Curiosidad del calendario: hoy, 15 de mayo, se celebra el Día Internacional de las Familias, y pasado mañana, 17 de mayo, el Día Mundial de Internet.
A este paso no nos van a quedar fechas libres del calendario para declarar más días mundiales de algo, pero en este caso me parece que la familia e internet lo merecen.
El Día Internacional de las Familias fue proclamado por la ONU en 1993, y se celebró por primera vez en 1994.
El Día Mundial de Internet fue fijado por la ONU el 17 de mayo, añadiéndole a esta celebración la Sociedad de la Información y las TIC. Se celebró por primera vez en 2005, y ya se denomina como Día Mundial de la Sociedad de la Información.
La iniciativa del Día de Internet surgió por iniciativa de la Asociación de Usuarios de Internet de España.
En ambos casos se trata de promover su importancia, valorar la familia y las muchas posibilidades de internet.
Promover, ayudar o manipular ideológicamente. El Papa Juan Pablo II, al ver la declaración de la ONU sobre el Día Internacional de las Familias, reaccionó convocando el Año Internacional de la Familia en la Iglesia, que se celebró en Roma en 1994.
Lo que intuía el Papa es fácil de resumir: so pretexto del apoyo a la familia, la ONU tenía unas intenciones que se vieron pronto, en la Conferencia de El Cairo (1994) y en la de Pekín (1995), sobre la población y sobre la mujer, con planes para controlar la población, la natalidad y en definitiva un modelo de familia que, en bastantes casos, chocaba con lo que se entiende la familia, incluso en su contra.
Son iniciativas internacionales que, por razones obvias, escapan a nuestra percepción. Frente a declaraciones grandilocuentes, la realidad puede ser muy distinta.
La familia necesitaba vitaminas, refuerzos, y ahora todavía más. Es positivo que se celebre un Día Internacional de las Familias como ocasión de reflexionar sobre esta institución básica, que es la única donde se quiere a la persona por lo que es y no por lo que tiene.
Esto, en una sociedad materialista e individualista, es una afirmación de alto voltaje, pero que se enmascara o diluye abordando solo algunos aspectos de las familias, como la temporalidad laboral o la vivienda.
Sin embargo, no se abordan cuestiones como el aborto –silencio mundial en el Día Mundial-, las relaciones de mera convivencia en vez de casarse, la fragilidad del vínculo matrimonial, los daños en los hijos tras esas rupturas o ausencias de matrimonio.
Sigamos: los ataques a la figura del padre, amparándose en un feminismo más que dudoso, así como la desaparición en muchos jóvenes del proyecto de constituir una familia, centrándose en el trabajo o en el afecto a los animales.
Hace unos días, la hija treintaañera de unos amigos me comentaba con gesto de felicidad, que vive sola ¡con ocho perros y un cerdito! No dije nada. Me asombra.
Internet influye mucho en las personas y en las familias. Puede ayudar o deteriorar, como una auténtica adicción o un aislamiento de la convivencia y el diálogo imprescindible en la familia. Es una gran facilidad, también para atraer perversamente a menores, extorsionando, difundiendo noticias o imágenes falsas, y o siempre se aspira al bien de las personas y de la sociedad. Con la IA se puede hacer también mucho daño.
La creciente importancia de internet en todos los ámbitos exige reflexión, uso razonable, aprovechamiento de sus múltiples aplicaciones, tanto en el ámbito familiar como en el uso personal. Sin ingenuidades.
Familia e internet requieren análisis éticos. Los análisis que las familias y los ciudadanos vemos necesarios, no necesariamente los que nos imponga o sugiera la ONU o cualquier entidad. No permitamos que nos suplan, porque nos jugamos mucho.
Es doloroso, pero hay una “venda” mundial que evita e impide profundizar. No es un mundo para ingenuos, y tampoco para pesimistas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.