Como dice el profesor Ramón Tamames en su último y recomendado libro titulado ¿A dónde vas Cataluña?, cuando en el año 476 cayeron definitivamente Roma y su moneda, la acuñada por uno de los principales monarcas hispano godos, la “Euricus Hispania Rex” (“Euricus rey de España”), fue la imperante en la nueva Hispania visigothorum. La conciencia nacional de España estaba firmemente asentada en el pueblo visigodo, mucho antes de que naciesen históricamente Castilla, León, o el reino de Aragón y Cataluña. A partir del año 711, con la invasión musulmana, la lucha de la cristiandad tenderá hasta el año 1492 a la reconquista de la España perdida. El mismo rey Jaime I en sus memorias nos justifica la conquista de Alicante, por ejemplo, con el fin de salvar a España (sic).
Esta es la verdadera historia natalicia de España. A partir de la invasión y como respuesta reivindicativa surgirán los distintos reinos cristianos. Reinos que tendrán todos ellos la conciencia de pertenecer a la misma entidad histórica, por encima de las disputas familiares y de las distintas concepciones patrimoniales de sus reinos. Entre estos reinos, Cataluña, dentro de la Corona de Aragón, mantendrá su calidad cultural y allí nacería una hermosa lengua. Una lengua, como el gallego, o el vascuence que pertenece al patrimonio cultural de todos los españoles.
En nuestro itinerario histórico tenemos encuentros y desencuentros entre Cataluña y los gobiernos del llamado poder central. Pero no es menos cierto que los encuentros, el marchar juntos, estuvo siempre presente. Lo entiende muy bien el profesor Jaime Vicens Vives, cuando en su conocida obra titulada “Aproximación a la historia de España” nos dice “…el nacimiento de una España viable, forjada en el tridente portugués, castellano y catalano aragonés son los méritos incuestionables de Ramón Berenguer IV. Pluralismo que jamás excluyó la conciencia de una unidad de gestión de los asuntos hispánicos”.
El nacionalismo excluyente y separador prefiere acentuar su interpretación histórica, con un aburrido y reiterado sonsonete España contra Cataluña y convertir en mitología todo lo que pueda favorecer sus alocadas tesis. Por ejemplo, la rendición de Barcelona a las tropas borbónicas en el año 1714 se interpreta como el triunfo del separatismo cuando lo cierto es que la llamada Guerra de Sucesión –que no de secesión-, no pasó de ser una guerra civil en el que convergían muchos intereses internacionales. Con razón, Rafael Casanova pudo decir aquello de que “luchamos por su rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España“.
Aquí, en el cementerio de Calamocha, puede leerse en un nicho el nombre de un teniente de Regulares apellidado Delás, del requeté de Barcelona, de 24 años de edad, que murió en el año 1938, en el frente de Sarrión. Este requeté catalán y todos los requetés del Tercio de Montserrat que por noches en las trincheras entonaban el “Virolai”, ¿luchaban como dicen los nacionalistas contra Cataluña?