La muerte de la verdad
Como ocurre con las grandes palabras que se invocan cada día en nuestro mundo, la verdad es destruida por los mismos que dicen defenderla, no conscientemente, sino por los muchos prejuicios y pasiones que condicionan la visión real y objetiva de las cosas. Es humano equivocarse y caer en el error, y este es el mal que está en la base de todos los demás males morales que padecemos, porque ningún bien puede hacerse si no es en la verdad y con la verdad. El mal de las equivocaciones lo vemos cada día en las relaciones de las personas, pero los atentados más graves a la verdad se producen en las ideas y opiniones que circulan en el ámbito público, como son los medios de comunicación, los movimientos sociales y culturales, o la política; es aquí, en lo que podemos llamar “el mundo”, donde se produce la muerte de la verdad a escala planetaria y cuyas consecuencias afectan muy directamente a la vida de los individuos. Los enemigos de la verdad que actúan en el mundo son muchos y se pueden identificar con estas características: