Ya no se respeta nada, señoras y señores; antes, no hace mucho, en verano nos dejaban descansar, tomar nuestras vacaciones. Ni había grandes estrenos de cine o teatro, ni había apenas actividad política. Hace poco tuvo lugar la azarosa cumbre de la OTAN. Apenas hemos salido de ella con más pena que gloria, cuando nos vemos metidos en una reunión ministerial de la Unión Europea y en una cumbre en Sevilla sobre la ayuda al desarrollo; los jueces y fiscales organizan una oportuna manifestación frente al Tribunal Supremo en protesta contra un proyecto gubernamental orientado a modificar el procedimiento de ingreso en ambas carreras -la judicial y la fiscal- lo que supondría en la práctica colocar a 2.500 nuevos magistrados a dedo, sin las clásicas, duras pero justas oposiciones, con lo que de la noche a la mañana nos encontraríamos con un poder judicial dominado por el gobierno -el socialista, naturalmente- que se ocuparía de que juicios como los de la esposa, el hermano, los amigos y el fiscal general y también Puigdemont y los golpistas, dejen de preocupar a Sánchez y los sanchistas.
La semana pasada el Tribunal Constitucional aprobó por el consabido 6-4, la Amnistía, un escándalo a nivel nacional e internacional. Anteayer, Santos Cerdán se sienta en el banquillo del Tribunal Supremo. Ya nos hemos hecho a la idea de que el verano no solo va a ser climatológicamente tórrido sino también políticamente trepidante. Cuando Cerdán había pedido tiempo para preparar mejor su defensa con su nuevo abogado con quien haría el consabido paripé de ensayadas preguntas y respuestas y el "no reconocerse en las grabaciones de Koldo", el juez no tragó y ordenó cárcel para el otro gran amigo de Sánchez, el cuarto paseante del Peugeot, el otro artífice de la moción de censura, el que hasta la mismísima mañana en que fue investigado, tenía toda la confianza del Presidente y de la plana mayor del sanchismo.
Afortunadamente no tengo experiencia en cárceles. Solo las he visitado para apoyar a compatriotas que se encontraban en ellas por una mala decisión en países extranjeros donde me encontraba destinado. Aquello tenía un aspecto tenebroso y por mucho que nuestras prisiones sean más modernas, pienso que encontrarse durante algunas jornadas entre rejas debe tener un efecto sumamente intimidatorio y si no que se lo pregunten a Aldama.
Una cosa es sufrir la pena de telediario sentado en un cómodo rincón del Congreso y otra es verte día y noche sometido al régimen penitenciario con acusaciones tan graves como organización criminal y cohecho.
Aunque Cerdán no se reconozca a sí mismo, habrá varios magistrados que le reconocerán fácilmente y sin ninguna duda. La clave ahora será ver si Cerdán canta o no canta y hasta donde alcanzan esos cantos.
Desde la gira del Peugeot hasta ahora ha llovido mucho y hasta anteayer Cerdán no ha hecho más que progresar en fortuna, mando y confianza en el número uno.
El juez tendrá que investigar cuanto capital se manejó en el cohecho, donde fue a parar ese capital - a particulares o a fondos de partido- y qué penas conllevará dependiendo de la cuantía.
El investigado tiene dos vías de escape: o pactar con los jueces para intentar obtener una pena reducida a cambio de sinceras y convincentes confesiones que pueden llegar muy arriba en el partido y en el gobierno sin cuya colaboración el cohecho no hubiera sido posible, o Cerdán pacta con el partido, aguanta el tirón y obtiene el apoyo de sus viejos compañeros que se verían protegidos por el investigado.
No me sorprendería que Cerdán optara por esta segunda vía.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.