El Misterio de Elche -conocido localmente como la Festa- es el modo en que se celebra la fiesta patronal de la Asunción de la Virgen durante los días 14 y 15 de agosto en la Iglesia Parroquial principal de la ciudad, la Basílica de Santa María, en una tradición prácticamente ininterrumpida desde el siglo XV.
Se desarrolla en dos partes: la primera, la tarde del día 14 de agosto, conocida como la “Vespra”, en la que se representa la muerte de María rodeada por los apóstoles y la subida del su alma al cielo. La segunda parte, que tiene lugar la tarde del día 15, “La Festa” se representa la Asunción de María en cuerpo y alma y su coronación.
El desarrollo de la representación es el siguiente: acabado de cantar el oficio litúrgico de vísperas, da comienzo una procesión, en la que desde una cercana ermita dedicada a San Sebastián se dirigen al templo los actores del Misterio. María, representada por un niño, acompañada de las otras “Marías” y un cortejo de ángeles, manifiesta a la entrada del templo su deseo de reunirse con su Hijo. Caminando hacia el “cadafal” -espacio central de la representación situado en el presbiterio de la Iglesia- recuerda los pasajes fundamentales de la pasión. Ya en el “cadafal “, arrodillada en la cama, manifiesta a Dios el deseo de morir para reunirse con su Hijo. De inmediato se produce la respuesta: se abre el cielo -situado en la cúpula a 25 metros de altura- y de allí en un artefacto, una nube que la imaginación popular ha convertido en una granada, aparece un ángel que le trae la respuesta a María y le entrega una palma. María le expresa al ángel el deseo de reunirse con los apóstoles antes de morir. Regresado el ángel al cielo, comienzan a hacer su aparición los apóstoles empezando por San Juan, seguido de San Pedro y otros apóstoles; tres de ellos se encuentran en el camino y expresan en un bello canto “El Ternari”, su admiración por encontrarse tan milagrosamente en aquel lugar. Estando reunidos los apóstoles bajo la presidencia de Pedro, María se despide y muere. En ese momento, el niño que ha representado a María, es sustituido por la imagen de la Virgen de la Asunción, Patrona de la ciudad. Un coro de ángeles recoge su alma representada por una imagen pequeña de María y entre cantos, es llevada al cielo.
Acabado este acto, al atardecer del día 14 comienza una procesión en la que de manera espontánea participa la población y que dura toda la noche hasta la mañana del día 15, en la que sale la imagen de la Patrona acompañada por todos los que llevan a cabo la representación y con participación del pueblo. La ciudad se transforma en el espacio de la representación. De algún modo se hace realidad la comparación de la ciudad con Jerusalén, de tanta fortuna en el mundo de la literatura.
En la tarde del día 15, después del canto solemne del oficio de vísperas y completas, se realiza la segunda parte de la representación. Los apóstoles se disponen a enterrar el cuerpo de María, cuando en ese momento, se interrumpe la ceremonia debido a que un grupo de vecinos de Judea lo intentan impedir. En medio de la lucha que sostienen con los apóstoles, uno de estos vecinos, al intentar coger el cuerpo de María queda con las manos paralizadas; todos ven en ello un milagro y piden la conversión. Tras ser instruidos en la fe por los apóstoles, son bautizados por San Pedro y todos juntos realizan el entierro de la Virgen. María es introducida en la sepultura y el coro de ángeles baja el alma de María y su imagen es elevada al cielo. Antes de llegar, se produce la escena de la llegada de Santo Tomás, una transposición del pasaje del Evangelio de San Juan, respecto a la incredulidad de Tomás sobre la resurrección de Cristo. Aparecen en el cielo tres varones, representación de la Trinidad, que coronan a María y con el canto de “El Gloria Patri” acaba la representación.
Con anterioridad a estas fechas hay una serie de actos preparatorios de la representación. El día 6 de agosto, se lleva a cabo “la prova de veus”, una selección de los cantores que cantarán en el Misteri, y que se lleva a cabo en la Sala del Concejo Municipal, lo que manifiesta la tutela municipal de esta fiesta. El día 10 del mismo mes, en la basílica de Santa María se realiza la “prova del angel”en la que se escoge a los niños más aptos para bajar y subir con los artefactos aéreos hasta la cúpula. Ambos actos son públicos y sobre todo en este segundo, es mucha la concurrencia de público.
La representación de la muerte y asunción de la Virgen que cada 14 y 15 de agosto se celebra en Elche, se convirtió desde hace varios siglos, en la fiesta de la ciudad. A este carácter festivo de la representación, se debe el hecho de su supervivencia a lo largo de los siglos. Existieron en otros lugares de Europa otras representaciones similares que fueron desapareciendo. En cambio la fiesta de Elche permaneció debido al arraigo que tenía en la ciudad y la lucha que el pueblo llevó a cabo por preservar su fiesta. La fiesta es una celebración comunitaria y en ella se reconoce la misma comunidad ante ella misma y ante los otros.
El origen de la representación
Para estudiar los orígenes del Misterio, no podemos olvidar que el mismo se lleva a cabo para conmemorar la festividad de la Asunción y por tanto hemos de tener presente la importancia de esta fiesta en la liturgia de la Iglesia. Parece que los orígenes remotos de esta celebración, se remontan al siglo IV en la Iglesia de Jerusalén. La institución de esta fiesta se instaura para todo el imperio de Oriente en el año 525, por decreto del emperador Mauricio y en el mundo occidental por la decisión del Papa Sergio I en el año 695. Dejar de ver el Misterio de Elche desde la perspectiva de la liturgia, nos conduce a tener una visión muy parcial de la representación. Tener en cuenta el ceremonial litúrgico es preciso para conocer la significación de la representación, los gestos, los símbolos. Pero sobre todo el modo en que tanto los oficiantes como el público la viven y que la podríamos resumir, en que los actos que se realizan, adquieren una dimensión de realidad y no de una mera simulación. El escritor Joan Fuster lo resumía diciendo que “la gente que llena las naves de Santa María, es algo más que una masa de espectadores indiferentes o maravillados. Es un ingrediente más de la Festa. Participa en ella y participa de la manera más directa: aceptando aquello que está viendo y sintiéndolo como una ceremonia religiosa”.
Las tradiciones asuncionistas
Esta antigua tradición en que las diversas comunidades cristianas celebraron el paso de la vida terrenal de la Madre de Jesús a la celestial, se ha denominado de diversas maneras: Tránsito, Dormición, Deposición, Migración, Asunción. Ciertamente nada de ello encontramos en la Escritura, pero lo que la Escritura no explicita, lo hace con creces la imaginación popular y desde tiempos muy antiguos proliferaron los relatos apócrifos de la Asunción que se extendieron pronto por toda la cristiandad y en estos relatos se basa el texto del Misteri.
El origen de la representación en Elche
Al hablar de los orígenes de esta representación, hemos de hacer referencia a la leyenda popular de que la imagen titular de la Patrona con la que se celebra la representación, apareció en un arca en las playas del término municipal de Elche y con la imagen se encontraban los papeles de la representación. En el arca estaba escrito quién era el destinatario de la imagen y de aquellos documentos: “soy para Elche”. Según las diferentes versiones de la leyenda, aquella aparición ocurrió en el año 1265 o 1370, en todo caso fechas relacionadas con la reconquista o defensa de la ciudad. Probablemente el origen de la leyenda no es anterior a finales del siglo XVII, muy posterior a la representación del Misterio, pero considero la importancia de la leyenda como manifestación de la defensa de la ciudad. Cada 28 y 29 de diciembre se celebra una fiesta de gran arraigo popular en la que se representa el simulacro del hallazgo de la imagen.
Desde el punto de vista de la documentación histórica, sabemos que la fiesta de la Asunción ya se celebraba con solemnidad en Elche, al menos desde el siglo XIV. Respecto a la representación, la documentación más antigua de la misma era del año 1530; se trata de un documento en el que la cofradía que se encargaba de la representación, se dirige al Concejo Municipal en demanda de una ayuda económica para dorar “la silla”, el artefacto en el que se sube al cielo la imagen de la Virgen; en todo caso el documento nos indica que el Misterio ya se celebraba; recientemente se ha encontrado otro documento en el que se habla de esta gran fiesta, datado en el año 1523.
La lengua en la que está escrito el texto del Misterio es el valenciano o catalán. Es de señalar que durante varios siglos, la representación de esta obra era la manifestación más preclara de la presencia de esta lengua en las tierras de Valencia. Con razón el escritor y moderno concienciador del pueblo valenciano antes citado, Joan Fuster, escribía que “Elx quan canta, canta per tots nosaltres”. El texto se ha conservado escrito en “el Consueta”, que es el nombre antiguo que se le daba al cuaderno de notas en el que se indicaba el ritual a seguir en cualquier representación. En el caso del “Consueta del Misteri”, se conservan las palabras, la música, las anotaciones para el movimiento de los actores, así como sus entradas y salidas. El Consueta más antiguo que conservamos es una copia del año 1709 y que conserva el Concejo Municipal. La obra es toda cantada y en la misma perviven los cantos de origen gregoriano, con las modificaciones que en los siglos XVI y XVII se llevaron a cabo y en las que participaron importantes maestros de capilla de Santa María como Lluís Vich, Ginés Pérez o Matías Navarro.
El espacio de la representación
La práctica totalidad de la representación del Misteri se lleva a cabo en la Iglesia Parroquial de la ciudad, la Basílica de Santa María. El hecho de que esta celebración se haya conservado en el interior del templo, ha sido esencial para la conservación de este carácter litúrgico de la Festa. El templo actual es de estilo barroco, construido entre los siglos XVII y XVIII. Es el tercero de los construidos sobre el mismo espacio que antes ocupó la mezquita mayor de la ciudad, que fue consagrada por el Obispo de Barcelona cuando fue reconquistada la ciudad. Para el desarrollo de la representación se instala en su interior la tramoya baja, que consiste en un andador delimitado por unas balaustradas que va desde la puerta principal del templo hasta la parte central del mismo en el que se instala el cadafal, lugar central de la representación. En la cúpula se instala la tramoya aérea, tras un lienzo que cubre la cúpula y que simula el cielo. Aunque ciertamente los diferentes estilos de los templos exigirían adaptaciones de las tramoyas, lo cierto es que frente a lo que en ocasiones se ha escrito, la tramoya aérea no tiene su origen en el templo barroco, pues ya en el anterior templo gótico se instalaba esta tramoya.
La autorización Papal
Las representaciones en el interior de las Iglesias fueron prohibidas en diversas ocasiones, fundamentalmente a partir del Concilio de Trento y sobre todo de los Sínodos diocesanos que se convocaron para llevar a cabo las reformas que emanaban del Concilio. La ciudad de Elche durante mucho tiempo, luchó para seguir celebrando su fiesta en el interior del templo, de una parte haciendo caso omiso de las advertencias de algunos de los obispos y de otra, recurriendo ante la Santa Sede hasta obtener la autorización del Papa Urbano VIII en el año 1632.
El Misteri y su vinculación con la ciudad
La pervivencia de la Festa ha sido obra de la voluntad del pueblo de Elche, quien a lo largo de los siglos por medio del Concejo Municipal, la apoyó económicamente desde al menos 1530, en momentos en que la cofradía que se encargaba de que se celebrase carecía de los recursos suficientes, ayuda que se daba según consta en el acta del Concejo para “honrar a la Gloriosa Virgen María, abogada de todos y para que Ella velase por la presente Villa”. En el año 1609, después de que algún año no se llevase a cabo la representación y debido a que se interpretó que ciertos males que sufrió el campo de Elche fueron a consecuencia de no celebrarse dicha fiesta, el Concejo Municipal acordó hacerse cargo de la misma “por siempre jamás”, creando para ello un sistema específico de tributos. También fue el Concejo Municipal quién llevó la iniciativa de la defensa del Misteri ante la Santa Sede. A lo largo de los siglos se ha mantenido esa vinculación de la representación con el pueblo de Elche. A través de ella podemos conocer la pujanza o la situación de penuria por la que pasaban los vecinos y prueba de las penurias que padecía la ciudad en el siglo XIX, fue la supresión de la capilla de música en el año 1835 y el motivo que se aduce es muy revelador: “teniendo presente que para el pago de la música de capilla se necesitan 800 pesos para satisfacer a los individuos que la componen, y que esta no es de la mayor necesidad como lo son precisas las de los médicos… que apenas persiben la mitad de su dotación…” La capilla de música se suprimió, pero no la fiesta y la representación se nutrió de personas provenientes de coros populares. Ante las necesidades, el pueblo de Elche siempre se las ingenió para mantener su fiesta. Es meritoria la labor llevada a cabo en la actualidad, tanto por la capilla como por la escolanía y aunque ciertamente no lo tienen como profesión, lo suplen con la vocación, la preparación permanente y el estudio.
El Misterio lugar de encuentro
En el texto del Misteri, en el pasaje correspondiente al “Ternari”, tres apóstoles que se encuentran milagrosamente en una encrucijada de caminos cuando se dirigen a Jerusalén, expresan su sorpresa con estos versos:
“De les parts d’aci estranyes
Som venguts molt prestament,
Passant viles i muntanyes
En menys temps de un moment”.
El interés por el Misteri más allá de las fronteras locales es muy antiguo, al menos poseemos noticias de gentes que venían de fuera a participar de la fiesta desde el año 1587. De hecho, era tan grande el concurso de gente que venía de fuera que ya en el año 1588 se tuvieron que tomar medidas respecto al avituallamiento de los forasteros. En el relato del viaje que llevaron a cabo por España Davillier y Gustav Doré nos dicen refiriéndose a nuestra fiesta, al ver que era tan grande el concurso de gente que venía a participar de ella, “que ésta es la fiesta del país y la celebran con pompa extraordinaria”.
La celebración de la fiesta de la Asunción, tal como tiene lugar en nuestra ciudad de Elche y que la vivimos como un rito comunitario, traspasa las fronteras de nuestro mundo local. Al celebrarla cada año nos hace intérpretes, de una liturgia universal y es que no existe contradicción entre lo local y lo universal. La Festa d’Elx en la particularidad de su representación, es un punto de referencia de la cultura europea que nos hermana con todos aquellos lugares de la geografía de nuestro continente en las que se han llevado a cabo representaciones asuncionistas, como la de York en Inglaterra, pasando por las que se realizaban en ciudades de Francia como Montouban o Aix en Provence y de Italia como Perugia y Viterbo y las que se celebraban en la Corona de Aragón como en Tarragona o en Valencia, también en la de Castilla con la obra representada en Toledo y encargada al Arcipreste de Talavera.
De otra parte, la celebración de la Asunción de María nos remite a una antigua tradición que proviene del siglo VI y que tiene sus raíces en la liturgia de la Iglesia de Oriente. Volver los ojos a la historia, encontrarnos en las tradiciones comunes, es un ejercicio de reflexión necesaria, sobre todo en estos tiempos en los que se han ampliado las fronteras económicas y políticas de Europa y en que es necesario ensanchar las fronteras culturales, en cuya configuración han tenido un lugar fundamental las manifestaciones de origen religioso. En estos momentos de modo especial, hemos de tener presente la inclusión en la Unión Europea de países que pertenecen a la tradición del mundo bizantino. Repensar la idea de Europa se debe hacer desde sus cimientos, si queremos que sea algo más que el euro. A pesar de nuestras diferencias, hemos de ver aquello que nos une y en la tradición común sin duda, encontraremos muchos significados para interpretar el presente.
La fiesta de la Virgen de agosto es pues una manifestación esplendorosa de las culturas cristianes del Oriente Medio, el lugar de origen de esta antigua y rica tradición y en estos momentos no podemos olvidar la situación en la que se encuentran estas comunidades, debido a los efectos de les guerras que asolan estos países, al fanatismo y también a la actitud de tanta gente que asiste indiferente a la desaparición de un Oriente Medio rico y diverso culturalmente, que se está sustituyendo por una realidad uniforme y monolítica. En las comunidades cristianas greco ortodoxas o greco católicas, las comunidades coptas y caldeas, la comunidad nestoriana, los cristianos de rito armenio, los cristianos maronitas, por citar solo algunas de estas comunidades, son el ejemplo de la riqueza y diversidad del oriente cristiano. Las iglesias de oriente con sus diversas liturgias y tradiciones, son un recuerdo vivo de los primeros siglos de la Iglesia y así el hecho de que algunas de estas comunidades hayan conservado el arameo, la lengua que hablaba Jesús, es buena prueba de ello. A través de estas comunidades se han conservado antiguas culturas. Su desaparición pone en peligro una parte fundamental de nuestro mundo cultural. De otra parte conviene recordar que estas comunidades han acumulado una gran experiencia en la convivencia con las comunidades judías y musulmanas cuya experiencia siempre, pero especialmente en estos momentos, nos puede ser muy provechosa. No podemos olvidar tampoco el sufrimiento de muchas comunidades musulmanas con las que compartimos también muchas tradiciones y entre ellas la presencia de María, la madre de Jesús, una figura que con su potente simbolismo puede facilitar el entendimiento entre los creyentes de una y otra religión y entre los que tienen la sensibilidad de conocer ese mundo simbólico compartido. Cada vez que celebramos nuestra fiesta patronal, que a la vez se ha convertido en Obra Maestra del Patrimonio Oral de la Humanidad, estamos contribuyendo a la pervivencia de estas tradiciones, de estas culturas tan amenazadas en estos tiempos; estamos contribuyendo desde la tradición local a la pervivencia de un mundo más rico y plural y a la vez nos invita a la defensa de ese mundo cultural, auténtico patrimonio de la Humanidad en peligro tan inminente de destrucción y sin el que no podemos entender nuestra cultura.
Lo local es lo más universal
El Misterio de Elche fue declarado por la II República Española Monumento Nacional de España. En la exposición de motivos de este decreto se declara que: “es norma de las democracias modernas velar por el prestigio y conservación de las manifestaciones de carácter artístico que por tradición están vinculadas a un sentimiento popular; y más todavía, cuando la categoría de aquellas manifestaciones alcanza los grados supremos del arte en un reducido número de ejemplares, que son universalmente reconocidos como casos únicos por su significación histórica”. Quiero señalar el hecho de que ésta fue la primera declaración de un bien cultural intangible. Quiero también hacer la observación de cómo en este decreto, se expresa la protección del patrimonio como norma de la democracia y especialmente la protección de obras, como ésta, que están vinculadas a un sentimiento popular. El respeto al patrimonio por parte de las autoridades indica el nivel de calidad democrática de un país. El patrimonio cultural es parte de la memoria colectiva que como tal debemos preservar y por tanto es un punto de referencia ético. Construir desde el olvido es abrir la puerta al pensamiento totalitario.
Fue la declaración del Misteri como Monumento Nacional lo que inspiró la petición a la UNESCO para su reconocimiento internacional. Propuesta que se llevó a cabo por vez primera por parte del Concejo Municipal de Elche en el año 1987 y que se materializó en el 2001 con la declaración del Misteri como “Obra Maestra del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”. También inspiró ciertos artículos de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano del año 1998, la primera de las leyes españolas en que se consagra la protección de los bienes inmateriales. Es una manifestación de que lo más universal se concreta en la realidad de la localidad, la fiesta de un pueblo patrimonio de la humanidad. No se trata de presumir fatuamente de estas declaraciones. Estas deben ser un estímulo para preservar los valores del Misteri, lo que supone vivirlo no como un mero espectáculo, sino en la dimensión viva y profunda de la celebración de la fiesta de la ciudad; vivirlo como un rito comunitario que a la vez que nos identifica y nos cohesiona como comunidad, nos hace sentirnos más universales. Ante la globalización, entendida como pensamiento único, como imposición de una manera de vivir y de pensar, hemos de defender la rica diversidad cultural que se halla enraizada en lo más profundo de nuestros pueblos.
Manuel Rodríguez Macià es Licenciado en Filosofía y Letras. Doctor en Filosofía. Profesor de Enseñanzas Medias y profesor en la UNED y en la Universidad de Alicante.