Morir por unos tirantes españoles

Víctor Laínez ha sido asesinado en Zaragoza por llevar unos tirantes con la bandera de España. Algunos dirán que es sólo la acción de un loco, pero a mí me parece que es una peligrosa punta de iceberg.

Quien mató a Víctor ya había dejado tetrapléjico a un policía en Barcelona y cumplido condena. Su violencia tiene ya una trayectoria, basada en el odio, que siempre es cobarde.

El odio busca anular, eliminar, excluir a quienes son odiados. Me resisto a adjudicarle el calificativo de “antisistema”, pues es un delincuente. Si ser antisistema es sinónimo de licencia para delinquir sistemáticamente e incluso matar, tendremos que ir pensando no utilizar ese término, que ampara delitos de ocupación de viviendas, amenazas e insultos, todos ellos constitutivos de delitos que figuran en el Código Penal.

El caso de Victoria Gillick

Victoria Gillick es una madre de familia inglesa que defendió durante años el derecho de los padres a la educación sexual de sus hijos, frente a determinados programas del Gobierno inglés. Estos son algunos jalones de su historia, que cuenta en Relato de una madre, Col. Testimonios, Rialp, 1990.

“…Yo tenía algunas sospechas acerca del modo en que la Asociación de Planificación Familiar había intentado terciar en el debate del Ayuntamiento por medio de la carta enviada por su Administrador, Stephen Dalton. El Dr. Michael Busch le había echado encima un poco de agua fría, pero a mi no me convencieron las flojas respuestas que, en aquel momento, dio a mis preguntas.

La muerte de la verdad

Como ocurre con las grandes palabras que se invocan cada día en nuestro mundo, la verdad es destruida por los mismos que dicen defenderla, no conscientemente, sino por los muchos prejuicios y pasiones que condicionan la visión real y objetiva de las cosas. Es humano equivocarse y caer en el error, y este es el mal que está en la base de todos los demás males morales que padecemos, porque ningún bien puede hacerse si no es en la verdad y con la verdad. El mal de las equivocaciones lo vemos cada día en las relaciones de las personas, pero los atentados más graves a la verdad se producen en las ideas y opiniones que circulan en el ámbito público, como son los medios de comunicación, los movimientos sociales y culturales, o la política; es aquí, en lo que podemos llamar “el mundo”, donde se produce la muerte de la verdad a escala planetaria y cuyas consecuencias afectan muy directamente a la vida de los individuos. Los enemigos de la verdad que actúan en el mundo son muchos y se pueden identificar con estas características:

Catalanes ante el 21-D

El CIS pronostica una participación récord el 21-D, pues hay un 85% de encuestados que aseguran que votarán con toda seguridad. La movilización va a ser máxima, y es que anda mucho en juego.

En Cataluña se están sufriendo las consecuencias de la locura secesionista. A todos los niveles: en el empleo, en el turismo, en la economía, en inversiones, en todo. Difícil es que un catalán se mantenga al margen el 21-D, con la ocasión que brindan las urnas de que el sentido común vuelva, que el “seny” reaparezca.

Algunos piensan que lo de Cataluña, tarde o temprano, acabará en independencia. Yo no pienso igual. Tal vez es útil recordar a quienes preveían que el País Vasco se independizaría, y ya vemos que no ha sido así, y ha ido cayendo el independentismo vasco, así como el terrorismo de ETA, que lo preconizaba. Al menos no hay ese tipo de terrorismo en Cataluña, aunque sí lo hay en forma de violencia esporádica y de un clima de convivencia que para muchos es irrespirable.

Rodillo Marzá de nuevo

El conseller Marzà llegó con unas prioridades muy conocidas a la Consellería, y no deja de insistir. El polémico decreto plurilingüe fue aparcado tras nueve recursos en los tribunales y numerosas protestas en las calles de la Comunidad Valenciana. Quería imponer el valenciano, y sigue queriendo hacerlo, ahora con más prisa incluso por la proximidad de las elecciones autonómicas, dentro de menos de año y medio.

Si el totalitarismo es pernicioso, sumemos ahora las prisas, y es más que peligrosa la mezcla explosiva, pues las prisas son malas consejeras, y en educación hay que pensar muy bien los cambios, escuchar a los padres, profesores y sindicatos, sin hurtar en ningún momento el debate. La educación debería ser una materia en que una amplia mayoría esté de acuerdo, sin vaivenes constantes según el partido político o partidos que gobiernan, pero es un deseo que Marzà no comparte: él quiere imponer el rodillo, no escuchar.

La influencia del laicismo en la vida social española

UNA TAPADERA DE LA APOSTASíA COLECTIVA DISFRAZADA DE CONSENSO

Se da en amplios sectores de la población española un fenómeno generalizado de desinformación, empleando el término en la acepción de la Real Academia de la Lengua: “ Dar información intencionalmente manipulada al servicio de ciertos fines”. Esa información, como puntualiza Núñez Ladeveze, con frecuencia es “técnicamente correcta” desde el punto de vista de una valoración aislada de cada acontecimiento, pero –y esto es lo peligroso– es utilizada “como cortinas de humo o factores de diversión respecto a otras noticias más trascendentes que se desea enmascarar o diluir en su importancia dentro del conjunto”. De ese modo se convierte en desinformación”. 

Los fascistas

Violencia callejeraBenito Mussolini, antiguo socialista, fue el fundador del fascismo. La palabra fascismo proviene de las fasces, símbolo de la autoridad y de la excelencia de los magistrados romanos. Eran unas ramitas de abedul atadas por unas cintas de cuero de color escarlata que envolvían una segur y que portaban sobre los hombros los lictores que precedían a los magistrados en los actos oficiales.

Las fasces para Benito Mussolini representaban la reivindicación de la grandeza imperial de Roma.

La palabra, desviada de su sentido originario, tuvo éxito –y lo sigue teniendo- como símbolo de la violencia y de la opresión de la derecha sobre los movimientos obreros. Sin embargo, cualquier historiador medianamente informado sabe que la violencia y la opresión están mejor representados en el nacional socialismo de Hitler y en el comunismo de Stalín.

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