1. INTRODUCCIÓN
Las universidades como centros docentes tuvieron su origen en la Edad Media. Desde el siglo XI en Europa se constituyeron centros de estudios en el ámbito de los monasterios y de las catedrales cuyo objetivo primordial era la formación intelectual de los religiosos. Estos centros se denominaron escuelas monacales. El empeño en formarse y ampliar los conocimientos suscitó el interés del clero secular fundándose las escuelas episcopales. Ambos tipos de escuelas a partir fundamentalmente del siglo XII se erigieron en agrupaciones de docencia dando origen a las universidades -universitas magistrorum et scholarum- donde la enseñanza se impartía en latín y los títulos se estructuraban en grados -bachiller, licenciado, maestro, doctor-. En un inicio se les designó con el nombre de “Studia Generalia”, término que acabó por tener un sentido oficial, reconocido por papas, emperadores y reyes. El derecho de un graduado en un “Studium Generale” implicaba el “ius ubique docendi” de poder impartir docencia en cualquier universidad.
En el III Concilio de Letrán celebrado en 1179 en el pontificado de Alejandro III se ordenó que en cada Sede episcopal o Iglesia catedral se fundara una escuela en la que un maestro instruyera gratuitamente a los clérigos. El obispo se encargaría de la subvención del “Magistre Scholae”. Posteriormente en el IV Concilio de Letrán de 1215 en el pontificado de Inocencio III se insistió en la misma cuestión con mayor rigor y sentido organizador.
El primer “Studium” que propiamente tuvo rango universitario fue la Universidad de Salerno que instaló una escuela de medicina que rescataba el legado clásico. Entre las más antiguas y prestigiosas universidades medievales se encontraban las de Bolonia, Montpellier, París, Oxford, Cambridge, Salamanca, etc. Las universidades de Bolonia y París marcaron las pautas a otras en los modelos de organización y de enseñanza. Otras universidades creadas en el siglo XIII fueron las de Palencia, Valladolid, Toulouse, Padua, Siena, Nápoles, Coimbra, etc. El movimiento fundacional de nuevas universidades se fue extendiendo y se instituyeron en el siglo XIV en Praga, Heidelberg, Erfurt, Viena, Lovaina, etc. También se crearon universidades en los siglos XIV y XV en Polonia, Hungría, Alemania, Escandinavia. En suma, hacia finales de la Edad Media existían universidades en toda la cristiandad de Occidente.
En el ámbito geográfico peninsular proliferarán las universidades en la Baja Edad Media. La de Palencia se fundó en 1212, la de Salamanca en 1218, la de Valladolid en 1241, la de Coimbra en 1290, la de Lérida en 1300, la de Huesca en 1354, la de Barcelona en 1450, la de Santiago de Compostela en 1495, la de Alcalá de Henares-Universidad Complutense en 1499, la de Valencia en 1501, la de Sevilla en 1505, la de Granada en 1531, la de Zaragoza en 1542, la de Osuna en 1548, la de Orihuela 1552; otras en años posteriores.
El influjo de las universidades en la vida de la Edad Media dio lugar a la aparición del adagio de la existencia de tres poderes para dirigir el mundo: el “sacerdotium”, el “regnum” y el “studium”. Las universidades medievales promovieron la renovación de ideas canalizadas a través de corrientes de pensamiento y avances científicos, y educaron y formaron intelectualmente a las personas que dirigieron los asuntos públicos y los designios de Europa.
2. PRECEDENTES EN EL SIGLO XIII DEL ESTUDIO GENERAL- UNIVERSIDAD DE VALENCIA: ESCUELAS EPISCOPALES Y ESCUELAS DEL “CONSELL” MUNICIPAL
Conquistada la ciudad de Valencia por el monarca Jaime I en 1238 e incorporada al ámbito cristiano, el Rey siete años más tarde, en 1245, intentó crear un Estudio General en nuestra ciudad solicitando al papa Inocencio IV su aprobación, contestándole éste en una Bula expedida en Lyon con fecha de 15 de julio de 1245. Del análisis de esa Bula se desprende que el Soberano de la Corona de Aragón pretendía establecer en Valencia canónicamente una universidad, como el rey Alfonso IX de Castilla había hecho en Salamanca, universidad que había sido reconocida por el papa Alejandro IV.
La Bula de Inocencio IV concedía a los eclesiásticos el privilegio de la docencia. Por desgracia para los valencianos la aspiración de Jaime I no pasó de ser un proyecto desarrollado. Al haber resultado infructuosas las pretensiones del Monarca, éste compensó al Reino de Valencia con la potestad y libertad de impartir docencia, como se recoge en el fuero cuya rúbrica lleva por título “De metges apotecaris e speciers”.
La libertad de enseñanza prescrita en los “Furs” era contraria al espíritu de la época. Por eso el papa Inocencio IV otorgó la Bula a Jaime I para que estableciese el “Studium Generale”, explicando que lo hacía porque la diligencia debe cuidar para que perpetuamente se conserve el Reino de Valencia bajo la observancia de la religión. Pero el Rey no hizo uso de esta concesión pontificia, y la enseñanza se impartió según lo establecido en los “Furs”.
El Monarca elevaría a rango universitario la escuela montada en la ciudad, aludiéndose a ella en el Llibre de la Bisbalía del Archivo de la Catedral. Concretamente el 23 de junio de 1240, siendo obispo de Valencia Ferrer de Pallarés (1240-1243) ya se nombró profesor de la escuela el maestro Domingo, asignándole un sueldo de 200 besantes. Unos años más tarde, siendo obispo de Valencia el dominico fray Andrés Albalat (1248-1276), el prelado junto con el cabildo catedralicio acordó mantener la misma retribución, originándose una pugna entre la escuela Episcopal y la escuela del “Consell” municipal. Ambas impartían la misma docencia: gramática y estudios primarios (2). Al chantre o canciller del cabildo episcopal se le responsabilizó de la educación, examinando y seleccionando a los maestros; de ahí, que recibiera también el título de “magistre scholarum”. Una orden de junio de 1242 le atribuyó el salario que percibiría.
En 1258 el obispo dominico fray Andrés d’Albalat convocó un sínodo valentino. Una de las determinaciones tomadas fue exigir que los aspirantes a sagradas órdenes fuesen previamente examinados de lengua latina y demostrasen conversar en ella, según consta en el capítulo VII que alude a la ordenación de los clérigos. Probablemente esta decisión indujo a que la Iglesia valentina tomara la resolución de contar con una escuela catedralicia en 1259.
El impulso que el rey don Jaime dio a la enseñanza eclesiástica y civil motivó que algunas iglesias, conventos o casas religiosas estableciesen un centro estudiantil de letras, humanidades y ciencias sagradas (3).
Desde los primeros años de la conquista se abrieron diversos centros de enseñanza. En la “Seu”-Catedral- se enseñaba teología y es de suponer que se impartirían clases también de gramática y filosofía. Los franciscanos y dominicos durante los siglos XIII y XIV enseñaron las asignaturas que comprendían el “trivium” y “quadrivium” y filosofía, artes y diversas lenguas: árabe, hebreo, griego y latín. Se tiene constancia que el obispo Andrés Albalat instituyó en el Real Convento de Santo Domingo, en 1259, escuelas de gramática y lógica, y la cátedra de lenguas orientales fue abierta en 1281, con la finalidad de preparar a los religiosos en su labor de evangelización de musulmanes y judíos que constituían la mayor parte de la población rural.
El monarca Jaime II consideró procedente que se establecieron escuelas de gramática, lógica y artes que no estaban vetadas en el privilegio de Lérida, el cual prohibía la enseñanza de facultades mayores. Es decir, que ajustándose al privilegio de Lérida, el rey Jaime II no permitió explicar derecho civil y canónico, medicina y filosofía más que en la Universidad de Lérida, fundada por él, y esta restricción alcanzaba al Reino de Valencia, quedando libre solamente la enseñanza de gramática, lógica y artes.
Indudablemente, fueron en un principio las necesidades del clero y la dedicación de las órdenes religiosas quienes con su afán de desarrollar la formación espiritual e intelectual de clérigos y monjes las que impulsaron la docencia y la conveniencia de ampliar estudios, concitando la posibilidad de extender sus conocimientos en bastantes parcelas del saber. La exigencia profesional así lo requería. Uno de los primeros maestros de los que se conserva memoria fue San Pedro Pascual, quien después de haberse graduado doctor por la Universidad de París, regresó a Valencia donde impartió docencia por espacio de dos años.
BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS
1 Els Furs Edición facsímil. Adaptación del texto e introducción de Arcadi García i Sanz, con transcripción y traducción correspondiente. Valencia, 1976, fol. 105r, o bien 227 de la transcripción. “Otorgamos que todo clérigo u otro hombre pueda, libremente y sin ningún servicio o tributo, tener estudio de gramática y de todas las otras artes, y de física, y de derecho civil y canónico en cualquier lugar de la ciudad”.
2 Laureano Robles Carcedo. La Universidad de Valencia. Temas valencianos nº 7. Colección dirigida por María Desamparado Cabanes Pecourt. Valencia, 1977, p. 5.
3 El estudio de la docencia de la Valencia medieval ha sido analizado por José Teixidor, Vicente Vives y Liern, Antonio de la Torre, José Sanchis Sivera, Laureano Robles Carcedo, Rogelio Sanchis Llorens, Vicente Cárcel Ortí, Marc Baldó Lacomba, Manuel Vicente Febrer Romaguera, Amparo Felipo Orts, etc., y encontramos fuentes, testimonios y reseñas alusivas en los Furs, en documentos de nuestros archivos y en historiadores clásicos valencianos. Cfr. José Teixidor y Trilles. Estudios de Valencia. (Historia de la Universidad hasta 1616). Edición, introducción y estudio de Laureano Robles. Universitat de Valencia, 1976. Vicente Vives Liern. Las casas de los Estudios de Valencia, informe acerca del sitio en que éstas se hallaban emplazadas. Valencia, 1902. Antonio De La Torre, “Precedentes de la Universidad de Valencia”. Anales de la Universidad de Valencia. Año V. 1926. José Sanchis Sivera. “Instrucción pública”. Anales del Centro de Cultura Valenciana. Tomo VII. Valencia, 1934 y “La Enseñanza en Valencia en la época foral”. BRAH. Núm. 108. Año 1936. Rogelio Sanchis Llorens. La Universidad de Valencia segons les constitucions de l’any 1611. Valencia, 1975. Laureano Robles Carcedo. La Universidad de Valencia. Temas valencianos, núm. 7. Valencia, 1977. Vicente Cárcel Ortí. Historia de la Iglesia en Valencia. 2. vols. Valencia, 1986. Marc Baldó Lacomba. La Universitat de Valencia. Valencia, 1986. Amparo Felipo Orts. Bulas, constituciones y estatutos de la Universidad de Valencia. 2 vols. Valencia, 1999 y La universidad de Valencia durante el siglo XVI (1499-1611). Valencia, 1993. Manuel Vicente Febrer Romaguera. Nota a la edición de las Constitucions Fundacionals de la Universitat de Valencia. 30 d’abril de 1499. Universitat de Valencia-Ajuntament de Valencia, 1999. Con motivo de la celebración del V centenario de nuestra institución académica, Mariano Peset Reig coordinó la obra Història de la Universitat de València. Volum I. L’Estudi General. Valencia, 2000.
José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia,
Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de
Plata de la Ciudad de Valencia.