Castellón pasa hambre
Las consecuencias de la crisis sanitaria a causa de la epidemia son múltiples y dolorosas. La más grave, sin lugar a dudas, la pérdida de vidas humanas, sobre todo en residencias de mayores, cuyas causas duelen todavía más, porque no se actuó en algunas a tiempo y con los medios adecuados, pese a que era evidente que era el sector más vulnerable: si en algunas no ha habido contagios ni muertes no parece que se deba a la casualidad, sino a haber puesto los medios a tiempo. La sociedad, los familiares de los fallecidos, no deben pasar página, y es algo que se resolverá en los tribunales o a través de los cauces que cada uno quiera utilizar, en memoria y en honor de los fallecidos. Negligencias laborales o sanitarias, tardanzas reiteradas por parte de las autoridades, deben ser aclaradas, también para que no vuelvan a suceder, si hay nuevas emergencias en el futuro, sean del Covid-19 o de otro tipo. Nuestros mayores tienen derecho, se lo merecen, y las heridas de lo que ha pasado deben restañarse con rigor para no recaer en reincidencias.