Padres pasivos

Me produce pena la poca participación de los padres en los centros educativos de sus hijos. Pena y preocupación, por lo que supone de escasa implicación en algo tan importante como es la educación de sus hijos. El centro educativo procura hacerlo lo mejor posible, defiendo en general la profesionalidad de los directivos, docentes y personal administrativo, pero muchos de ellos lamentan ciertas actitudes por parte de los padres, que defienden sistemáticamente a sus hijos en caso de conflicto, pero que participan muy poco en la vida escolar, que es lo realmente importante, el gota a gota del día a día. Son derechos de los padres y también responsabilidad.

La Generalitat ha presentado los datos de participación de los padres con aire de satisfacción, porque en las recientes elecciones para los Consejos Escolares de 2.120 centros educativos sostenidos con fondos públicos la participación ha aumentado ligeramente, para situarse en un paupérrimo dato: han participado el 14,9%, frente al 13% de 2015.

Eliseu Climent, un vividor del catalanisme

“Pretendre fer d’un valencià obligatòriament un català, seria la manera de fer-lo mes espanyol”, Josep Pineda (independentiste català exiliat). Este anàlisis no ho va tindre que assimilar Jordi Pujol quan deposità tota la seua confiança en qui havia eixit en la seua defensa quan el van empresonar en 1960 per la seua implicacio en els successos del Palau de la Musica, Eliseu Climent. No ho va dubtar, nomenant-lo primer delegat comercial de la manipulada Enciclopèdia Catalana, promoguda pel mateix Pujol des de la Banca Catalana que va fundar en son pare, de la que fon administrador i finançador de qualsevol tipo d’activitats catalanistes (esta entitat va protagonisar un dels majors escandals de l’epoca encara que es va sobreseir quan Pujol ya era President de la Generalitat Catalana, ya que ell junt ad atres 24 ex-consellers estaven implicats per presunts «delictes d’apropiacio indeguda, falsetat en document public i mercantil i maquinacio per alterar el preu de les coses»), per a despres convertir-ho en el virrei de Catalunya en la nostra Comunitat Valenciana.

No boicotear los productos catalanes

No estoy de acuerdo con el presidente de Freixenet de que la marca Barcelona está muerta. Está herida gravemente: todos podemos agravar la situación o ayudar a paliarla.

Tal vez José-Luis Bonet, presidente de Freixenet y presidente de la Cámara de Comercio de España, ha buscado una afirmación más contundente para precisamente ayudar entre todos a resolver la grave situación creada por el independentismo catalán, la DUI y los hechos que todos sabemos. Pero si algo está muerto, no hay nada que hacer: si está herido, hay esperanza.

Bonet ha hecho estas declaraciones tras perder Barcelona la sede de la Agencia Europea del Medicamento, y ha vuelto a recordar que él planteará a Freixenet lo mejor tras los resultados del 21-D. Puede ser la empresa número 3.000 que se traslada de Cataluña, cifra a la que ya nos estamos acercando.

Una madre de familia española en defensa de la intimidad familiar

Recojo a continuación el testimonio de una mujer madrileña, madre de tres hijos, en defensa de la intimidad familiar, quien por la gravedad del tema, presentó un recurso a consecuencia de la campaña a favor del uso del preservativo de noviembre de 1990.

“Tengo tres hijos: dos chicas de dieciséis y un chico de catorce. Desde que me casé he vivido prácticamente fuera de España, a causa del trabajo de mi marido. Primero estuvimos dos años y medio en Estados Unidos, concretamente en Nueva York donde nació mi hijo; luego nos fuimos a París, donde estuvimos tres años. Más tarde a São Paulo; y los últimos seis años los he pasado en Londres. Hace sólo unos meses que vivo de nuevo en España.

Todas mis amigas me decían antes de venir: “Pero ¿cómo se te ocurre volverte de nuevo a España ahora, en la edad en la que están tus hijos? ¿No sabes cómo están en España algunos ambientes…? Es mejor que esperéis a que crezcan y sean mayores….”

Entre la gaita y la lira. Semblanza breve

En el mes de febrero del año 1949 participé en un curso nacional del Frente de Juventudes celebrado en el albergue de Montañana (Zaragoza). Allí acudimos unos doscientos jóvenes cuyas edades podrían oscilar entre los quince y los diecisiete años. Recuerdo con particular agrado a un afiliado de Sabadell que se distinguía por su elegante uniformidad, su carácter afable y reposado y por las polémicas que manteníamos con él acerca de la categoría filológica del catalán. (¿el Catalán, una lengua ó el catalán, un dialecto? Todo lo más un simple dialecto). Pobres de nosotros, con el cortito bagaje intelectual de unos estudios primarios recién terminados, en la mayoría de los casos y ya nos gustaba polemizar con cierta osadía sobre la naturaleza filológica de tan bella lengua. En mi primer contacto con los catalanes me llamó la atención el exquisito y elegante acento de los gerundenses y especialmente el catalán hablado en el Ampurdán.

Memoria y olvido

Uno de los propósitos de la imposición cultural catalanista a los valencianos es la aniquilación de la memoria histórica y lingüística: el olvido de lo propio bajo el pretexto de formar un todo. En otras palabras, los catalanistas pretenden aniquilar la lengua valenciana desde la unidad lingüística para así dotarla de un cariz de universalidad que les garantice la subsistencia del catalán. Tratan de imponer en todos los estamentos valencianos modelos culturales ajenos como propios, con el objetivo de borrar nuestro pasado para que asumamos otra realidad y, con el tiempo, conseguir el olvido de lo propio.

Bourdieu y Wacquant (2001) decían: “El imperialismo cultural reposa sobre el poder de universalizar los particularismos vinculados a una tradición histórica singular haciendo que resulten irreconocibles como tales particularismos”.

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