El pestilente Mundial de Qatar
Ante los acontecimientos relevantes, es muy tentador alegar que poco o nada puede hacer uno personalmente. Por esa vía se justifica el anonimato y la comodidad, revestidas con un cierto aire de “estar de vuelta” o “haber vivido mucho”.
Es muy frecuente esa invocación al realismo acomodaticio. Pienso que es deseable que tengamos una opinión sobre los acontecimientos internacionales de cierta relevancia, precisamente para justificar lo que se dice ya en toda conversación: nos enteramos de todo, nos llegan noticias de todas partes. Desde la invasión rusa de Ucrania hasta el Mundial de Qatar, la situación política actual en Perú o las medidas de China contra el Covid.
Si nos quedamos en estar enteradillos, nos quedamos cortos. A una razonable información me parece que le ha de seguir adoptar decisiones o posturas, sin caer en la utopía o el quijotismo de querer superar todos los obstáculos con las solas fuerzas. Sin embargo, una postura pequeña, una decisión personal, tiene su importancia. Grano a grano se hace granero, y también uno se siente mejor sin ser marioneta de iniciativas o decisiones pestilentes: vamos, que resulta higiénico mentalmente, y hasta moralmente.