No soy un vaticanista como tampoco lo son la mayoría de los que proliferan cada vez que se produce algún gran evento en la Santa Sede, principalmente cuando hay cambio de papa ya sea por renuncia del existente o por su defunción. Me atrevo a decir que en el futuro y teniendo en cuenta la creciente longevidad humana, la renuncia papal y la coexistencia de dos o incluso tres papas, todos ellos eméritos excepto el titular puede volverse un fenómeno más frecuente. Como católico que soy, respeto y admiro a nuestra Iglesia no solo por sus valores religiosos sino también por su contribución al progreso de la humanidad al haber contribuido grandemente a construir un pensamiento y una filosofía modernos.
E igualmente por su aportación decisiva al mundo de la cultura con la promoción de obras arquitectónicas, musicales o pictóricas que destacan en cada época y en cada ciudad desde hace veinte siglos, hasta el punto de que los edificios más importantes en cada pueblo o ciudad, son las iglesias, las parroquias, las catedrales.
Estamos en vísperas de un Cónclave. A partir de hoy miércoles, 133 cardenales, procedentes de 71 países, se reunirán a puerta cerrada en la Capilla Sixtina para escoger al papa 267 que ocupe el puesto que Jesucristo delegó en Pedro.
Suele decirse que al Vaticano no le gustan los papados largos y se comprende muy bien ya que la elección de un nuevo papa y la celebración de un nuevo Cónclave conlleva una gran operación de relanzamiento y renovación de la Iglesia.
El mundo entero, tanto los 1400 millones de cristianos como los seguidores de otros credos, tienen la mirada puesta en esa magnífica institución que es la Iglesia Católica. Todos tenemos que renovar nuestro vocabulario religioso recordándonos términos tan importantes como hermosos: la Curia, los Dicasterios el Sínodo, los Concilios y en especial, el Cónclave.
El protocolo que envuelve la elección de un nuevo papa no tiene parangón en el mundo de la política o la diplomacia. Desde el momento mismo en que fallece el papa, es el cardenal Camarlengo quien debe hacerse cargo de todos los aspectos prácticos de ese pequeño estado hasta que el Cónclave haya elegido un nuevo papa.
Los encuentros previos de los Cardenales con múltiples formatos orientados a conocerse mejor e ir diseñando el mejor perfil del pontífice que debe conducir el destino de la Curia. Tales encuentros se han prolongado por un período de quince días, en los que se han celebrado los funerales de Francisco, con la presencia de medio centenar de dirigentes políticos que mantuvieron diversas cumbres con miras a resolver los graves problemas del momento, en especial la guerra de Ucrania. Han tenido lugar también nueve misas por el papa fallecido.
Hoy miércoles tendrán lugar dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde. No se espera que ninguno de los cardenales alcance mañana los dos tercios requeridos, pero si se cree que el Cónclave no será largo, quizá dos o tres días.
Es interesante recordar que no hay candidatos al Papado. Nadie puede hacer campaña en su propio favor. Es la figura que va surgiendo como resultado de los contactos previos y por la inspiración del Espíritu Santo, la que sucederá a Francisco.
Los vaticanistas ya han ido escogiendo nombres a veces contradictorios: los hay periféricos, a la manera de Francisco y también los hay clásicos, europeos, italianos. Veremos si será o no jesuita, si adoptará o no el nombre de su predecesor, si prospera el proceso de canonización de Francisco.
No me atrevo a adelantar nombres ni perfiles. Sin duda cada uno de los siete papas que hemos tenido desde la Segunda Guerra Mundial han dado sucesivos impulsos a la Iglesia adaptándola a las nuevas necesidades. Personalmente creo que Juan Pablo II, uno de los más longevos de la Historia del Papado, fue insuperable.
Que Dios inspire a nuestros Cardenales y que pronto tengamos Fumata Bianca y repique de campanas.
Imagen: Articulo 66
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.