Historia

AGOTES y ESPAÑOLES DE CATACUMBA

Con decir que grupos sociales han sido estigmatizados, vilipendiados y en resumen privados de sus derechos fundamentales a lo largo de la historia, no descubrimos nada nuevo, numerosa filmografía y biografía nos lo recuerda con regularidad. Sin embargo, aún existen pequeños grupos que por su escasa entidad poblacional y poca implantación territorial han pasado prácticamente inadvertidos, a pesar de que han sufrido privación de sus derechos durante siglos, uno de ellos son los agotes.

Han surgido muchas hipótesis sobre sus orígenes, las más socorridas son:

-El Padre jesuita José de Moret en los Anales de este Reino de Navarra, T. 3, página 119, conjetura ser descendientes de las reliquias disipadas del gran ejército de Albigenses, que fué derrotado en el año de 1213 por el Conde Simón de Montfort, junto al Castillo de Muret, sito en las márgenes del Garona (Condado de Toulouse).

Pío Baroja consideró que podía ser válida, ya que sólo el fanatismo religioso podía ser tan violento.

ANDRÉS DE OLMOS

Andrés de Olmos, el padre de la etnografía y la gramática indígena en América

Andrés de Olmos nació en un lugar indeterminado de la Comarca de Oña (Burgos), alrededor de  1485, y falleció en  Tampico (México), el ocho de octubre de 1571.

Fue misionero franciscano etnógrafo, y gramático de varias lenguas indígenas.

Se supone que estudió  Cánones y Leyes, hoy Derecho Eclesiástico y Derecho Civil, y también se estima que esos estudios pudo llevarlos a cabo en la Universidad de Valladolid o en la de Salamanca, pero no existen datos fidedignos que lo corroboren.

Contando veinte años ingresó en la Orden Franciscana en el Convento de Valladolid, donde destacó por su dedicación y fue escogido por Fray Juan de Zumárraga para realizar pesquisas en Vizcaya sobre determinadas actividades de brujería, y posteriormente, cuando en 1528 Zumárraga fue nombrado Obispo de México, le acompañó en su destino. 

BATALLA DE SIMANCAS

Esta querida tierra, y no digo España porque en el año 939 no existía como tal, era, desde el punto de vista político,  un mosaico de reinos, condados e incluso podía presumir de califato. Cada cual perseguía sus propias metas sin tener demasiado en cuenta  los intereses ajenos. No digamos en cuanto al aspecto religioso pues la oferta era envidiable para los exquisitos en la materia. Sin grandes esfuerzos se podía rezar en una catedral,  en una sinagoga o en una mezquita según sus preferencias personales.

La razón por la que me he detenido en el año 939 está fundada en que, precisamente en ese año, tuvo lugar un hecho muy relevante, y afortunado,  para lo que hoy denominamos cultura occidental y para los cristianos en general. Por el contrario fue gravoso  para el Islam, al menos en la península Ibérica.

LA CARRERA DE INDIAS

Se dio el nombre de Carrera de Indias a las rutas que, partiendo inicialmente de Sevilla, unían en un importante flujo comercial las vertientes oriental y occidental del Océano Atlántico. Un importante nexo de unión que sirvió para el trasiego de mercancías y capitales, pero también de personas, información y cultura.

Un plan de navegación que estuvo vigente desde 1503, cuando fue fundada la Casa de la Contratación de Sevilla, hasta 1828, cuando fue definitivamente clausurada por orden de Fernando VII.

Introducción histórica: CENTRALIZACIÓN Y REACCIÓN en el SIGLO XVIII (II)

II. CONSECUENCIAS Y REACCIONES DE LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA

Las consecuencias y reacciones originadas por la aplicación de los Decretos de Nueva Planta en los aspectos políticos, socioculturales y sociolingüísticos no se hicieron esperar. De nada sirvieron las respetuosas súplicas de las elites del pueblo valenciano, que veían perdidas las libertades forales instituidas por el rey Jaime I, fundador del Reino cristiano de Valencia (1238).

El rey Felipe V de la dinastía borbónica decretó y mantuvo la derogación de los fueros vigentes e instituciones tradicionales que se habían creado desde el siglo XIII.

Introducción histórica: CENTRALIZACIÓN Y REACCIÓN en el SIGLO XVIII (I)

I. INTRODUCCIÓN

El siglo XVIII, de las Luces o de la Ilustración, es un período histórico de grandes proyectos, reformas y procesos en el ámbito de la Monarquía española y de los distintos reinos o entidades políticas que la configuraban. La estructura del Estado español en el siglo XVIII tiende al progresivo crecimiento del poder central, llegando a identificar “Estado y “Monarquía”, fenómeno que se había perseguido bajo los Austrias con la propuesta política de la “Unión de Armas” proclamada oficialmente en 1626 por el Duque de Olivares, valido de Felipe IV, por la que todos los territorios de la Monarquía Hispánica debían contribuir con hombre y dinero en defensa de la Monarquía y que provocará  las sublevaciones de territorios de la Corona en 1640, pero se revela como rasgo peculiar con la dinastía borbónica a partir de la instalación en el trono de España de la dinastía de los Borbones.

CAMINO REAL de TIERRA ADENTRO

Conocemos… más o menos, la obra realizada por España en América desde el Descubrimiento hasta la diáspora del siglo XIX. Sabemos de las Universidades, sabemos de las ciudades, sabemos del desarrollo de la agricultura, de la ganadería, de la minería… sabemos de los adelantos en el ámbito de la manufactura, de la cultura, del arte… Pero, al menos para este curioso, había quedado al margen un tema que no es menor… el de los caminos, y ha tenido que venir nada menos que Alfonso Borrego, bisnieto del indio Jerónimo, a incitar la curiosidad.

ÁLVARO DE BAZÁN

Álvaro de Bazán y Guzmán (el que nunca perdió una batalla)

Hijo del armador y general Álvaro de Bazán (el viejo). Nació en Granada el 12 de diciembre de 1526.

Si por los méritos paternos fue nombrado caballero de la Orden de Santiago a los tres años de edad, con nueve navegaba embarcado en la nave capitana de su padre, aprendiendo a navegar. Y en 1544, contando dieciocho, tomó parte en la batalla de Muros, donde los franceses perdieron mil hombres, quedando al mando de la escuadra mientras su padre partía a comunicar la victoria al príncipe Felipe, que se encontraba en Valladolid.

Sería el inicio del camino que con el tiempo le llevaría a ser nombrado marqués de Santa Cruz y Grande de España por parte de Felipe II, amén de señor del Viso y Valdepeñas, comendador mayor de León y de Villamayor, Alhambra y La Solana; miembro del Consejo de Felipe II, capitán general del Mar Océano y de la gente de guerra del Reino de Portugal.

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