Retrasos y urgencias de un Gobierno incompetente
De los muchos calificativas que el actual Gobierno recibe o puede recibir, yo me quedo con el de incompetente. Otros calificativos –sectario y totalitario tampoco sobran– pueden aplicarse, pero la incompetencia de un Gobierno es su lápida mortuoria, si lo que yo aprecio es compartido por la mayoría de los españoles.
En ocasiones, las pequeñas anécdotas revelan un sentir mayoritario. He ido durante años a un peluquero. Ha decidido jubilarse, por el enfado que tiene contra el Gobierno a raíz de la nefasta gestión sanitaria, laboral y económica. Se ha podido jubilar en excelentes condiciones por los años que ha cotizado, y no lo ha dudado, por indignación ciudadana, porque tiene –según expresa con confianza– 1.000 clientes en su peluquería, que no está nada mal.
El Gobierno reacciona tarde y mal ante los diferentes retos, el principal de ellos la pandemia, sobre lo que no caben dudas. Basta recordar que somos el país del mundo que más va a sufrir en su PIB la gestión del Gobierno, sólo superados por Argentina, país del que ya sabemos la nefasta gestión que arrastra desde hace décadas.
El Gobierno reaccionando tarde. El penúltimo ejemplo es el decreto-ley aprobado el pasado martes, 22 de diciembre, sobre “Medidas Urgentes de apoyo al sector turístico, la hostelería y el comercio”, para ayudar a bares, restaurantes y comercios, que han sido tal vez los negocios más castigados por las restricciones derivadas de la pandemia.