Quejarse no basta
“Quejarse es el pasatiempo de los incapaces”, leí hace un tiempo, y me pareció que refleja parte de la realidad. Ojalá sea una percepción o impresión mía, y que los lectores tengan otra impresión: vivimos en una sociedad de quejicas convulsivos, constantes. Basta recordar las últimas conversaciones o las noticias que se reflejan en los medios de comunicación: todo genera un sinfín de quejas. La Sanidad, la educación, la situación económica, el paro, la Iglesia y la actitud de los católicos, la juventud, los patinetes y ciclistas que circulan por nuestras calles: cada uno puede completar esta lista.