La actualidad española tiene tantos ingredientes sorprendentes que, a veces, no se sabe si es una broma, una salida de tono, un lapsus, una provocación o una petición real.
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, acaba de exigir al Gobierno que no baje los impuestos, “no queremos que bajen los impuestos”.
Asombroso que el líder de UGT acuchille de esta manera a los trabajadores, que vienen sufriendo el aumento imparable de los impuestos. Hacienda ha logrado una recaudación récord por el IRPF en 2024.
Pedro Sánchez no tiene ningún problema en asumir gastos o inversiones, las que le piden sus socios de Gobierno o los que se le ocurren al Gobierno, porque siempre tiene el recurso de subir los impuestos.
Que los sindicatos, en concreto UGT, son la correa de transmisión del Gobierno es algo sabido. Que va creciendo el clamor general contra los infierno fiscal también se comprueba en la calle. Pero que el líder de UGT sea tan descarado defendiendo los impuestos me genera risa o pena, según se mire, porque está más que “regado” UGT por el Gobierno, y es una cacatúa de Pedro Sánchez. Penoso.
Pepe Álvarez tenía un salario mensual neto en 2022 de 2.467 euros. No cobra menos ahora. Son décadas en que no sabe lo que son los apuros a fin de mes. Todo un estandarte y espejo para los sufridos trabajadores españoles, y sobre todo los parados y los mileuristas.
No sé cuánto durará la escalada de impuestos en España. Ojalá el Gobierno que venga detrás actúe con algo más de cabeza y sensibilidad social, y frene los impuestos, y los baje.
Visto de otra manera, Pepe Álvarez se “prostituye” vendiendo a los trabajadores, porque se da cuenta que esto no puede durar mucho. Es abusiva e injusta la fiscalidad actual española. Como me decía un amigo recientemente, “van a lograr que domicilie en el extranjero mi pequeña empresa”.
Pepe Álvarez lleva décadas viviendo de los trabajadores y de las subvenciones. Fue secretario general de UGT en Cataluña desde 1990 hasta 2016, año en que sucedió a Cándido Méndez como secretario general de UGT en España, y en 2021 fue reelegido.
La mayoría de los españoles queremos menos impuestos. Y eso supone cortar con subvenciones de las que estamos hartos, como las que se destinan a los sindicatos y a todo su entramado, en el que por supuesto se incluyen los liberados sindicales, con gastos en sedes y actividades de más que dudosa necesidad.
Cada año aumentan los liberados sindicales, un dato significativo. Según CEOE, en 2024 había 4.100 liberados sindicales. De paso, crujen a las empresas, que parece objetivo prioritario.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2020 había un total de 3.987 liberados sindicales en el país. Esta cifra suponía un incremento del 5% con respecto al año anterior, lo que indica que cada vez más trabajadores son liberados para ejercer funciones sindicales.
Los sindicatos esconden sistemáticamente el número de liberados, por razones obvias: pasar ocultos a los ojos de los sufridos trabajadores españoles, no sea que les tiren tomates y luego les pidan que trabajen un poco.
Desde luego, UGT no puede ser calificado como independiente, y Pepe Álvarez se ha hecho eco de lo que le interesa a Pedro Sánchez, de modo vergonzoso. ¡Menudo defensor de los intereses de los trabajadores!
Pero Pepe Álvarez, a la vez, tiembla, porque si bajan los impuestos sabe muy bien que su sindicato, las copiosas subvenciones que recibe, serían de lo primero en reducirse. No defiende a los trabajadores, sino a sí mismo y a la cohorte escondida de liberados, escondida pero cobrando, y bien.
Ha sucedido en una farmacia hace unos días. Una de las cinco trabajadoras solicitó jornada reducida. Al preguntarle el horario, contestó: “De 10 a 2, de lunes a viernes”. El propietario le dijo que eso no era pensar en el trabajo de todos, porque alguien tenía que entrar a las 9, y sábados, y días de guardia, y prácticamente todos querrían el horario que pedía.
La trabajadora contestó que es lo que le había indicado el sindicato. Unos sindicatos que no piensan en la viabilidad de un centro de trabajo ni en los demás, que agitan el individualismo excluyente. Al final, la trabajadora accedió a un horario más asequible para todos, reduciendo jornada.
Como Pepe Álvarez, pendiente de contentar a Pedro Sánchez y vender a los trabajadores. Es lo que hay.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.