La RACV, caritativa, quiso resarcir al escritor tras el incalificable desprecio infligido en Barcelona en 2019. Los estrategas creyeron que Vargas aceptaría el nombramiento de Académico de la institución y, agradecido, ensalzaría la lengua valenciana usada por Joanot Martorell. Pero Vargas tiene un sutil olfato de roedor que le llevó hasta Villa Meona y, con la edad, se le ha acrecentado hacia los efluvios del money y las puertas abiertas a la promoción, algo que la marginada RACV no puede ofrecer. De ahí el desaire de Vargas que —publicitado a bombo y platillo por TV y prensa canina—, será meritorio para que le perdonen la vida los que tienen la sartén por el mango, los expansionistas que lo consideraron basura humana en Barcelona.
Obviando que el valenciano posee los requisitos, si se puede emplear este término, que acreditan un idioma: Siglo de Oro, gramáticas, diccionarios, literatura en prosa y verso, etc.,
Vargas recurrió a lo cómodo, al mantra impuesto por el nacionalismo lingüístico por motivaciones extralingüísticas: es decir, que el valenciano es dialecto del catalán, igual que el panocho del castellano. Así, complaciente con los anexionistas, puede que al volver a Barcelona lo reciban bajo palio, no a pedradas, y volverá a recibir homenajes e impartir charlas… a buen precio ¡Qué no digan la Preysler y Tamara que el mozo no se gana el parné!.
En Barcelona lo trataron como a un perro tras su renuncia a la presidencia del PEN, reacción que no esperaba el Nobel, aletargado por el botafumeiro de los merecidos halagos a su literatura; pero el valor humano de un novelista no tiene que ser equivalente al arte que produce, detalle que los mortales solemos obviar ¿Quién de nosotros no se ha sentido subyugado por los relatos de Edgar Allan Poe? No obstante, la magistral narrativa del novelista estadounidense era inversamente proporcional a su personalidad antisocial, esclava del alcohol, drogas, prostitución, etc. Con ropas que no eran suyas, acabó medio inconsciente en una zona de burdeles del puerto de Baltimore. Enloquecido, duró tres días en el hospital.
Vargas reconoce que no entendía el valenciano del 1460, usado por Martorell, ni tampoco el catalán. Por prudencia, podría limitarse a respetar lo que dejó escrito el autor del Tirant, que declaró que usaba la ‘lengua valenciana’, no la catalana. Pero el prosista peruano-español es temerario equilibrista político, y sabe que el poder ha prohibido la lengua o idioma valenciano. En la ancianidad, Vargas no está para épicas batallas contra el fascismo catalán que controla todo; aunque literatos más importantes que él no dudaron de la independencia del valenciano respecto al castellano, gallego o catalán; por ejemplo, Cervantes, que convivió con valencianos y catalanes en Lepanto y Argel, así lo manifestó, aunque quizá Vargas desconozca estos párrafos cervantinos. Hay miles de testimonios con los que se podría empapelar la RAE. Hemos escogido autores independientes y extranjeros para ver el enfoque sobre la lengua del Tirant.
- Hay críticos literarios que respetan lo declarado por el autor del Tirant: «et le traduisit ensuit en valencien» (Bulletin de Liance des Arts, Paris, 25 mars 1843). Es actitud honesta, donde no se manipula el texto del incunable; es decir, no comete la ofensiva torpeza de Vargas Llosa, quizá para lograr el perdón de la gestapo catalana y los parásitos colaboracionistas valencianos.
- Otros filólogos pese a la presión ejercida desde hace siglos por los catalanes (recuérdese a la Academia de Buenas Letras de Barcelona, en el 1700), reconocían que el Tirant estaba escrito en idioma culto del 1400, el valenciano; no en romances que no alcanzaban el estatus de clásicos: “Tirant lo Blanch, imprimé en valencien en 1490, en castillan en 1511, en italian en 1518” (Ticknor: Histoire de la Littérature Espagnole, París, 1864)
- Otra categoría menos fiable es la de los abundantes chovinistas que arriman el ascua a su sardina idiomática. Es el caso del polifacético francés Alfred Demersay, nacido en zona cercana a Occitania. En su comentario sobre el Tirant lo Blanch lo mete en el zurrón de la lengua de Oc, logrando un trofeo para su patria, Francia: «le roman fameux de Tyran le Blanc (Tirant lo Blanc), ouvrage de chevalerie écrit en lengue d’Oc, et imprimé a Valencie en 1490» (Demersay, Alfred: Mission géographique dans les archives d'Espagne et de Portugal 1862-1863, París, 1864, p.19)
D) También genera embrollos identitarios el precipitado estudioso que mezcla unas lenguas con otras. Así, el alemán Conrad Haebler consideraba obra española al incunable Tirant lo Blanch: “von den spanischen und portugiesischen inkunabel ... roman von Cavaler Tirant lo Blanch 1490" (Haebler: Typographie ibérique, Leipzig 1901). De igual modo confuso, otro erudito calificaba de relato español a la novela: “le récit espagnol de Tirant lo Blanch” (Hauvette, Henri: L'Arioste et la poésie chevaleresque, París, 1927, p.368). Las guerras idiomáticas han sido una constante que surge de la locura de los pueblos que quieren ensanchar dominios. Pueden permanecer latentes o disimularse, pero están ahí, y los valencianos somos víctimas indefensas del expansionismo que busca ampliar Cataluña hasta la Vereda del Reino en Orihuela.
El Tirant lo Blanch, ansiado por unos y otros, ofrece diversas denominaciones idiomáticas: Para Joanot Martorell, el autor, lo escribió en ‘lengua valenciana’.
Para los catalanes, ladrones insaciables, se escribió en ‘lengua catalana’. Para los franceses de Occitania, se redactó en ‘lengua de Oc’.
Para una infinidad de despistados o malévolos, el abanico de atribuciones es amplio: lemosín, dialecto aragonés, español, provenzal, etc.
Y volvemos a la infame e incalificable torpeza de Vargas Llosa ¿No conocía que la RACV es perseguida por su defensa de la lengua valenciana, la que ya Antoni Canals diferenciaba de la catalana en 1395? ¿Confundió la RACV con la colaboracionista AVL? El mal de este indigno personaje está hecho, y se usará torticeramente en los libros de texto del adoctrinamiento. Tras esta infamia injustificada, quizá los que escupieron a Vargas Llosa en Barcelona, y siento decirlo, no estaban tan equivocados respecto a la condición moral del magnífico novelista y repugnante persona. Es un episodio triste para todos.
Ricart Garcia Moya es Llicenciat en Belles Arts, historiador i Catedràtic d'Institut de Bachillerat en Alacant.