El último mensaje del Papa

Ni por asomo pretendo hacer una valoración de la figura y legado que deja el Papa Francisco. Otros lo están haciendo, en mi opinión con desigual acierto, porque se ciñen a algún aspecto, o se unen a prejuicios o estereotipos, parece que muy interesados.

Desde luego, es mi opinión, que puede ser tan respetada o rechazada como la de otros muchos. Simplemente, me gustaría que todos hiciéramos un esfuerzo por hacer una valoración –escrita o en conversaciones de estos días –sobre un complicado papado como el del Papa Francisco.

Opinar sobre un papado exige profundidad. Afirmamos y reconocemos que todos llevamos dentro un presidente del Gobierno y un entrenador de fútbol: arreglaríamos el país o un equipo con gran facilidad, a juzgar por nuestros comentarios: “Lo que tendría que hacer es…”, “esto se resolvería con…”. 

Casi con esa facilidad superficial veo que se enjuicia un papado. Una cosa es destacar algún aspecto, y otra bien distinta erigirse en la quintaesencia de cómo gobernar la Iglesia, con la misma rotundidad que hablamos del Gobierno o de la selección nacional de fútbol.

Comparar Papas también es algo atrevido, porque habría que comparar las circunstancias históricas que le tocó a cada Papa. Complejo. Y ante lo complejo, la prudencia y la cautela son buenas ayudas.

Será casualidad o no, o la providencia divina que ha propiciado unas últimas palabras del Papa Francisco el Domingo de Pascua, el día antes de fallecer. No tienen desperdicio.

El Papa Francisco no pudo leer su mensaje. Tampoco esperábamos un desenlace tan inmediato, aunque su deteriorada salud hacía presumir que su fallecimiento podía estar muy cercano. Habló de que existen “vientos de muerte”, y en su mensaje transmitió un mensaje de esperanza, ante el miedo generalizado que existe en la humanidad.

El Papa pidió el desarme verdadero, frente a la “carrera general al rearme”, “no ceder a la lógica del miedo”. En esto había muchos de acuerdo con el Papa. Pero también denunció el aborto y la eutanasia, la indigna crisis humanitaria en Gaza y el creciente antisemitismo.

No conviene trocear los mensajes del Papa: con la perspectiva del representante de Jesucristo en la tierra, hay que reflexionar todo lo que dijo en su último mensaje.

A quienes inciden en los mensajes “sociales” del Papa, simplemente una pregunta: ¿qué es lo más “social” de su último mensaje? Abro hilo.

Lo más sorprendente ante este panorama mundial fue su confianza en Dios. Apeló a ser todos “constructores de esperanza”, sin gestos grandilocuentes, sino pequeñas acciones nacidas del Evangelio. Esto tiene mucha enjundia, porque tendemos a desentendernos de la conquista de la paz, como si fuera algo exclusivo de Putin, Trump, Maduro… 

Foto: EFE

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.