Una señora estupenda
Desde hace tiempo, mucho tiempo, mantengo una estrecha relación con una señora estupenda. Es verdad que no empezamos bien, todo eran dudas. De hecho, esa etapa está plagada de luces y sombras. En los años dorados, la cosa cambió sustancialmente. Mis demandas, llevadas a cabo casi siempre con premura, eran atendidas de manera diligente, incluso me atrevería a decir que se ponía interés y pasión en su cumplimiento.
Desgraciadamente, con el tiempo la cosa ha ido empeorando progresivamente. El inicial entusiasmo ha dado paso a una fase de cierta dejadez. Para empeorar aún más las cosas, he llegado a detectar alguna traición, nada grave y quiero pensar que llevada a cabo por descuido. Vamos, sin mala intención, aunque en cualquier caso una traición no deja de ser algo serio que mina la mutua confianza.