En estos meses de verano en que muchos de nuestros políticos se encuentran de vacaciones es el momento oportuno para reflexionar sobre cuestiones ajenas a la política y tomar el pulso a la salud y la estabilidad de nuestra población.
Partamos de la base de que la población de España ha crecido sorprendentemente encontrándonos al borde de los 50 millones de habitantes, una cifra redonda que puede alcanzarse antes del fin de este mismo año.
El motivo de este crecimiento nada tiene que ver con el número de nacimientos de los españoles sino que se produce como consecuencia de las migraciones y de la fecundidad de nuestras inmigrantes.
Si nos concentramos solo en el nacimiento de las familias españolas (318.115 en el año 2024) y en la defunciones (433.547 en ese mismo año), nuestra población habría decrecido y mucho. Es bien sabido que el índice de fecundidad de la mujer española es de 1,12 niños por pareja, muy por debajo del 2,1 que es la cifra de fecundidad de reemplazo.
Las causas de estas bajas cifras de natalidad están más cerca de razones sociológicas y económicas que de motivos clínicos. La tardía emancipación de nuestros jóvenes, la carestía del precio de la vivienda y el elevado desempleo de la juventud, retrasa el momento de la formación de una nueva familia y la posibilidad de enfrentar la responsabilidad de tener hijos y en especial, de tener más de uno.
España suele incluirse entre los países con mayor longevidad del mundo junto con Japón, Suiza e Italia. En 2024 la esperanza de vida de la mujer al nacer era de 86 años y la del hombre 81, por lo que la anunciada convergencia debido a la incorporación de la mujer al trabajo, el tabaquismo y otras modificaciones sociales no han incidido sobre la longevidad.
Las razones del fallecimiento suelen ser las habituales, las enfermedades cardiacas, el cáncer, los desarreglos cerebrovasculares y la demencia se encuentran entre las principales. Hay dos razones que siguen siendo preocupantes aunque de una de ellas -el suicidio- se hable muy poco pese a que con sus 3.600 víctimas anuales representan el doble de la otra causa muy mencionada y vigilada como son los accidentes de tráfico causantes de 1.750 muertes anuales.
En estos últimos tiempos y muy vinculados al cambio climático y al calentamiento global estamos siendo testigos de muy serias agresiones de la naturaleza, como fue la DANA valenciana, otras de menor violencia así como terribles vientos e inundaciones.
Particularmente agresivos vienen siendo los fenómenos conectados con el aumento de la temperatura que son causantes de 2.000 víctimas anuales por golpes de calor, la destrucción de 75.000 hectáreas de terreno verde por año y -de alguna forma relacionado con lo anterior- la muerte por ahogamiento en playas, pantanos, ríos y piscinas de más de 300 personas al año.
Los menores y los ancianos suelen ser las víctimas principales de estas tragedias y la sociedad deberá mostrarse especialmente vigilante con ellos reduciendo en todo cuanto sea posible las dramáticas cifras.
Imágenes: X, Europa Press
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.