Dentro de la catástrofe que ha sufrido Valencia a partir del 29-O, con un número de muertos que debían haberse evitado, unos daños inmensos en viviendas, calles, comercios y empresas, un dolor inmenso parece no tener curación. Que no suene el titular de estas líneas a “la esperanza es lo último que se pierde”.
Valencia se va a rehacer con una esperanza activa, una vez comprobada la ineptitud de las instituciones. Es lo que más de un afectado ha reclamado: prescindir de los gobernantes y que haya gobiernos preparados, competentes, y han utilizado con frecuencia la palabra “tecnócratas”. Hay hartazgo, rabia, movilización.
Hay una corriente en auge tras el 29-O que apunta a los partidos políticos, por su incapacidad comprobada ante una tragedia como la que está viviendo la provincia de Valencia, que busca soluciones, partiendo de la premisa de que no puede volver a suceder algo similar, ni en Valencia ni en ninguna provincia de España. Me llegan nombres de personas que abanderan esta corriente, que ya veremos el recorrido que tiene, si es reacción instantánea de rabia o tiene más consecuencias en muchos ámbitos.
La solidaridad de los voluntarios nos ha emocionado y removido a todos. Los ciudadanos han hecho lo que las instituciones han sido incapaces. Sin voluntarios muchos no hubieran podido ni comer. Patético cuando la Generalitat Valenciana ha querido organizarles: cinco autobuses llenos se pasaron circulando cinco horas para acabar en Chiva, ¡sin tarea!: caos sobre caos.
La esperanza es activa. Los empresarios valencianos reclaman un “plan Marshall” con implicación de Europa. Se están viniendo abajo viviendas y calles afectadas por las inundaciones en Chiva y otras ciudades. Guadassuar ha comprobado este lunes que los vecinos están solos: ni efectivos ni voluntarios. Parece que el caos esté instalado.
Hay que revisar los presupuestos -estatal, autonómico, provincial y municipales- para afrontar la ingente tarea de la reconstrucción. Hay que facilitar ropa, vivienda, alimentación, subsidios, atención sanitaria –incluida la salud mental, hay un shock en cientos de miles de personas-, exención de impuestos, y un largo etcétera.
Es imprescindible que la Confederación Hidrográfica del Júcar estudie a fondo barrancos y canalizaciones, para acometer con rigor lo que es necesario, y garantizar una limpieza periódica de ríos y barrancos. En 2015 se estudió cómo resolver bien el barranco del Poyo, que ha sido el principal origen de la tragedia: se dejó el estudio. Una desaladora costó 200 millones; una presa, 20 millones ¿qué nos dicen estas cifras?
Esta tragedia debe suponer cambios radicales, basados en la verdad y la realidad. No sirven enjuagues de marketing ni tiritas ni fotos de postureo: el pueblo no va a admitirlo. Los políticos, tras los abucheos en Paiporta a los Reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón, ya saben lo que se les pide, y que dejen de acusarse.
El Rey afirmó en Paiporta que muchos están interesados en que haya caos. Pienso que se le escapó al Rey esta frase, pero requiere prestar atención. El Rey ha demostrado valor y ha reforzado su figura, también por pedir perdón.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.