Bien fueran de etnia y por conversión, los judíos valencianos añoraban el Reino de Valencia desde el exilio, generalmente desde las sombrías Ámsterdam o Amberes. Injustamente expulsados en 1492, algunos permanecieron en sus casas y se integraron en la sociedad cristiana, como Luis Vives, pero otros se convirtieron en perseguidos por la intolerancia. Eran los criptojudíos que podían vivir discretamente en la calle del Pilar (que el franquismo cambió por Roger de Flor) de Valencia, o en el mesetario ombligo de España. Así, p.ej., en 1667 eran descubiertos y condenados en Guadalajara unos vendedores de tabaco judaizantes (Arch. Hist. Nacional, Inq., Leg. 137)
Imagen 1: Museo del Prado
Imagen 2: Cambridge Digital Library
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Ricart Garcia Moya es Llicenciat en Belles Arts, historiador i Catedràtic d'Institut de Bachillerat en Alacant.