polos” fue considerada por Fernández de Navarrete como principio teórico para la construcción de cartas esféricas, sistema cartográfico que fue perfeccionándose. Santa Cruz fue capaz de apreciar el fenómeno de la deformación que sufría la figura de la Tierra al ser trasladada al plano pero no pudo llegar a una conclusión definitiva sobre la proporción. 

En 1539 realizó un mapamundi y otro de Gibraltar e inició su libro Astronómico Real. En 1554 fue llamado a Valladolid para participar en una junta de cosmógrafos y astrólogos para examinar ciertos instrumentos de metal que había propuesto el alemán Pedro Apiano para determinar las longitudes; fruto de esa junta sería la redacción del Libro de las Longitúdines y manera que hasta ahora se ha tenido de navegar, dirigido al ya rey Felipe II, primer estudio sistemático del problema de la longitud.

Proyectó una Geografía Universal que fuese a la vez, histórica, descriptiva y humana, de la que llegó a completar el Islario y el Memorial sobre descubrimientos en el Nuevo Mundo.

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Tradujo textos de Aristóteles; redactó obras cosmográficas e históricas, como el Astronómico Real (1550); escribió la Crónica de los Reyes Católicos en 1542 y los Árboles de los linajes (1550- 1557), que ofreció a Felipe II (1550-1557); redactó la Crónica del Emperador Carlos V;  redactó la  Geografía del Perú; presentó astrolabios, cuadrantes y relojes; redactó, y dedicó al príncipe, el Abecedario virtuoso; redactó un Memorial sobre instrucciones a los descubridores; emitió su parecer sobre la Demarcación de las islas Molucas; realizó un plano de la Ciudad de México y redactó otros trabajos históricos como Lo que sucedió en Sevilla en tiempos de las comunidadesLos linajes de EspañaDe la caballería del ToisónEl libro de blasones, Consultas de Carlos I sobre el impuesto de alcabalas, Nobiliario general, etc.

Pero la cultura de Alonso de Santa Cruz abarcaba otros ámbitos; así, planteó reformas judiciales y la creación de juzgados de paz (“que en los pueblos principales eligiesen algunos buenos hombres cada año, para que fueren jueces de paz y concordia, porque echasen agua a tanto fuego como es el de los pleitos que queman las almas y vidas y haciendas de las gentes”); fomentó la minería, la metalurgia, la navegabilidad de los ríos, la agricultura, fomentando el cultivo del olivo y de la morera…  

Su influencia posibilitó que los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561 marcasen que en la cátedra de Astronomía podía leerse a Copérnico, y en 1594, se declaró obligatorio. La teoría heliocéntrica tuvo en España vigencia, mientras Calvino se dedicaba a atacar a Copérnico por osar colocarse por encima del Espíritu Santo y, en 1551, Kaspar Peucer, yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pidió que se prohibiera sus enseñanzas.

Y todo en servicio a la Patria. Alonso de Santa Cruz quería algo más absolutamente lícito: licencia para publicar sus libros… pero la seguridad nacional no lo permitía. Sus conocimientos valían mucho dinero, que con gusto hubiese sido pagado por Inglaterra, por Francia, por Suecia…

En una carta de 1563, Felipe II se dirige al presidente y demás miembros del Consejo de Indias con estas palabras:

Y quanto a lo de los libros que el dicho Alonso de Santa Cruz ha ofrecido que imprimirá tocantes a la declaración de las Indias que dezís serán de provecho para tener noticia más en particular de aquellas partes, aunque esto sea así, havéis de mirar que por esta misma razón podría traer mucho inconveniente en que los dichos libros se imprimiesen por la noticia y claridad que por ellos hallarían extranjeros y otras personas que no fuesen súbditos ni vasallos nuestros de las dichas Indias que es punto de consideración, y por esto os encargo lo miréis y tratéis y me aviséis de vuestro parecer.

Esta medida prudente, que lógicamente no satisfacía las expectativas del genio, sirvió para que, al no haberse tomado las medidas que el caso requería, algún plagiario lo aprovechase en beneficio propio.

Algunos trabajos suyos, que fueron recogidos e inventariados a su muerte, no han podido ser localizados, y con seguridad han visto la luz atribuidos a terceros. Uno de esos terceros, Juan López de Velasco publicó como autor  las Relaciones topográficas o la Geografía de las Indias y el Atlas de El Escorial; otro, Andrés García de Céspedes se atribuiría Islario general y Astronómico Real.

Falleció en Madrid el  9 de noviembre de 1567.

Tuvo la suerte de vivir cuando vivió; así no le sucedió lo que 300 años después le sucedió a Isaac Peral.

Pero la memoria de tan gran hombre, científico, español, debe ser recuperada.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Cuadernos Hispanoamericanos. https://cuadernoshispanoamericanos.com/alonso-de-santa-cruz-el-cosmografo-real-expoliado/

Cuesta Domingo, Mariano. Alonso de Santa Cruz. http://www.larramendi.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1023266

Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/7499/alonso-de-santa-cruz

Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Alonso_de_Santa_Cruz