El Debate de Política General en Les Corts el pasado lunes tenía como ingrediente de primer nivel el debut de María José Catalá como portavoz del PP. Hablar de ‘debut’ en el caso de Catalá parece una incongruencia, porque con su edad acumula una larga experiencia política, que conviene tener presente: alcaldesa de Torrent con 26 años en 2007, con mayoría absoluta y repetida en 2011; consellera de Educación y portavoz del Consell con Alberto Fabra. Nada de novata. Curtida en mil batallas políticas. Se mostró como es: suave en las formas, contundente en el fondo. Es como una apisonadora acolchada. Buena oradora, alterna argumentos, datos y golpes emocionales. La secretaria general del PPCV es un valor seguro para el PP y para Carlos Mazón, que por no ser diputado no puede estar en esa arena política.
Catalá noqueó a Ximo Puig, pidiendo su dimisión y la de Mónica Oltra por la humillación y desprotección a la menor tutelada por la Generalitat que sufrió abusos sexuales por el marido –ahora ex- de Oltra. El TSJCV sacó literalmente los ‘colores’ en su sentencia del 16 de septiembre a la Consellería que dirige –o mejor dicho ‘controla’– Oltra. Lo tenía en bandeja Catalá y no desaprovechó la ocasión. Catalá debía haber mencionado los casos de Monteolivete, Buñol y Segorbe como auténticas lacras que incapacitan a Oltra en su nefasta protección a los menores. El silencio atronador del tripartito es elocuente. Catalá debía haber sido más contundente.
La desconexión de los ciudadanos respecto a los políticos es muy grande. De todas formas, Catalá estudió ese divorcio en su tesis doctoral, profundizó en las causas y los remedios. Es evidente que un Debate de estas características parece interesar casi exclusivamente a políticos y periodistas. Catalá tiene simpatía y empatía. Habrá que estar pendiente a sus intervenciones, para que no solamente critique las carencias del Consell –que no son pocas-, sino que aporte soluciones y líneas de trabajo realistas y esperanzadoras. Debió hablar de la libertad de enseñanza y las multitudinarias manifestaciones en contra de las imposiciones educativas de Marzà. La calle lo pide.
Pese a que pidió la dimisión de Ximo Puig y elecciones anticipadas, no lo veremos. Tan volátil es el escenario político actual que Puig no correrá riesgos. Y el president prometiendo una ley sobre despoblación, sobre salud y potenciar la FP, cuando faltan realidades y sobran leyes inútiles que los asesores apuntan. Puig estuvo previsible y a la defensiva. Le noqueó Catalá, que debutó con sobresaliente.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.